Por Pedro Paunero

Los mexicanos y demás ciudadanos del mundo estamos rodeados de monstruos. La televisión y otros medios son ventanas al infierno de la calle[1], que cada tanto penetran hasta la placidez del hogar con un asalto de ráfagas y cuerpos desmembrados. Nos amenazan. Aúllan con las tinturas y los olores del hierro de la sangre. Ha habido otras ocasiones en las cuales el cine ha hablado de monstruos bajo distintas máscaras, matices y reflejos, pero no se sabían bien sus implicaciones o cuáles serían los avatares capaces de irradiarse a la realidad cotidiana o desde la realidad al cine. El actor circense Tod Browning[2], hoy director de culto, es el fundador del cine de horror a través de Drácula[3] (1931) con el actor Bela Lugosi en el papel principal. Browning, creador de películas monstruosas como la infravalorada Freaks (1932), terminaría tan oscuramente como sus tramas, hundido en una crisis existencial desde 1944, año de la muerte de su esposa, cuando la revista Variety publicó una esquela mortuoria suponiendo que había sido él quien había fallecido, hasta 1962 año de su muerte.Seis son sus películas más importantes debido a la influencia que han ejercido en el cine que vendría después o la leyenda en torno a estas, aunque descubrir algún título de Browning es casi siempre una experiencia satisfactoria y frontal con lo insólito. El Trío fantástico (The Unholy Three, 1925)[4] narra las aventuras criminales de tres personajes relacionados con el circo, uno de estos interpretado por el artista alemán enano Harry Earles, amigo de Browning, también actor en su obra maestra, Freaks. Será Earles quien interprete al personaje que se hace pasar por un bebé a cargo de Lon Chaney, disfrazado a la vez de abuela. Si se recuerda ¿Quién engañó a Roger Rabbit?[5] se tendrá una idea de dónde surgió el personaje animado del bebé llorón que en sus ratos de ocio es un actor gruñón con pañales que fuma puros. Garras Humanas (The Unknown, 1927), o la vuelta al circo de Lon Chaney[6], en el papel de Alonso, quien se hace pasar por un artista sin manos, lanzador de cuchillos valiéndose de los pies. London After Midnight (1927), la más famosa de las películas perdidas de la historia, de falsa trama vampírica[7].  En 1930 rodaría su mítico Drácula, estrenada el Día de San Valentín de 1931, con el papel que encasillaría a Lugosi toda su vida[8]. Muñecos Infernales (The Devil Doll o The Witch of Timbuctoo, 1936) crearía escuela, pues en la historia de un criminal[9] capaz de empequeñecer a las personas, a través de una fórmula científica, para usarlas en sus robos de joyas, cabrían todos los Chuki y demás burdas o satisfactorias imitaciones. Muñecos Infernales tendría una notable versión mexicana a cargo de Benito Alazraki en 1961[10]. Narra la maldición que recae sobre unos arqueólogos que sustraen un ídolo sagrado, que a la medianoche sufrirán venganza cuando un grupo de muñecos (actores enanos), armados de largas agujas, se encargará de zombificarles por sacrílegos.Freaks, la cinta más emblemática de Tod Browning es la historia del grupo de fenómenos de circo más famoso dentro y fuera de la pantalla[11]. Browning la filmó para ser una película de horror que tanto espantara como conmoviera a la vez. Se la conoció a través de títulos tan sugerentes como de mal gusto[12] a cargo de Dwain Esper, padre del género exploitation,[13] que compró la película una vez que la MGM intentara desaparecerla al encontrarla demasiado perturbadora. Esper explotaría la cinta exhibiéndola en ferias ambulantes y, de esta manera, salvaría el título para la posteridad hasta que los cinéfilos la rescataran bajo diversas categorías: documental, filme de arte y ensayo, película de horror de culto. Es la historia de Hans, el enano heredero de una fortuna (Harry Earles), enamorado de Cleopatra (Olga Baclanova), la trapecista cuyo amante es Hércules (Henry Victor), el hombre fuerte del circo. Ambos traman un plan; Cleopatra se casará con el enano, le envenenará y ambos se quedarán con la herencia. En la inquietante escena de la boda los fenómenos [14] aceptan (inician en su código)[15] a Cleopatra, pero esta, aterrada ante el cántico que todos entonan: ¡Es uno de nosotros, es uno de nosotros![16], se burla, gritándoles viscosos y sucios. Cleopatra fracasará en su intento de envenenar a Hans y será atacada por los monstruos que le convertirán en la mujer gallina[17]. 

Cuando en 1936 Alfred Hitchcock  dirigió la película basada en la novela El agente secreto (1909), de Joseph Conrad, previamente había estrenado una adaptación de la obra de Campbell Dixon, basada a la vez en la novela Ashenden: Or the British Agent (1928), de W. Somerset Maugham bajo el título de Secret Agent, motivo por lo cual tituló Sabotaje (Sabotage) a la nueva adaptación. Para complicar aún más las cosas, en 1942 dirigió Saboteur (saboteador), que en español se conoce como Sabotaje.

  

En Saboteur hay un guiño al Freaks, de Tod Browning. A lo largo del filme quienes ayudan a Barry, personaje confundido[18] con un saboteador alemán (nazi), son personas “diferentes”. El tío ciego de la chica con quién finalmente escapará y los freaks[19] de un circo itinerante que lo ocultan de la policía, resultan más sensatos que cualquier otro ser humano normal. La hermosa sobrina del hombre ciego que, al principio, intenta entregar al sospechoso y el dulce abuelo que juega con su nieta de un año de edad en la piscina, serán seres reprochables. Uno de los espías que no han vacilado en asesinar cientos de vidas confiesa a Barry que tiene un hijo al que adora. La Señora Sutton, dama que da fiestas para recaudaciones de beneficencia, será, en realidad, parte de la banda de saboteadores. Así, conforme avance la trama nos encontraremos con un mundo monstruoso oculto debajo de las más “normales” apariencias. Los ciudadanos americanos que creen en la justicia pues, no serán los “normales” sino los “distintos”. ¡Qué diferente a esa metáfora de la violencia inherente a la anormalidad en comparación con lo familiar y lo cotidiano de Las colinas tienen ojos[20] dónde los monstruos simbolizan seres marginales, los pobres y los inadaptados! Se puede leer esta transposición hitchcockiana como una alusión al nazismo torcido. ¿Quiénes se creían seres perfectos sino los nazis, seres rubios de ojos azules en oposición al resto de la humanidad degenerada?

Tema recurrente, aparecerá de vez en cuando bajo alusiones paródicas en la televisión[21] e inversiones mojigatas en el género del Slasher, en el cual la fórmula de la heroína virginal, abstemia, que no fuma ni se droga, a la cual no ataca el monstruo[22] y sobrevive, será un discurso subliminal que, en palabras del escritor Douglas E. Winter[23], hablan de una sociedad americana hipócrita y conservadora. A menudo se ha citado a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), como a la cinta  de horror más influyente de todos los tiempos, siempre que transformó los viejos monstruos (el de Frankenstein, los vampiros, la momia, los hombres lobo, los fantasmas) en la pesadilla del monstruo real: el asesino psicópata que, encima de todo, es un ser apocado, solitario, que hasta cuida de su madre anciana pero guarda toda una colección de retazos humanos en su refrigerador. Estas cintas advierten: Cuidado, el monstruo está ahí, al lado. No vayas a fiestas, no tengas sexo fuera del matrimonio, no te drogues…

Ejemplo representativo de la influencia de Psicosis es El Héroe anda Suelto[24], en la cual un envejecido Boris Karloff en un papel crepuscular se interpretará a sí mismo como un viejo actor de roles de monstruos (maquillados)[25] que tiene un homenaje en un autocine donde se exhibirá uno de sus viejos clásicos, mientras, desde la pantalla, un enloquecido francotirador asesinará sin motivo a diestra y siniestra a los espectadores en sus autos. El viejo monstruo se enfrenta al nuevo monstruo y le vence. Sin embargo, tanto la cinta como este monstruo real, estaban abriendo, desde aquellos años, la puerta de la calle a los terrores reales: a los veteranos de guerra estadunidenses que entran a un McDonald´s y disparan a los comensales, a los asesinos seriales, a los crímenes del Lobo Feroz en España y a la Mata Viejitas en México, a los atentados con gas sarín en el metro de Tokio y a las narco decapitaciones. Si la realidad estaba cambiando el cine tenía que renovarse. El cine comenzó mostrándonos una banda de seres fantasmales o engendros góticos que no tardarían en mutar de cara, en reflejar la realidad. Los cineastas de entonces no fueron conscientes de ese cambio. Ahora, qué bien lo sabemos.

NOTAS

[1] Los espectadores de la cinta de Luis Estrada, El Infierno (2010), retrato del México actual, bien saben a qué se refería José Saramago cuando expresó una vez: “El infierno está ahí, fuera, al abrir la puerta de la calle”.

[2] Del Ringling Brothers.

[3] Antes del Drácula de Browning hubo, por supuesto, muchas cintas de horror, recordemos, por ejemplo, Nosferatu, la impresionante versión de Frederich Murnau (el mejor director de la etapa muda) de la novela de Bram Stocker. Sin embargo, la cinta que abre el cine de Hollywood al horror clásico sin duda se trata de la cinta de Browning.

[4]Lon Chaney interpretaría el remake en 1930, su única cinta sonora.

[5]Who Framed Roger Rabbit?, Robert Zemeckis, 1988.

[6]Famoso por el dolor físico que soportaba al interpretar a sus personajes, por ejemplo, el campanero jorobado de El Jorobado de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, Wallace Worsley, 1923) y el original fantasma de la ópera en The Phantom of the Opera (Rupert Julian, 1925).

[7]Lon Chaney otra vez. Cinta quizá más sobrevalorada por la leyenda que carga que un gran filme, con un remake del mismo Browning del año 1935, con Bela Lugosi en el rol principal, titulada The Mark of the Vampire.

[8] Browning eligió a Bela debido a la muerte prematura de Lon Chaney. Durante el día se rodaba el Drácula de Browning, durante la noche el legendario Drácula hispano, que usaría los mismos decorados y guión pero con papeles interpretados por Carlos Villar, Lupita Tovar y Barry Norton, dirigida por George Melford, para muchos especialistas supera la versión de Browning en cuanto a técnica.

[9]Lionel Barrymore disfrazado de viejecita, una de las caracterizaciones preferidas de Browning para sus personajes.

[10]Conocida en inglés como Devil Doll Men en sus exhibiciones para el cine y The curse of the Doll People en sus pases televisivos.

[11] Browning hizo el casting al mayor número de monstruos profesionales de feria jamás reunidos en la historia del cine que deseaban formar parte del rodaje.  

[12] Forbidden Love, Monster Show, Nature´s Mistakes. La cinta está basada en el relato Spurs, de Clarence Aaron “Tod” Robbins, cuyos derechos Harry Earles le sugirió comprar a Browning.  

[13] Nos ocuparemos de Dwain Esper en otra ocasión a propósito del exploitation.

[14] Prince Randion, el hombre torso; Olga Roderick, la mujer barbuda que da a luz; las siamesas Hilton; Josephine Joseph el medio hombre y media mujer; Johnny Eck el medio hombre (sin piernas); Frances O´Connor la mujer sin brazos que todo lo hacía con los pies; Peter Robinson el esqueleto viviente; la banda de los Pinhead; Koo Koo la mujer ave…

[15] El código de los fenómenos dice: lo que se le hace a uno de nosotros se le hace a todos.

[16] Woody Allen ha rendido homenaje a esta escena y al filme completo en alguna de sus películas.

[17] Único de los monstruos que es un actor maquillado.

[18] Las personas confundidas con otros son el tema preferido por Hitchcock. Truffaut expresaría que Hitchcock “rodó la misma película una y otra vez”. Su cinta de 1956, The wrong man (el hombre equivocado, conocida en español como Falso culpable) lleva, por lo tanto, un título proverbial.

[19] El término, a partir de la película de Browning, ha pasado a designar, en ingles, a los fenómenos de feria.

[20] The Hills Have Eyes segunda película de Wes Craven, del año 1972.

[21]¿Recuerdan la serie La Familia Monster y cómo la bella y joven Marilyn (la sobrina) es considerada una chica pobremente agraciada por parte de sus monstruosos familiares?

[22] Por ejemplo, Jason Voorhees, en el serial de Viernes 13 o Freddy Krueger en Pesadilla en la Calle del Infierno. 

[23] Prólogo de Douglas E. Winter a Escalofríos, antología de relatos de horror. Editorial Grijalbo.

[24]Targets, Peter Bogdanovich, 1968. Exhibida en el año de otros monstruos metafóricos: los zombis de George A. Romero y su crítica al capitalismo exacerbado (Night of the living Dead). A tiro de piedra estaría La Masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974, Tobe Hopper), con su fálico instrumento de muerte, hoy omnipresente en el cine… ¡y en la vida real!

[25] El actor declarará solemnemente, en una escena: Soy un anacronismo. Mi tipo de terror ya no aterroriza a nadie.