Por Antonio Camarillo  

Pocos oficios existen en el quehacer cinematográfico tan anónimos —y sin embargo fundamentales— como el de la producción. Privado del glamour —y del reconocimiento— que un crédito como dirigido por puede garantizar, al productor le corresponde mantener los pies en la tierra cuando se toman las decisiones —todo un riesgo cuando, en palabras de Carolina Fox, productora de Crónica de un Desayuno (Benjamín Cann, 2000), es tan común escuchar que “si todo sale bien, que chingón es el director; si todo te sale mal que pendejo es el productor”.  

A pesar de su corta edad —produjo Crónica cuando tenía escasos 22 años—, Carolina ha tenido la oportunidad de foguearse en la producción de comerciales —con Z Film, ni más ni menos— y de colaborar en la producción de varios cortometrajes, entre los que se encuentran Wash & wear, de Sergio Guerrero, Sístole diástole, de Carlos Cuarón, y ya como productora Ciudad que se escapa, de Rodrigo Sáenz y, más recientemente, una serie de cortos financiados por la Lotería Nacional —y dirigidos por Guillermo Arriaga, Valentina Leduc y el mismo Cuarón, entre otros.  

“Por algo siempre digo que sí sé hacer lo que estoy haciendo aunque en verdad no sepa, y me esté muriendo de miedo… Creo que si pides permiso nunca llegas a nada”. Aunque ha pasado la mayor parte de su vida en México, Carolina nació en Buenos Aires, Argentina, y estudió cine en el Instituto Nacional de Cinematografía, primero, y más tarde en la UBA, en donde se inició en la producción. “Ya luego me vine para acá, y desde que llegué aquí fue como todo muy rápido: empecé a asistir producción, a los 5 minutos coordinaba, a los 10 gerenteaba y a los 20 ya estaba produciendo, sin que me diera como cuenta de nada”.  

Por ejemplo, para Me la debes —el más reciente cortometraje de Carlos Cuarón— la productora debió enfrentarse a la alternativa de producir en 35mm o de arriesgarse con el video digital, en un esfuerzo por reducir costos. “El corto de Carlos —con quien trabajó también en Noche de bodas— era en video digital cuando él llegó, y ya le fuimos como dando la vuelta y viendo que no, que se tenían un montón de complicaciones en post y de costos que a lo mejor llegaban a terminar de hundirnos más que a facilitarnos las cosas. Por suerte conseguimos el material y ya no nos costó —por eso lo hicimos en cine. Y ya tenemos como asegurado que ese corto se termina —que no sé si lo tendríamos asegurado si se hubiera hecho en video”.