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2010-02-28 00:00:00

Cinecrítica: Enseñanzas de vida

Por Hugo Lara  

El filme titulado en México Enseñanzas de vida (An Education) está ambientada en los inicios de los años sesentas, en Londres. La trama está centrada en Jenny (a cargo de Carey Mulligan, quien aporta una fresca prsesencia), una adolescente destacada en el colegio, que es animada por su rígido padre Jack (Alfred Molina) para buscar un lugar en la prestigiada Universidad de Oxford. Pero en el camino de Jenny se cruza un atractivo hombre maduro, David (Peter Sarsgaard), quien comienza a cotejarla e incluso logra ganarse la simpatía de sus padres.  

David deslumbra a Jenny con la vida sofisticada que lleva junto a su amigo Danny (Dominic Cooper) y la novia de éste, Helen (Rosamund Pike), entre conciertos y cocteles, hasta que logra convencerla de que se case con él. Así, Jenny desiste de su idea de ingresar a Oxford, aun contra los consejos de sus maestros. Sin embargo, algunos incidentes le hacen descubrir la turbia vida que esconde David tras su agradable apariencia.  

Enseñanzas de vida es dirigida por la cineasta de origen danés Lone Scherfig, quien logró notoriedad internacional con la comedia Italian for Beginners (Italiensk for begyndere, 2000), un filme circunscrito a las reglas del llamado movimiento Dogma 95, con el cual obtuvo el Oso de Plata del Festival de Berlín. Scherfig también es responsable del filme Wilbur se quiere morir (Wilbur Wants to Kill Himself, 2004), una afortunada historia sobre un hombre dedicado a cuidar a su hermano suicida. En sus filmes anteriores, Scherfig se ha manifestado como una directora sensible e inteligente, que maneja con equilibrio el humor y el drama. 

Para Enseñanzas de vida, la danesa ha tomado como fuente las memorias de la periodista Lynn Barber, y el guión del escritor Nick Hornby, cuyas novelas han dado a luz estupendos filmes, como High Fidelity (2000) y About a Boy (2003). Con este respaldo, Enseñanzas de vida parece contar con suficientes credenciales para lograr un sutil retrato sobre la sociedad conservadora del Londres de hace unas décadas, donde se diseccionen los estereotipos  tanto de la vida familiar como de la burguesía de la postguerra británica. 

Sin embargo, el filme pierde interés gradualmente, al momento de asomarse al drama adolescente de una chica que entra en conflicto cuando tiene que decidir entre un futuro profesional y la promesa de un matrimonio con un hombre mayor que ella, aparentemente exitoso y consolidado. Con la textura de una historia romántica, el relato parece apuntar hacia la crítica de la brecha generacional y los roles femeninos tradicionales, pero carece de la agudeza que han logrado otros cineastas británicos en este terreno, como David Leland en su película Ojalá estuvieras aquí (Wish You Were Here, 1987), donde desgrana la iniciación sexual de una chica que se rebela a su entorno y a su condición social. 

En cambio, Enseñanzas de vida se pierde entre el mensaje edificante y la postura aleccionadora, donde el peligro de la protagonista es encarnado por la mala influencia de un adulto, que resulta un embaucador. En este sentido, el filme resulta conformista, con una estructura que no alcanza altos momentos climáticos, y que decepciona por ello.

La trama lleva sobre sí una cutícula reaccionaria que molesta, por momentos favorable de la doble moral. Al respecto, resultan significativos algunas escenas y diálogos, como aquel donde la protagonista, hacia el final del filme, ya cuando ha salido victoriosa gracias al estudio y la dsiciplina, comenta con un tono optimista que ha comenzado a salir con un chico de su edad, al que le dice que le gustaría conocer París junto con él, si bien sabemos que ya estuvo antes en esa ciudad, con su amante maduro. En la lógica de esto, el relato parece simpatizar con la idea de que las malas experiencias debemos acallarlas y ocultarlas. 

Enseñanzas de vida ha tenido relativa resonancia en esta temporada de premios —incluidas tres nominaciones al Oscar—, lo que ya le permitió ganar a Carey Mulligan el premio de la Academia Británica como mejor actriz. Más allá de eso, es un filme entretenido, que vale la pena ver sin demasiadas expectativas, con las reservas de atender un discurso conservador, amable, que rehúye a los conflictos de fondo.