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2017-05-23 00:00:00

Cannes 2017: «Jeannette, la infancia de Juana de Arco», una epifanía musical al estilo de Dumont

Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (en exclusiva)

«Jeannette, la infancia de Juana de Arco», la más reciente película de Bruno Dumont, apenas fue estrenada en el Festival de Cannes 2017 en el marco de la Quincena de Realizadores, provocando mucho interés y controversia por su estilo musical, su carga ideológica y el atrevimiento caraceterístico de su director.

La película empieza en 1425, cuando Juana de Arco no se ha convertido aún en la heroína que todos conocemos. Es una niña de ocho años que todos llaman Jeannette  (o Juanita, en español), pero ya a esa edad quiere echar fuera de Francia a los invasores ingleses, si bien en la realidad o leyenda original, eso ocurrió cuando era un poco mayor. En lo que sigue del filme, veremos dos etapas de Jeannette : la de ocho años y después la de 14 años, momento en que ya Juana de Arcos acudirá para pedir una escolta y convencer al futuro rey de pelear para expulsar a los ingleses.

La «Jeannette…», de Bruno Dumont, es un musical con una banda sonora original de Gauthier Serre (alias Igorrr), cifrada en electro pop. El guión nos propone una adaptación muy fiel de la gran obra del poeta francés Charles Péguy : «Jeanne d’Arc » (1897) y «Mystère de la charité de Jeanne d’Arc» (1910).

Ya mediante estos detalles sabemos que vamos a entrar en una obra muy específica, tanto por las referencias históricas que en Francia casi todos conocen y por la cantidad de adaptaciones cinematográficas que se hicieron de este mito fundador de Francia.

Bruno Dumont lo precisó de modo claro en las charlas que siguieron la proyección en la Quincena de Realizadores: todos los textos vienen de las obras poéticas de Charles Peguy, tanto las canciones como los diálogos no cantados (que son pocos). La rítmica de la poesía calza muy bien con las preguntas místicas de la niña Jeannette. Como se puede imaginar, no es un musical hollywoodense.

Lise Leplat Prudhomme, la actriz de ocho años (en el papel  de Jeannette) estudió canto pero no es una cantante, pues la realización privilegió la forma en que suenan sus palabras, sus rezos, sus llamadas a dios y a la virgen. Son preguntas místicas y al mismo tiempo son palabras poéticas que expresan sus creencias como las supersticiones populares de aquel periodo. De cierto se puede considerar que su papel es realista, tanto por su contexto como por la poesía que expresa.

Evidentemente pasa lo mismo con el papel desarrollado por la Juana de Arco de catorce años, a cargo de la actriz Jeanne Voisin. Esta segunda interprete se puede considerar como ls histórica Juana de Arco pues es ella la que emprende el viaje hacia el castillo del futuro rey.

La propuesta cinematográfica de Bruno Dumont se enfoca, tanto por su puesta en escena como por su reflexión, en la búsqueda mística de una niña muy creyente que vive la relación con Dios y con los hombres de modo muy estrecho. Son sus creencias lo que dan vida de modo evidente a lo que ve día a día. Jeannette interpreta la miseria de los campesinos y de los pastores como una prueba de su fe a Dios, y a su vez espera por ello una señal que lres regrese un poco de dulzura y de esperanza a la vida cotidiana de sus seres amados. Esta niña canta, baila, ama al Dios en el que cree profundamente. Y cuando los santos y las santas aparecen tienen caras de los santos que ella conoce. Los enviados de dios se le parecen a las estatuas que ella, pequeña pastora, ve de costumbre en la iglesia.

Las locaciones son muy sencillas, son agrestes, pues Jeannette vive en el campo, entre colinas y ríos, entre pastizales donde come su rebaño de ovejas. Bruno Dumont no filmó en el pueblo o la región de Lorraine donde vivía Juana de Arco, sino en el norte de la Francia, en su región cerca del mar, en el mismo lugar donde filmó sus dos últimas películas  (« Le Petit Quinquin », en especifico). Lo que busca el director no es una reconstitución histórica sino la verdad interior de sus personajes. 

De ese modo, podemos tocar las raíces de lo que pudor ser el fenómeno «Juana de Arco ». Podemos asomarnos al fervor místico de esta niña y comprender como hoy uno, como muchos, puede ser ateo y no creyente, pero seguir fascinado por Juana de Arco.

Bruno Dumont nos propone una mirada fuerte y audaz sobre uno de los mitos constituyentes de la identidad francesa durante siglos. Y como su mirada es cinematográfica, se puede estimar que cruza (con su propia personalidad y decisiones estéticas) por caminos cercanos a los de los grandes autores que se aproximaron a Juana de Arco.

Pienso en especial a «La Pasion de Joana de Arco» de Carl Dreyer (1928), «Juana de Arco en la hoguera» de Roberto Rossellini (1954), «El Proceso de Juana de Arco» de Robert Bresson (1962), así como otros tantos que decidieron acompañar a los campos de batallas a la joven liberadora. Para quien no lo sepa, la heroína católica tuvo que esperar dos siglos para que Roma decidiera santificarla. El texto original de Charles Péguy fue escrito cuando él era muy joven, de ideas socialistas y ateo, aunque años después cambiaría esa postura.

Pero Dumont no fue atraido a esta historia por las batallas o las prisiones en las que Juana estuvo cautiva, sino por sus puntos de reflexión espiritual. La película de Bruno Dumont es conmovedora, tanto para los que creen en Dios como para los ateo, es una característica que vale la pena precisar de esta obra. En suma, «Jeannette, l’Enfance de Jeanne d’Arc» es controversial para ciertos cinéfilos pero no por cuestiones de fe, sino  porque no gusta mucho este tipo de cine musical.


Jeannette, l’Enfance de Jeanne d’Arc   de Bruno Dumont
Francia, 2017, 105minutos

Quincena de Realizadores