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2020-08-13 00:00:00

Crítica: «Family Romance, LLC»: artificialización de las relaciones humanas

Por Renee Ylizaliturri.

‘Family Romance, LLC’ (2020) es una película que, desde un tono muy experimental, se colma críticas resonantes que no dejan de ser comunes en un director de visión tan honesta y rampante como es la del alemán, Werner Herzog. Nos encontramos con una historia que, en su sublime dinámica contemplativa y voyeurista de bellos fotogramas, relata una realidad realmente estruendosa dentro de Japón, y seguramente muchos rincones del mundo. Es una historia que gana en universalidad, por la forma en que puede acertar a definir el distanciamiento que sufrimos en nuestras relaciones y el vacío de emociones que cada día entendemos menos cómo llenar, porque el mundo nos pone trampas para que, al contrario, nos vaciemos aún más.

La película plantea la historia de una empresa nipona, bajo el nombre de Family Romance, que funciona por medio de un servicio muy parecido a la prostitución, pero en lugar de vender cuerpos para el placer de la copulación, distribuyen actores; personas preparadas para hacer un rol deseado por el cliente. Tenemos a un hombre contratado por una joven para asumir el papel de padre, ya que el original había desaparecido. Observamos entonces a una mujer, con la idea frustrada de revivir este nexo que no quedó bien cerrado, como la principal trama entre muchas que se viven en este falso documental/drama, es complicado definirla. 

Werner Herzog ha sido alabado por sus labores como documentalista, pero bien ha sabido apañarse dentro del terreno de la ficción. Lo realmente curioso en las historias que se producen como invenciones, es que el estilo fílmico llega a confundir a muchos al momento de presenciar uno de sus tantos filmes. Tanto las tomas, como la honestidad en diálogos, hace creer que se está publicando un documento audiovisual, que encuentra anécdotas de valor sobre estos servicios dentro de Japón. Durante tres meses, Herzog consiguió narrar una sublime historia, prácticamente sin un guión completo. Se acercaría a las personas en Japón que buscan el servicio, como quiénes lo disponen, para encontrar en las conversaciones e interacciones de este juego de roles, una historia que contar sobre la universalidad de la actuación, y la demostración de que la condición humana nos hace seres que pretenden, y que ser auténticos, es una tarea sumamente complicada. Ninguno de los diálogos en pantalla, o prácticamente ninguno, está consignado en papel, como confesó Herzog al diario El País. 

La aventura que tiene Ishii, el hombre que trabaja para esta empresa de roles, con más de 800 empleados, explora momentos difíciles, que no demuestran otra cosa que las complicaciones que vienen de buscar una emoción tan honesta como el amor o la decepción de un padre. Al final, actuar es mentir, y le cuesta mucho al protagonista aplicarse de manera convincente. Es curioso pensar que si bien él es actor, ella también lo es por inercia, en la tarea frustrada de actuar como si estuviese con su padre. Cuando él se reúne con la madre, como si fuese su esposa, se enteraría que el padre es un alcohólico, y entonces es cuando su actuación puede bajar al estadio de decepción, hasta perder la capacidad de seguir en el rol de un hombre que ha sido tan deplorable con su niña. 

La historia encuentra momentos curiosos en nexo con su música, consiguiendo que por la mención de un diálogo como “No merecemos amar o ser amados”, cambie el tono del piano acostumbrado que acompaña la película, para que entren cuerdas de gran estridencia, que refrescan la idea de robots y máquinas. Es una manera brillante de manifestar la idea de la artificalización; ergo de las conversaciones, del tacto humano, de los sentimientos entrañables que nos unen en el mundo. En este sentido, es la película una visión que da alarma sobre lo que nos ocurre, y el cordón umbilical entre humanos y humanidad, que nosotros mismos nos estamos encargando de cortar. 

A lo largo de la trama, vemos a este hombre de rol pasear en tren, destacando algunos planos de guerrilla, debido a la prohibición de filmar a bordo. La filmación en tren es muestra de la rebeldía de Herzog, que además tiene sus apariciones e intervenciones y que pintan el drama como a un documental, sello imborrable en el cine del ilustre cineasta de Alemania. Junto a ‘Aguirre, The Wrath of God’, y ‘Cave of Forgotten Dreams’, el propio autor califica su última entrega como “Una de sus esenciales”.


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