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2019-09-17 00:00:00

El acervo y sus demonios: El Alzheimer de la imagen en movimiento

Película de nitrato de celulosa en etapa avanzada de degradación. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauracion Digital de la Cineteca Nacional.



Por Alfonso Espinosa Rosas

Pareciera ser que una instintiva necesidad de plasmar nuestra visión de la realidad es una de las características que ha acompañado la evolución del Homo Sapiens y construido nuestra humanidad. Lo anterior, lo hemos realizado valiéndonos de nuestros sentidos y lo que estimulan en nosotros, imitando sonidos y reproduciendo imágenes que alimentan nuestra memoria para convertirlos en los principales elementos para describir nuestra existencia. El registro más antiguo de esta intención de reproducir o imitar la sensación de realidad, data de aproximadamente 20,000 años atrás, hablamos de una pintura realizada con carbón sobre uno de los muros de la cueva de Nerja en Málaga, España, la cual es una aparente representación de varias focas. Tal vez un registro de un día típico en aquellos tiempos.

Desde ese momento los esfuerzos de la humanidad no han parado en tratar de mejorar las formas y modos de reproducir nuestra sensación de vida, pasando por la invención de la fotografía hasta obtener la ilusión óptica de imágenes en movimiento en la última década del siglo XIX y gestar el nacimiento del cine, para posteriormente, alrededor de 1930, lograr dar una idea de realidad estimulando nuestros sentidos con colores y sonidos dignos de dar la sensación de estar contemplando la existencia a través de una ventana.

Sin darnos cuenta por la vorágine de lo que representó social y económicamente la industria fílmica y cinematográfica, habíamos inventado una máquina del tiempo, o al menos una ventana al pasado, a diferentes realidades y posibilidades. Pareciera que este registro audiovisual, nos permitiría jamás olvidar y hacernos eternos en este plano, algo que siempre ha perseguido el hombre. Antes de ser conscientes del acervo que estábamos creando, éste comenzó a desaparecer. The Film Foundation estima que la pérdida del cine mudo e inicios del sonoro, es decir los primeros 35 años del cine, están perdidos entre un 80 a 90% y aunque en menor medida, la pérdida de acontecimientos captados por una cámara no paró ahí. Pero… ¿por qué sucedió esto?

Bóveda de películas de Cineteca Nacional de nitrato de celulosa, ubicada en Ciudad Universitaria. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauracion Digital de la Cineteca Nacional.
 

En primera instancia la respuesta a la pérdida del acervo fílmico nos llevaría a la composición estructural de la película de nitrato de celulosa, primer soporte para conservar nuestros recuerdos en movimiento. Al ser un material químicamente inestable y altamente inflamable, nos haría pensar que su autodegradación lo llevó a la extinción provocando grandes incendios en acervos alrededor del mundo.

El segundo soporte de películas, el acetato de celulosa, si bien no es tan inestable como su antecesor, si no se resguarda en condiciones ambientales controladas, su degradación podría ser igual de agresiva que en el caso del nitrato. Ambos soportes constituidos en bases totalmente orgánicas como es la celulosa, al compararlos con compuestos sintéticos, tal vez nos haría pensar que su vida útil o fecha de caducidad podría no ser la más longeva. Sin embargo, hoy en día instituciones como Filmoteca de la UNAM y Cineteca Nacional resguardan miles de materiales audiovisuales en estos soportes orgánicos. Algunos de ellos, incluso sin condiciones ambientales controladas de temperatura y humedad, permanecen en estados óptimos de conservación, como es el caso de la colección de nitratos de celulosa que tienen aproximadamente 100 años de existencia. Este hecho evidencia que las cifras de las pérdidas de material fílmico, podrían no adjudicarse en mayor medida a razones de la naturaleza y composición de los soportes en los que almacenamos estas imágenes.

La segunda razón, quizá la más obvia y deliberada causa de la pérdida de imágenes, momentos, acontecimientos y ficciones captados en un instante de esta línea temporal que llamamos vida, ha sido y seguirá siendo el hombre.

Como ya se ha mencionado, tardamos demasiado tiempo en darnos cuenta de la importancia del cine y la imagen en movimiento en general, esto suponiendo que somos conscientes de lo que hemos creado con su invención. Como era de esperarse, la industria cinematográfica vio una gran área de oportunidad y cómo no explotarla, si lo que ofrece es una experiencia de visualizar y revivir la existencia. Los primeros tirajes de largometrajes no tenían posibilidad de sobrevivir debido a su destrucción posterior a su venta masiva por parte de los estudios, ya sea por falta de espacio o porque ya habían cumplido su cometido en términos estrictamente económicos o incluso porque después de su proyección en salas se devaluaban perdiendo interés comercial. Otro caso en los inicios de esta industria se dio cuando el sonido se reproducía en fonógrafos y la imagen en películas de celulosa por separado, lo que ocasionó la existencia de películas sin audio asociado, hecho que en su momento las marcó como material inútil o inservible y fueron desechadas. En todos los casos era mucho más rentable y de un mayor interés para los que conformaban esta industria, recuperar la plata contenida en las imágenes que daban vida a lo que era o imaginábamos que era otro tiempo. Hoy en día no estamos exentos de perder nuestras memorias depositadas en soportes digitales, pero esa es otra y muy extensa historia.

En México tuvieron que pasar casi 50 años desde la invención del cinematógrafo para que en 1942 la actriz y periodista Elena Sánchez Valenzuela creara y dirigiera el primer archivo fílmico del país para iniciar la recolección y preservación de recuerdos en formatos audio visuales. Setenta años después, más de un siglo posterior a la invención del cinematógrafo, en 2012 se crean las primeras instalaciones en todo el país especializadas en la restauración y recuperación de material fílmico con el “Laboratorio de Restauración Digital Elena Sánchez Valenzuela”, en la Cineteca Nacional, dándole prioridad al rescate del material que pertenece a la primera mitad del siglo XX de esta, tan mágica y con tan poco interés de preservarse, industria fílmica y cinematográfica. 

Diagnóstico y primer acercamiento a películas en etapas avanzadas de degradación. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauracion Digital de la Cineteca Nacional.

 

Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural.


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