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2019-01-16 00:00:00

Crítica: «En el valle de las sombras»: un filme reconfortante y visualmente muy poderoso

Por Miguel Ravelo

Egresado de la prestigiosa Escuela Nacional de Cine, Televisión y Teatro de Lódz y luego de participar en los Festivales de Cine de Toronto y São Paulo, el realizador noruego Jonas Matzow Gulbrandsen presenta “En el valle de las sombras”, su primer largometraje. Matzow funge también como guionista al lado de Clement Tuffreau, y cuenta además con nombres tan relevantes como el de Zbigniew Preisner, el compositor habitual de la música de las cintas dirigidas por Krzysztof Kieslowski.

“En el valle de las sombras” nos cuenta la historia de Aslak (Adam Ekeli), un pequeño de 6 años de edad que vive en una vieja casona a las orillas de un espectral bosque en Noruega. La introducción al personaje se realiza a través de un hecho que le resulta extraordinario dentro de la usual tranquilidad del campo: la aparición de tres ovejas despedazadas después de una noche de luna llena. Provocado por los cuentos terroríficos que le comparte su amigo Lasse (Lennard Salamon), algunos años mayor que él, Aslak está convencido de que un hombre lobo es el causante de la muerte de los animales. Y es este detalle, la forma en la que el niño se explica lo que ocurre a su alrededor, en el que el realizador sustentará su historia; más tarde, junto al protagonista y Astrid (Katherine Fagerland), su madre, seremos testigos de una terrible pérdida familiar a la que ambos deberán enfrentarse.   

Inicialmente Matzow nos muestra las reacciones de Astrid hacia la pérdida que acaba de sufrir: encerrarse en su habitación, ignorar a su pequeño hijo y hundirse en una depresión hacia la que Aslak no sabe cómo reaccionar. A continuación la película se desarrolla mostrando el punto de vista del niño, haciendo especial énfasis en la manera en la que un pequeño de esa edad tiene que explicarse el mundo cuando no hay un adulto que le ayude a comprenderlo: a través de las historias de terror y fantasía que tan bien conoce. Aslak está convencido de que en el tétrico bosque cercano a su casa habita el monstruo que es el causante de las desgracias familiares, y decide realizar un viaje a lo más profundo del lugar para tratar de entender qué es lo que en realidad está ocurriendo en su vida.

Tanto la forma de narrar de Jonas Matzow como la espectacular fotografía de Marius Matzow, hermano del director, dan un giro en el momento en el que Aslak llega al bosque, como si de pronto la realidad quedara atrás; como si el director decidiera ahora contarnos el viaje del pequeño como si se tratara de una historia fantástica, justo como la ve él, pero sin dar muchos elementos claros que subrayen lo anterior. El trabajo de cámara, una muy lograda ambientación nebulosa en la que el propio bosque pareciera un monstruo esperando a devorar al pequeño, y la hipnotizante banda sonora del ya mencionado Preisner, bastan para lograr una conexión con el horror del pequeño al enfrentarse a lo desconocido, así como con lo necesaria que es su jornada para afrontar sus miedos y tratar de comprenderlos.

Matzow dirige su fábula con un ritmo muy pausado que pudiera tardar en ganarse la atención de los espectadores, pero tanto el carisma de su protagonista como la confianza que el director muestra en el público para no entregar abiertamente toda la información de su historia, funcionan para que la aventura de Aslak consiga mantener el interés. El viaje al bosque supone una jornada climática de despedida y liberación, pero lo que resulta verdaderamente atractivo son las conclusiones que el realizador deja en manos de los espectadores. Lo que realmente ocurrió dentro del bosque es algo que cada persona deberá decidir, basándose en los elementos otorgados por Matzow y en la muy personal visión de lo cotidiano.

Con sutileza, el director nos comparte que si como adultos el proceso de pérdida y aceptación es profundamente difícil, para un niño éste puede significar un viaje angustiante y tortuoso, especialmente si debe realizarse sin un guía que vaya haciéndole entender que este camino debe ser sufrido para llegar a su aceptación. Sea cual sea la conclusión a la que cada espectador llegue, el viaje vivido con Aslak habrá sido valioso. “En el valle de las sombras” deja ver en Matzow a un realizador interesante y con una sólida comprensión de que algunas historias deben cocinarse a fuego lento para conseguir un filme reconfortante y visualmente muy poderoso.

En el valle de las sombras (Skyggenes dal, Noruega, 2017, 91 mins.)

Director: Jonas Matzow Gulbrandsen. Guión: Jonas Matzow Gulbrandsen y Clement Tuffreau. F en C.: Marius Matzow Gulbrandsen. Música: Zbigniew Preisner. Edición: Mariusz Kus. Con: Adam Ekeli (Aslak), Kathrine Fagerland (Astrid), John Olav Nilsen (el extraño), Lennard Salamon (Lasse), Jørgen Langhelle (policía), Jone Hope Larsen (padre de Lasse). . Productor: Alan R. Milligan, Olav Mellgren, Lars Leegaard Marøy, Teréz Hollo-Klausen y Stine Blichfeldt. Distribuidora: Alphaville Cinema. Clasificación: B.