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2018-02-16 00:00:00

«El Ángel Exterminador» va a la ópera

Por Arturo Garmendia

Hubo un tiempo en que el cine, sobre todo si quería  allegar prestigio a sus producciones, acudía a los argumentos de la novela, el teatro u la ópera. Pareciera que el tiempo es circular y ahora el teatro y la ópera son los que vienen a buscar el apoyo del cine. Tal es el caso de la ópera que, por parecer vanguardista, ha buscado inspiración nada menos que en el cine de Luis Buñuel.

En 2016 se estrenó en el Festival de Salzburgo la ópera "El ángel exterminador" (·"The Exterminating Angel") del compositor judío norteamericano Thomas Adés, a partir de un libreto de Tom Cairns basado en el argumento de Luis Buñuel y Luis Alcoriza de su cinta de 1962. El año pasado se llevó a cabo una nueva representación en la catedral de la ópera estadounidense, el Met de Nueva York, que gracias a la difusión por vía electrónica pudo llegar a varios países, entre otros a México, a esta capital y a León, Guanajuato.

La soprano Audrey Luna incorpora el papel de La Valquiria, que en el cine hiciera Silvia Pinal.
 

Como se recordará, en esta ácida comedia de Buñuel un grupo de aristócratas llega a cenar a una mansión de la ciudad de México (en la calle Providencia), sólo para darse cuenta de que no pueden salir de la sala. Los sirvientes han tenido una extraña compulsión de huir. No hay explicación para su repentina parálisis. Ellos mismos no pueden comprenderlo. Pasan los días, y el aristocrático grupo comienza a oler mal y tener hambre. Para conseguir agua rompen un caño en la pared y utilizan una elegante vasija de porcelana para hacer sus necesidades. Una muchedumbre se reúne afuera, pero tampoco puede entrar. Las visitas atrapadas, una a una, se vuelven incoherentes y violentas, hasta que uno de ellos observa que han retornado por azar a las mismas y precisas situaciones que ocupaban antes de caer bajo el hechizo. Repiten textualmente las mismas frases previas a su encarcelamiento, y los sobrevivientes salen a tropiezos de su infierno. Poco después se vuelven a reunir en una misa en acción de gracias, pero esta vez, nadie puede dejar la iglesia. Aun los sacerdotes paran en la entrada y los feligreses se mueven alrededor sin poder atravesar el umbral.

Lo primero que hay que comentar es que, pese a su extrema duración (tres horas y media de música y canto, frente a los noventa minutos de la versión fílmica), la ópera sigue fielmente la narración de su modelo, si bien reduce el número de invitados de 21 a 15. Conserva aún detalles tan característicos de Buñuel, como la irrupción de corderos en la sala de estar, el oso y la mano tronchada que repta por el piso. Incluso se atreve a hacer chistes privados: como se recordará, en un momento dado uno de los huéspedes pide a una invitada que interprete al piano “una sonata de Paradisi”. En la ópera la solicitud es para interpretar “una pieza de Adés”, jugando con el apellido del compositor y la contraproposición Paraíso e Infierno (Hades).

Por lo demás, resulta curioso que, mientras la película carece de toda música, esta es la esencia del bel canto. En este aspecto, las reseñas destacan cómo el arpa es uno de los instrumentos que más relevancia tiene en la obra, y la innovación que significa la inclusión de las ondas martenot, que agregan un toque misterioso a una partitura que bascula entre el romanticismo tardío y la atonalidad, para plasmar esa atmósfera de encerramiento que destila el texto.

Adés utiliza un lenguaje musical ecléctico, que va de Wagner a Mussorgsky, Bartók, Ravel y Shostakovich; de la canción del siglo XII a la polifonía coral, pasando por el flamenco y Stravinsky. El tierno pacto suicida que entonan los jóvenes amantes antes de privarse de la vida es uno de los momentos más fuertes, lo cual hace justicia a la devoción de Buñuel por el tema surrealista del amor más allá de la muerte. Incluso la obra tiene un interludio titulado ¡por supuesto! Tambores de Calanda. [1]

Si algo hay que reprochar sería la decisión del compositor de incluir, hacia el final de la obra, un poema judío del siglo XIII:

Sion, ¿preguntas si los cautivos están en paz…
los pocos que quedan?
Grito como los chacales cuando pienso en su dolor;
pero, soñando con el fin de su cautiverio,
soy como un arpa para sus canciones.

Como señala la analista musical  Fionna Maddocks sobre estos versos: “Su música es conmovedora, o pudiera haber sido conmovedora si hubiera aparecido en una ópera diferente. El poema es uno de los más sentimentales pedidos de redención del judaísmo. Pero los visitantes en la fiesta de Buñuel no quieren redención. Por el contrario, mientras sus tribulaciones continúan, no se vuelven más contritos sino más crueles, exigiendo fervientemente el asesinato de su anfitrión, justo antes de que una serie de eventos inconexos los libere… por el momento. Todo es una broma grotesca, y Adès pierde el cierre: Realmente todos morirán, como representantes de su cultura y casta, porque el cielo ha enviado un ángel a exterminarlos.

La pareja de amantes suicidas, uno de los momentos fuertes del drama.


”La ópera concluye con una multitud sobre el escenario, aparentemente imposibilitada de pasar a través de una gran puerta.  Se elude así la escena final en la iglesia, que es el cierre de la película: la Providencia ha jugado al gato y al ratón sólo para atraparlos en otro juego. Los sabios judíos escribieron acerca de la misericordia, pero Buñuel no tiene interés en la piedad porque sabe que ninguno de sus personajes la merece, y su Ángel Exterminador es un implacable instrumento de justicia. Adès deja el final en la ambigüedad, ahí donde Buñuel cierra con un portazo de buen gusto”.[2]

Con todo, la ópera ha cruzado el umbral que la separaba del cine, y ahora el ejemplo cunde. Pasa empezar, hace apenas unas semanas, en Madrid se ha estrenado la versión teatral del mismo asunto: la Compañía Teatro Español, que dirige Blanca Portillo. ha montado un Ángel Exterminador en adaptación escénica de Fernando Sansegundo; mientras que en Filadelfia se presente otra ópera, Rompiendo las olas, basada en la película de Lars von Trier de 1996 que, como se recordará, es la historia de una joven rústica que es obligada por su marido a prostituirse cuando queda accidentalmente paralítico, a efecto de que le narre sus experiencias sexuales. La ópera es recomendada para “audiencias maduras”, toda vez que incluye escenas crudas y desnudez integral.

NOTAS

[1] David P. Goldman El ángel exterminador en el Met. En:  http://www.tabletmag.com/jewish-arts-and-culture/music/248319/el-angel-exterminador-en-el-met

[2] Fionna Madocks. Crítica al Ángel exterminador, en Salsburgo, https://www.theguardian.com/music/2016/jul/31/the-exterminating-angel-review-thomas-ades-salzburg