Ciudad de México. Plaza de Santo Domingo
Ya las primeras películas sonoras que llegaron a filmar en
exteriores en la Ciudad de México, como Los muertos hablan (1935),
dirigida por Gabriel Soria, cuentan con algunas imágenes de esta
céntrica plaza, tradicionalmente llena de mucha actividad, y que es
fácilmente reconocible por los edificios que la rodean, por el Portal
de Evangelistas y porque en el centro se halla una fuente con la
escultura de la corregidora de Querétaro y heroína de la Independencia,
Josefa Ortiz de Domínguez, un espacio siempre grato para las parejas de
enamorados, como se sugiere en una de las escenas de El callejón de los
milagros (1995).
También, en una de sus esquinas de la plaza se halla el antiguo Palacio
del Santo Oficio o de la Inquisición, que data del año 1736 y que
funcionó como tal hasta consumada la independencia. Después de haberse
usado para diferentes cometidos, fue la sede hasta mediados del siglo
XX de la Escuela de Medicina de la Universidad de México. Los
escribanos por tradición se han situado del lado del Portal de
Evangelistas, para ofrecer sus servicio en un principio a las personas
interesadas en que se les redactasen cartas u oficios, si bien en la
actualidad se han diversificado, dentro del mercado de las impresiones.
La actividad y los atractivos de este espacio han sido ilustrados en
cintas como Nocturno a Rosario (1991) o El Profeta Mimí (1972), en la
que además es posible ver al actor Ignacio López Tarso en un papel
inusual para él, muy bien llevado por cierto: el de un multihomicida
que se oculta tras la apariencia de un tímido escribano. (Del libro Una
ciudad inventada por el cine, Hugo Lara Chávez, Cineteca Nacional,
México, 2006)