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2023-12-29 00:00:00

Apostillas al libro «Pancho Villa en el cine»

Foto: Procine
 

Por Eduardo de la Vega Alfaro

Bajo las mismas premisas planteadas en el primer párrafo de “Apostillas a Zapata en el cine”, toca ahora hacer lo propio con su libro complementario “Pancho Villa en el cine”, mismo que integra dos ensayos, el primero “El imaginario de Pancho Villa y el villismo en el cine mexicano”, debido a mi autoría, y el segundo, “Héroe y forajido. Pancho Villa en el cine internacional”, escrito por Hugo Lara. Editado por el Gobierno de la Ciudad de México vía su Secretaría de Cultura, PROCINE, et. al., dicho texto, como se dio a conocer por medio de estas mismas páginas, se presentó por vez primera el pasado 20 de julio en la Cineteca Nacional, coincidiendo con el Centenario del asesinato del “Centauro del Norte” en Parral, Chihuahua, el poblado que le gustaba “hasta para morir”, según lo dijo varias veces.

Si tomamos en cuenta las investigaciones de Jesús Vargas, autor del muy interesante y penetrante libro “Villa bandolero”, Editorial MR, Ciudad de México, 2018, 237 pp., bien podemos colegir que cuando los primeros aparatos difusores de imágenes en movimiento llegaron a México, es decir en el bienio 1895-1896, hacia mediados de la prolongada dictadura de Porfirio Díaz, el después afamado militar revolucionario se dedicaba a delinquir en territorio del Estado de Durango bajo las órdenes de Ignacio Parra Macías, otrora miembro de la banda del asimismo legendario Heraclio Bernal. Por lo tanto, con base al uso que Villa hará del medio fílmico sobre todo en su etapa de esplendor como revolucionario al frente de la División del Norte, cabe preguntarse, ¿cuándo pudo ser Villa espectador cinematográfico por vez primera en su azarosa y complicada vida? ¿Cuál o cuáles fueron las primeras películas que conoció y dónde ocurrió tal acontecimiento? ¿Con qué personajes e intérpretes de las cintas que vio se identificó más? Estas interrogantes no han sido suficientemente indagadas, y hasta es posible que nunca se les dé respuesta con plena certeza.

Sin embargo, no resulta descabellado suponer que acaso fue en la Ciudad de Chihuahua, capital del Estado del mismo nombre, donde, luego de la Toma de Ciudad de Juárez, ocurrida en mayo de 1911, en la que Villa fue uno de los comandantes, el antes bandolero, para entonces ya casado y hasta cierto punto ajeno a las luchas revolucionarias, haya presenciado por vez primera el espectáculo fílmico en espacios como el “Salón Rosa”, el “Cine Alcázar” o el “Centenario”, que iniciaron sus respectivas operaciones entre 1909 y 1911, de lo cual tenemos conocimiento gracias a las indagaciones pioneras de Alma Montemayor en su ensayo Cien años de cine en Chihuahua, editado en 1998 por el Instituto Chihuahuense de Cultura. Ítem más: por una foto autografiada que se preserva en la Cineteca Nacional, es posible imaginar que Villa fue admirador de William S. Hart, acaso el primer gran cowboy propuesto por el cine estadunidense. Lo que sí está claro es que, en algún momento de su regreso a las armas para participar en los combates contra la rebelión del resentido Pascual Orozco contra el gobierno maderista y, luego, con el afán de derrocar al régimen neodictatorial del usurpador  Victoriano Huerta, Villa se percató plenamente de la importancia que el popular invento podría tener a su favor y al de la causa militar que llegó a encabezar.  Y cada que le fue posible lo usó en consecuencia.

Entre las carencias del ensayo del que soy autor mencionemos ahora que, de acuerdo con la Filmografía del cine mudo mexicano 1920-1924, obra de Aurelio de los Reyes, UNAM, México D. F., pp. 61 y 64-65, el 11 de agosto de 1920 los cines capitalinos Venecia, San Juan de Letrán, San Hipólito, Casino y Briseño, estrenaron la cinta “Rendición de Villa en Sabinas Coahuila” (de la que existen algunos fragmentos en el archivo de la Filmoteca de la UNAM), mientras que, pocas semanas después, concretamente el 1 de septiembre de 1920, las salas San Hipólito, Trianón Palace, San Juan de Letrán, Venecia, América, Cervantes y Fénix difundieron el corto o mediometraje “Villa íntimo” que, entre otras imágenes incluía al otrora jefe supremo de la División del Norte “[…] en la intimidad en el rancho del Amparo, propiedad de Raúl Madero [y el] ‘licenciamiento de las tropas de Villa en Tlahualilo’ […]”.

Tampoco mencionamos que, pese a que no aborda de manera frontal a Villa o al villismo, hay una importante película de ficción que sí tiene un punto de interés tanto con el caudillo de origen duranguense, como con el movimiento armando que llegó a comandar. Se trata de “Río Escondido” (1947), una de las obras más significativas de Emilio Fernández, en la que el torvo cacique Regino Sandoval, interpretado por Carlos López Moctezuma, se presenta en pantalla haciendo alarde de dominio de un caballo para luego tratar de tomarse un retrato “tan chulo [como el de] mi general Pancho Villa cuando entró a Torreón”, intento en el que fracasa, lo que desata su ira contra el animal que lo derribó. Con ese detalle, un tanto insólito en la obra fílmica de Fernández, quien no pocas veces declaró su simpatía por Villa y Zapata, se implica el caso, que por supuesto que no dejó de haber, de algunos jefes villistas que una vez consolidado el triunfo del carrancismo-obregonismo-callismo, quedaron convertidos en poderosos caciques pueblerinos por obra y gracia de la gran capacidad de cooptación implementada por el Estado postrevolucionario.

Asimismo, en otra obra de enorme significación,  “La soldadera” (1966), del entonces joven José Bolaños, obra precursora de lo que después se conocería como “Nuevo Cine Mexicano”, Villa y el villismo era encarnado en la torva y brutal figura del jerarca militar Nicolás (Narciso Busquets, espléndido), que en un momento dado convertía a Lázara (Silvia Pinal) en su pareja para que le sirviera de objeto sexual y lo acompañara bajo la promesa de darle una casa hasta que, en lo que se supone un enfrentamiento con el ejército carrancista, él moría y ella pasaba a integrarse a los vencedores definitivos del caótico movimiento revolucionario iniciado años atrás por Madero. Con un lenguaje fílmico desorbitado y a veces anticlimático, Bolaños marcó una de las más sólidas pautas a la revolución temática y estética que ya le era sumamente necesaria al cine nacional, lo que se tradujo en un relativo éxito económico del filme (cinco semanas en sus salas de estreno) y, sobre todo, en no pocos elogios por parte de la crítica especializada de su momento.

Fuera de nuestro original recuento quedó también un caso sumamente curioso y bastante logrado: “Los trashumantes” (2009), ejercicio fílmico para el CUEC-UNAM realizado por Federico Cechetti con 22 minutos de duración, producto de un itercambio académico con la Escuela de Cine de Roma, Italia. La trama conjuga los avatares de tres exhibidores y cineastas pioneros (uno de ellos clara referencia intertextual al genial Georges Méliés), que se ven involucrados en la filmación de la magna cinta hollywoodense financiada por la Mutual y dedicada a exalatar la vida del general Villa (Enoc Leaño, ya infaltable en ese papel, aunque aquí también interpreta a un oportunista coronel carrancista), lo que incluye una historia de amor, trepidantes persecuciones diversos momentos jocosos y no pocos homenajes al cine de las primeras épocas.

Un tanto al margen de lo que serían las películas elaboradas para ser vistas en salas cinematográficas, quedaros otros casos de los que, rumbo a finales del año del Centenario del asesinato de Pancho Villa, hacemos un breve pero necesario recuento, aunque sin duda merecen estudiarse más a fondo en otro espacio, como lo estaría, en primer término, “Pancho Villa. El Centaruro del Norte”  (2022-2023), serie de diez capítulos de ficción de Rafa Lara, a su vez autor del excelenete guión junto con Enrique Rentería, grabada en locaciones jaliscienses para la plataforma Star Plus y protagonizada por Jorge Gutiérrez con espléndida fotografía de Jordi Panell. La serie se acoge a la idea de que “sta historia está inspirada en hechos reales. Los personajes y sucesos representados son producto de una creación con fines dramáticos. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia”. En lo que parece ser un eco de la estructura narrativa de “Tierra y libertad”, el guion de José Revueltas dedicadado a Emiliano Zapata, la serie da principio con el asesinato de Villa para regresar en el tiempo hasta el momento en que el joven Doroteo Arango debe huir del lugar donde es uno más de los superexplotados peones, ello por haber tratado de salvar el honor de una de sus hermanas.

A partir de allí, el trayecto vital del líder militar oriundo de la sierra de Durango se basa, sobre todo, en la magna biografía de Villa publicada  por Friedrich Katz; esto le otorga a la serie un gran rigor, no exento de algunos momentos que se decantan hacia lo legendario y lo mítico (alusiones a la “Sanra de Cabora”), que de todas formas fueron y siguen siendo partes medulares de todo lo relacionado con la figura histórica de Villa. Otro acierto de este trabajo, que sin duda tiene un reparto muy disparejo, lo que opera en contra de la obra en su conjunto, es el de iniciar cada episodio con la voz del intéprete de Villa ilustrada con selectas y bien balanceadas imágenes de archivo. Como dato complementario digamos que Héctor Molina Mendoza intepreta, en un solo capítulo de la serie, el papel de Emiliano Zapata; algo análogo había ocurrido con Joaquín Cossío, el intérprete de Villa en la ya mencionada serie televisiva Zapata, un amor rebelde (2004), de Walter Dohener.

Con 95 minutos de duración y financiado por History Channel, “Pancho Villa. Aquí y Allí” (2008), del cineasta argentino Matías Geilburth, resulta de sumo interés por tratarse de una especie de versión filmada de la exitosa biografía elaborada por Paco Ignacio Taibo II en torno al Jefe Supremo de la División del Norte.  Más allá de errores gruesos como señalar que Villa se escapó del Palacio Negro de Lecumberri cuando en realidad lo hizo de la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco, la película, cuyo eje es el mismo autor del texto, a veces acompañado por sus colegas Jesús Vargas y David Dorado Romo, tiene el mérito de ir mostrando los principales sitios donde ocurrió la vida y la acción social del otrora bandolero, al tiempo que se evocan los momentos definitivos de su obra política y militar. En su afán de minuciosidad y didactismo no exento de humor, se recurre a seguir la huella del villismo a partir de fotografías, imágenes documentales de época, un hombre disfrazado con uno de los atuendos típicos del líder duranguense que habla a la cámara e incluso alguna obra pictórica de Arnoldo Belkin basada en el célebre retrato en que los máximos líderes de la revolución agrario-popular (Villa y Zapata) se tomaron en Palacio Nacional. El recorrido histórico, pero también físico, va de la pequeña casa del rancho de la Coyotada al desértico terreno en el que finalmente fuera sepultado el cercenado cráneo de Villa, esto producto de una apuesta surgida entre ebrios militares obregonistas, pasando por lo que ahora es Columbus, la desvencijada casa que habitó el militar legendario en El Paso, Texas y, entre muchos otros espacios,  el Monumento a la Revolución, “incómodo” para los supuestos restos del héroe revolucionario llevados desde el panteón de su querido Parral.

La antes mencionada obra Geilburth-Taibo II pareció marcar la pauta para una serie de documentales y docudramas destinados a la televisión y todo tipo de plataformas, incluidas las redes sociales. Entre lo más dignos de destacar están “El asesinato de Pancho Villa: La conspiración” (2013), de Emilio Maillé y “Pancho Villa, se busca vivo o muerto” (2016), de Carlos Bolado, ambas patrocinadas por Discovery Chanel; “Pancho Villa X o Pancho Villa. El Centauro del Norte” (2015), de Ralph Haiek, a quien se acredita como “director de contenidos”; “Francisco Villa y Emiliano Zapata: el norte y el sur de la Revolución” (2015), de director ignoto y “Villa en Columbus” (2016), de Arturo Escajadillo, ambas producidas por el Canal 11, y “Pancho Villa. Leyenda infinita” (2017), de Carlos Gallegos Pérez. Las obras de Heinik y Gallegos Pérez carecen del crédito de producción, al menos reconocible en las versiones a las que actualmente se puede acceder vía YouTube. En el primero de los trabajos mencionados se explica a detalle y con recursos audaces en cuanto a su estructura narrativa, los motivos profundos que, a escala local, nacional e internacional, llevaron al complot que finalmente dio muerte al ya para entonces retirado militar oriundo del rancho de La Coyotada, quien, de una forma o de otra, seguía representando una seria amenaza para Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, los caudillos sonorenses que ya tenían más o menos armado el juego sucesorio en la Presidencia del país, lo que implicaba hacer a un lado a su paisano, Adolfo de la Huerta, quien años atrás, en su calidad de Presidente Provisional, tras la muerte de Carranza, había logrado la rendición del ejército comandado por Villa. Diversas dramatizaciones se alternan de manera eficiente con comentarios de historiadores como Martha Loyo, Jane Dale Lloyd Daley, Jesús Vargas, Ilán Semo, Pedro Salmerón, el mayor Antonio Campuzano Rosales y el escritor y cineasta Guillermo Arriaga, entre otros.

Por su parte, la obra de Bolado, fue realizada para conmemorar en términos fílmicos la incursión del otrora bandolero duranguense en territorio estadunidense, ello en su afán de venganza contra el gobierno de Woodrow Wilson (que ya había dado su reconocimiento formal y apoyo logístico a los carrancistas) y para generar una confrontación internacional entre México y su vecino del norte.  Aparte de dramatizaciones bien producidas y que se observan como homenajes a westerns clásicos, Bolado recurrió a algunos de los mismos historiadores que aparecen en la antes mencionada película de Maillé (Semo, Vargas, Campuzano, Lloyd Daley), a quienes se agregan Guadalupe Villa, John Mason Hart y Josefina Moguel. A su vez,  “Villa en Columbus” inserta opiniones de especialistas como James Kellog, Pedro Salmerón, Javier Garciadiego, Lorenzo Meyer, Paco Ignacio Taibo II, Jesús Vargas, José Roberto Hernández y Pablo Yankeleich y asimismo analiza algunos de los otros pormenores de la temeraria invasión villista en el epónimo poblado estadunidense para llegar a la conclusión de que, pese a todo, esa maniobra militar implicó una especie de resurrección del legendario movimiento encabezado por el “Centauro del Norte”.

Como su título indica, “Francisco Villa y Emiliano Zapata: el norte y el sur de la Revolución” (50 minutos de duración) establece contrastes, contradicciones y formas de complementos entre los líderes de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur además del respectivo impacto que sus ejércitos popular-campesinos tuvieron en el conjunto del movimiento armado de 1910-1920. Ello implica el despliegue de agudas opiniones y reminiscencias  por parte de Jesús Vargas, Javier Garciadiego, Paco Ignacio Taibo II, Luciano Lara, Salvador Rueda, Francisco Pineda, Diega López,  Joaquín Práxides, Pedro Salmerón, Samuel Villela, Laura Espejel y José Holguín, a más de una acertada selección de fotos y fragmentos documentales que por supuesto elogian, al tiempo que marcan sus limitaciones, la alianza militar convencionista que alcanzó una demostración de poder con la toma de la capital del país hacia fines de 1914.

Dividida en cuatro capítulos para una hora respectiva de transmisión, "Pancho Villa X" es un relato ambicioso y bien logrado que no solo contiene comentarios muy perspicaces  y contrapunteados de Etna Orozco, Friedrich Katz, Carlos Monsiváis, Zacarías Márquez Terrazas, Rubén Osorio, Carlos Montemayor, Luis Garfias Magaña, Lorenzo Meyer, Gregorio Rocha y un largo etcétera, sino que recurre a testimonios de gente como una de las hijas de Villa, María Juana, lo que convierte a la serie en un amplio mosaico biográfico que, a la vez que expone la posibilidad de que el Jefe Supremo de la División del Norte haya sido hijo de un terrateniente de ascendiente judío-austriaco llamado Luis Ferman (de lo que ya había un testimonio en el antes mencionado documental de Taboada Tabone), asimismo se arriesga a tratar de definir la personalidad de Villa desde un enfoque siquiátrico nada favorable para el analizado (según las conclusiones padecía tendencias “psicopáticas paranoides”), al mismo tiempo que se ofrece una imagen del mismo personaje como padre benevolente y cariñoso. Se recurre también a un “análisis numérico” de la vida de Villa, cosa muy poco convincente, y ofrece explicaciones un tanto cuanto disparatadas como aquella que refiere que, luego de tomar la capital del país, el jefe Supremo del ejército villista prefirió tener un tórrido romance con una bella francesa que perseguir al ejército de los constitucionalistas, con lo que dejó pasar la mejor oportunidad militar de su vida.

Pletórica en fotos de época e imágenes de archivo, “Pancho Villa. Leyenda infinita”, de poco más de media hora de duración, es una sólida síntesis de la trayectoria del bandolero vuelto revolucionario que se da el lujo de incluir un magnífico testimonio de Luz Corral, una de las esposas “favoritas” del militar originario de Durango, a quien se la echó a cuestas la titánica tarea de cuidar a alrededor de 300 niños encontrados por Villa en el total abandono en las calles céntricas de la capital. De aquella empresa, que implicó alimentarlos y dotarlos de estudios, surgieron algunos hombres y mujeres “de bien”. Una machacante voz over, acreditada a Sergio Villarreal no pocas veces atenta contra la lógica laudatoria de este trabajo, que, pese a todo, es digno de mayor difusión.

En la excelsa tetralogía integrada por “Francisco Villa, el hombre detrás de la leyenda; Francisco Villa. Cuatro semanas que estremecieron a Chihuahua”; "Francisco Villa. Estratega militar" y "Francisco Villa: la osadía de Columbus" realizadas por Marco Antonio Aguilar Gutiérrez y Diego Morerira y difundidas a partir de junio de este año por el Canal 14, uno de los medios integrantes del sistema oficial de la televisión mexicana, se recurrió sobre todo a las remembranzas de algunos de los muchos descendientes del militar duranguense (Rocío Villa Contreras, Guadalupe Villa Guerrero, Francisco Villa Betancourt, Cuauhtémoc Villa Guerrero) y a los agudos comentarios de especialistas como Paco Ignacio Taibo II,  Miguel Ángel Ramírez, Carmen Saavedra Zarco, Jesús Vargas Valdés, Miguel Ángel Bermen, Raúl Francisco Bernal, Esbardo Carreño Díaz, Artemio Ramírez Solís, Manuel Alderete, Pavel Navarro Valdez y Fernando Peña Vázquez, esto con el evidente propósito de establecer un balance biográfico del Jefe Supremo de la División del Norte, lo que incluye repasar diversas aristas de su vida y obra que se enriquecen a profundidad pero sin perder la perspectiva crítica y analítica, algunas de ellas enriquecidas con reveladoras imágenes fílmicas de archivo, fotografías poco conocidas, grabados, caricaturas y textos extraídos de periódicos de época, lo que implica un riguroso trabajo de investigación y selección.

Algunas mini series documentales y cortometrajes de productores y realizadores anónimos aparecidas durante 2023 en YouTube (“Historia del villismo”; 1914. “Pancho Villa tras Victoriano Huerta”; “El día que intentaron fusilar a Pancho Villa”; 1915.” La batalla de Aguascalientes”; 1915, “La batalla de León” y “Los dorados contra los colorados”) intentaron profundizar en diferentes aristas y facetas del ejército comandado por Villa para de esta forma conformar un mosaico conmemorativo que sin duda es digno de tomarse en cuenta como textos audiovisuales para contribuir a la didáctica de la historia de la llamada Revoluciuón Mexicana.

Producido por el Canal 11 para ser exhibido un día antes de la Conmemoración del Centenario de la muerte del revolucionario duranguense, el mediometraje documental “Fracisco Villa: el hombre, el mito, la layenda”, de Denisse Fernanda Cerezo Ricardo a partir de un guion de Consuelo Garrido, hace un nuevo recuento de los principales momentos biográficos e históricos del héroe epónimo que evoca a John Reed y se apoya en comentarios de Jesús Vargas Valdés, Emilio Elourdy Cárdenas, Francisco Villa Betancourt y Guadalupe Villa Guerrero. La obra cumple con su cometido de dejar en claro que la figura sobre la se habla tuvo contradicciones, errores y aciertos de toda índole, pero en este caso dando por conocidos muchos otros acontecimientos o el carácter mujeriego de Villa. Algo de los más interesante de este caso es que alcanza a profundizarse en la parte final de la vida del otrora bandolero intentando crear en la ex hacienda de Canutillo el modelo idóneo de “colonia militar” que, según él, era la mejor forma de convivencia humana en un país como México, siempre amenzado por las potencias hegemónicas.

En la presentación de los libros sobre Zapata y Villa en el cine celebrada en Cuernavaca, Morelos, el pasado 15 de diciembre, Franceso Tabaoda Tabone refirió el caso de la película frustada que el serbio Emir Kusturica iba a filmar en 2012 con el título de “Wild Roses, Tender Roses”,a su vez basada en la novela “The Freinds of Pancho Villa”, obra de James Carlos Blake, adapatada por Girdan Mihic. En su momento se supo que la cinta iba a contar con un reparto “de lujo”: Johnny Depp, Salma Hayek y Javier Bardem, entre otros.

Por último, pero no de menor importancia, cabe referir que en el ensayo de Hugo Lara faltó anotar el caso de “Los siete de Pancho Villa” (The Vengeance of Pancho Villa, 1967), cinta hispano-estadunidense de José María Elorrieta con John Ericson, Nuria Torray, Mara Cruz, Gustavo Rojo y Pasto Serrador, entre otros actores menores. La trama se situaba en la época de la “Expedición punitiva”, cuando Villa, herido y refigiado en una cueva, debió eludir la persecución del ejercito estadunidense, aliado de los carrancistas, al tiempo que debía proteger un tesoro obtenido tras el ataque a Columbus y que supuestamente ayudaría a su búsuqeda de justicia social. En la más bien caótica trama, los villistas acuden a una tal “Diego de Alvarado”, forajido que cruza la frontera y sobre el que pende la amenaza de ser traicionado y asesinado una vez que cumpla su misión. Todo señala que la cinta no se preocupó demasiado en profundizar el la situación histórica que marcó la pauta de su relato de aventuras típicas del Werstern en decadencia. 

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