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2018-05-15 00:00:00

Cannes 2018: «The House that Jack Built », la última provocación de Lars Von Trier

Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes

Hace ya años que Lars Von Trier no venía a Cannes. De cierta manera estaba vetado por el festival a raíz de un muy mal chiste que hizo en una rueda de prensa en el que ponderó el nazismo y a Hitler. Este año reapareció en el balneario francés con un nuevo filme fuera de la competencia oficial,  “The House that Jack Built”,  una historia sobre un asesino en serie a la que nada le falta en términos de provocación: homicidios —feminicidios en casi todos los casos—, sangre, destripados y golpes.  Con estos condimentos, mucha gente se salió a la mitad de la película en las proyecciones oficiales, por lo que no pueden considerarse que hayan sido exitosas.

Jack (Matt Dillon) es un asesino serial cuya vida es representada a través de cinco ejemplos, o sea, cinco crímenes. Para ello, el director escoge narrar desde el punto de vista del mismo criminal. Paso a paso nos describe el retrato de un psicópata que se presenta como perfeccionista en sus crímenes y en el tratamiento de las huellas dejadas por el acto criminal. Es muy maniático, muy obsesivo en la limpieza, hay escenas muy características en este aspecto. Es un personaje individualista, muy presumido y orgulloso de sí mismo, egoísta y pretencioso. Odia a las mujeres, las ve como seres tontos, sin cultura ni audacia.

Jack pretende ser ingeniero aunque su sueño era convertirse en arquitecto. A lo largo de la película lo vemos tratando de construir su propia casa cerca de un lago y luego destruyéndola. Así se muestra la casa como símbolo de una búsqueda casi mágica. Y de hecho, en un momento de la película, lo vemos recuperar los cuerpos de sus víctimas (escondidas en la cámara fría de un antiguo almacén)  y de construir algo que se le parece a una casa cuyas piedras son cuerpos congelados., como una especie de macabra escultura

El tipo admite haber matado a sesenta personas, casi siempre mujeres. Y recuerda también haber matado a su esposa y sus dos hijos, a quienes en una escena les dispara. Ese momento dejó varias butacas vacías en el Teatro Lumière. Para Jack, cada crimen es una obra de arte en sí. Lo que se pudiera entender como un crimen gratuito se afirma en la película de Lars Von Trier como una pulsión artística, como un homenaje a las mujeres. Evidentemente este tipo de actitud choca, provoca y enfurece al espectador. Pero uno no tiene que olvidar que aquí se trata del punto de vista de un psicópata y no del de Lars Von Trier.

Se puede interpretar que el director trata de ir a lo más profundo de la mente de un loco: ya de niño, en un breve flashback, vemos a un pequeño Jack con su padre en una feria, donde pesca un pato amarillo al que con sangre fría le corta una pata antes de echarlo al agua así dañado. 

Lo que hace posible entrar a aquel universo desquiciado y darle algo de sentido, es el dialogo invisible entre Jack y un desconocido llamado Verge (Bruno Ganz) que solamente vemos en los quince últimos minutos de la película. Verge puede ser la voz interior del personaje, pues no lo vemos hasta que la locura lo domina totalmente y la policía está a punto de atraparlo.

La angustia que el director consigue provocar en el público es sofocante. Y nos damos cuenta que más allá de las provocaciones del Lars Von Trier, este cineasta sabe filmar a un nivel tremendo, sutil y pesado a la vez, como bueno manipulador. “The House that Jack Built” es una película difícil pero se puede tratar de ver, bajo la advertencia de que a veces incursiona en el dominio de las pesadillas, reales a veces, sugeridas de modo permanente.