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2017-06-08 00:00:00

Crítica: «La Momia». ensalada mixta de viejos espantos

Por Hugo Lara Chávez

La originalidad es un viajero que frecuenta poco Hollywood, de hecho cada vez menos que antaño. La vieja Meca del Cine se ha convertido  en la capital mundial del fast movie, la comida rápida del cinéfilo de la que poco debe esperar: platillos ascépticos, presentados de forma estándar, con porciones grandes, precio popular y sabor condimentado, pero que ningún paladar medio exigente lo tomaría en serio. Así son los blockbuster de Hollywood y así es también “La Momia” (2017), filme dirigido por Alex Kurtzman , situado entre las aventuras y el terror, con el sello de las tramas de acción que identifican a su protagonista estrella, Tom Cruise.

La película es una mezcla de viejos trucos bajo una nueva combinación no necesariamente afortunada. Nick (Cruise), es un mercenario y traficante de piezas arquelógicas al servicio del ejército de los Estados Unidos en Irak. Junto a su amigo Chris (Jake Johnson) llega a un poblado en medio del desierto donde se encuentra la tumba de Ahmanet (Sofia Boutella ), un reina egipcia maldita, cuyo mausoleo subterráneo es descubierto después de un bombardeo. Una vez que los militares se apoderan de la zona, aparece la arquéloga Jenny Halsey (Annabelle Wallis), quien toma a su cargo la inspección del sarcófago donde yace la reina y su traslado a Londres. Durante las maniobras, Nick despierta sin saberlo a Ahmanet, quien lo somete bajo su dominio aunque no completamente. Pero cuando están por llegar a Londres en avión, se manifiesta el poder mítico de esta poderosa villana que aspira a concluir un rito ancestral interrumpido siglos antes.

“La momia” es uno de los viejos monstruos del cine, que data de la versión de 1932 dirigida por Karl Freund y protagonizada por Boris Karloff, la cual inspiraría otra célebre verisón de Terence Fisher en 1959 con Peter Cushing y Christopher Lee, así como una exitosa saga más reciente estelarizada por Brendan Fraser y Rachel Weisz a partir de la versión de 1999 (hasta el cine mexicano tiene sus apropiaciones de este espanto, en filmes como “La momia azteca”, de 1957).

Sin embargo, en esta nueva película, la gran novedad es que se trata de una momia femenina, tatuada y algo sexy en estilo muy “darks”. Por lo demás, los recursos a los que apela el director Alex Kurtzman, que busca sembrar humor a lo largo de toda la narración, no son muy originales: echa mano de John Landis y “Un hombre lobo americano en Londres” (1981) para copiar el espectro del amigo muerto, que se le aparece al protagonista de vez en cuando; da propiedades zombificadoras a la tal reina Ahmanet, quien puede convertir a cualquier persona en un súbdito voraz; echa al ataque a miles de aves, ratas o arañas como plagas indestructibles, etcétera. Ya el colmo de este barroquismo en el peor sentido del término, es la inclusión del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, célebre personaje literario de Robert Louis Stevenson, que en esta película es encarnado por Russell Crowe.

Desde hace años, Hollywood ha intentado hacer el cruce de personajes fantásticos en filmes que por lo regular han resultado un fracaso, como la insufrible “Liga de los caballeros extraordinarios” (2003). Aquí continúa esa tendencia y parece que la interconexión con otros personajes fantásticos (con guiño a los superhéroes) será un sello de este filme en caso de ascender a saga. Por ahora, lo que realmente ocurre, es generar más confusión en un guión que deja varias cosas en la ambigüedad.

Por su parte, Tom Cruise desarrolla un personaje soso, un cínico aventurero, rudo pero algo tonto que no sabe bien lo que ocurre a su alrededor. Pero aun así se gana los favores de la chica de la historia por la que también se sacrifica, incluso a pesar de que Jenny es casi tan sosa como él.

Adererzado con vértigo, explosiones, persecusiones, algunos gags divertidos y varios sustos, “La Momia” es un combo que ofrece el servicio fast food para un cinéfilo poco exigente: lo llenará mientras la come, pero no tiene ningún otro valor... ya ni se diga algo nutrimental.