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2024-04-17 00:00:00

Donna Wilkes, princesa del «Teensploitation» en «Angel»

Por Pedro Paunero

Donna Wilkes (n. 1959), que había tenido ya un papel menor pero, se podría considerar, de cierto peso en la trama, en “Tiburón 2” (Jaws 2, Jeannot Szwarc, 1978), como Jackie Peters, la chica que convence a Mike (Mark Grunner), el hijo del jefe Brody (Roy Scheider) de ir a nadar, provocando casi su muerte, interpretó a Carol, una jovencísima prostituta que sólo toma Coca Cola, va en topless, y tiene sexo lésbico con la chica que le da título al melodrama pseudo erótico “Fyre” (Richard Grand, 1979).

En esta cinta, Fyre (Lynn Theel), comienza como una ingenua campesina de quien abusan sexual, y masivamente, durante una cita amorosa, pierde a toda su familia en un accidente automovilístico, poco después, y se ve empujada a buscarse la vida, por lo cual termina por prostituirse en las salvajes calles de Los Ángeles. La película -en la que actúa Tom Baker, miembro de The Factory, de Andy Warhol y amigo de Jim Mirrison, por cierto-, pertenece a Lynn Theel, y no a Donna, pero a alguien debió parecerle tan buena idea el argumento -adolescente abandonada que no tiene otra opción que prostituirse en Los Ángeles-, que sería rescatado para “Ángel” (aka. Ángel, una colegiala diferente, Robert Vincent O’Neil, 1984), cuyo papel principal sería para Wilkes, precisamente.

Encasillada, por entonces, en el papel de naked-teen, interpretaría a Alison, la hija adolescente del psiquiatra  Pieter Fales (Klaus Kinski, en uno de sus papeles más contenidos), en el slasher de poca monta “Schizoid” (David Paulsen, 1980), producida por el infame dúo Golan-Globus.

En “Schizoid”, sucede una escena equívoca, conscientemente ambigua, cuando Alison, que va a darse una ducha, es observada desnudándose por su padre a través de la puerta entreabierta del baño (y por un espejo unos segundos después), intercambian miradas -la del psiquiatra parece lasciva, la de la hija parece cómplice-, en una película que conduce varias veces a la falsa identidad del asesino, en la vena de un Giallo, pero sin la sofisticación inherente del subgénero italiano. Entonces, el doctor Fales se sitúa de espaldas al dintel de la puerta, mientras le comunica su preocupación por sus salidas nocturnas. Alison, a la vez, abre la puerta de la ducha, mostrándose de perfil, desnuda, y sonríe.

Wilkes hizo su primer desnudo a los veinte años, en la citada “Fyre”, el más atrevido -no sólo por la escena lésbica y el baile que realiza, sino porque se mueve en topless en medio de varios hombres vestidos, que le doblan la edad-, y a los veintiuno en “Schizoid”, en la breve escena de la ducha.

Cuando asumió el rol principal en “Angel”, tenía veinticuatro años. Curiosamente, en la historia de esta chica de quince años, que durante el día es una estudiante modelo, que responde al nombre de Molly Stewart, y por las noches -curioso eco de las salidas de Alison en “Schizoid”- se prostituye en las calles de Los Ángeles (con el seudónimo de Ángel, precisamente), no será Molly, sino un grupo de compañeras porristas, quienes aparezcan desnudas en los vestidores y duchas del colegio (escenas que ya habíamos visto -y mejor tratadas-, en el clásico “Porky’s” dirigido por Bob Clark en 1981, y que constituye el mejor ejemplo de la denominada “Comedia sexual adolescente”) o, en las escenas urbanas, por parte de las compañeras de Ángel.

En “Angel”,  el trabajo sexual de la muchacha es retratado (sugerido) mientras deambula por una calle viva, muy parecida a un zoo humano que carece, por contraste, de su sordidez inherente, repleta de personajes pintorescos, sumamente interesantes y bien delineados en pocos trazos, como la casera lesbiana y pintora, Solly Mosler (Susan Tyrrell), que juega a las cartas con la divertida Drag Queen Mae (Dick Shawn), mientras se insultan (Mae la llama “tortillera judía”, y Solly “come huevos”), que considera a Ángel como su hija; Kit Carson (Rory Calhoun), gran tirador a dos manos, que vende fotos autografiadas de su glorioso pasado como doble en Hollywood y fuera amigo del padre de Ángel, o “Yoyo” Charlie (Steven M. Porter), prestidigitador caracterizado como Charlot, así como por las otras chicas de la calle, Crystal (Donna McDaniel), de quien está enamorado “Yoyo” y que de día estudia secretariado, y Lana (Graem McGavin), que completan la fauna alegre, decadente, y poco preocupada, de este boulevard de los sueños rotos, cuyas trabajadoras sexuales se ven amenazadas por un asesino serial y necrófilo (John Diel), de quien jamás sabemos el nombre, pero besuquea la foto en la que aparece él mismo, de niño, con su madre. Como sucede en "La muchacha del caserón solitario” (aka. La muchacha del sendero; The Little Girl Who Lives Down the Lane, Nicolas Gessner, 1976) el Teniente Andrews (Cliff Gorman), encargado del caso y preocupado por la vida de Molly/Ángel, descubre que esta vive realmente sola, mintiendo a todo el mundo que su madre enferma yace postrada en cama, que se prostituye, por necesidad, desde los doce años, y la aconseja de dejar la vida en las calles. Sin embargo, la conducta de Ángel es ambivalente, como en la escena en la cual termina por rechazar acostarse con un policía viejo y corrupto, alegando ser menor de edad, pero le confiesa a Andrews, haberse acostado con “cientos de hombres “.

La película contiene su sobredosis de melodrama, cuando los compañeros de colegio de Molly la descubren durante una incursión nocturna, de pie en una esquina, o cuando el nerd a quien todo el mundo evita, una vez que los chicos, rechazados por ella han corrido la voz de sus labores nocturnas, le ofrece veintitrés dólares “ahorrados”, para acostarse con ella, y Molly corre, visiblemente afectada.

“Angel” es una excepción en los roles de Donna Wilkes, si se los ve solamente como un encasillamiento de la actriz como “naked-teen”. Como sucede con “Fyre”, con la cual guarda una semejanza deliberada, escapa a la catalogación simple de película de explotación -sexploitation, especialmente-, porque no cae en el cinismo de explotar el tema que pareciera denunciar -la prostitución infantil-, deambulando, decisivamente, por el melodrama e incursionando, más certeramente, en el subgénero del “Teensploitation”, primo hermano del cine “Sexploitation”. En ambas películas, la adolescencia -o pre adolescencia-, es vista como objeto de consumo. En una escena significativa, en la cual Andrews intenta hacerle ver del peligro al cual se enfrenta cada noche, llama a Ángel “mercancía pública”, subrayando la naturaleza y narrativa de estos personajes.

En 1978, Wilkes había participado en un pequeño papel en “Almost Summer” (Martin Davidson), uno de los filmes que anteceden al “Género juvenil” (o “Coming-of-age story Comedy”, en inglés, que en literatura ha producido el Bildungsroman, como subgénero propio), que daría dos clásicos indiscutibles, con los cuales conforma un trío pionero, “Picardías estudiantiles” (Fast Times at Ridgemont High, 1982), dirigida por Amy Heckerling, con guion del gran Cameron Crowe, que adaptaba su propia novela-investigación sobre la vida estudiantil, y la justamente célebre “El club de los cinco” (The Breakfast Club, 1985), de John Hughes, como ejemplo de su perfecto acabado.

“Picardías estudiantiles”, donde Wilkes no actúa, constituye una película clave, que ha logrado -por gracia de los historiadores de cine-, rehuir su catalogación de filme “Teensploitation”, un subgénero antiguo, que existe desde mucho antes que este título, y que se dividió en dos vertientes, la “Comedia sexual adolescente”, ya citada -véanse, también, las películas que siguieron a “American Pie” (Paul Weitz, 1999), por ejemplo-, y con su compañera “El club de los cinco”, en el “Género juvenil”.

Después de su papel en “Almost Summer”, que ya pintaba a la adolescencia en ambientes “realistas”, desnudos incluidos, no es de extrañar la línea actoral en la para cual Wilkes fuera contratada. Cabe mencionar que participaría, tras “Schizoid”, en otros dos slashers mínimos, “Melodía siniestra” (aka. Dream Slayer; Blood Song, Alan J. Levi, 1982), con la participación del, ya para aquellos años olvidado, ídolo juvenil de los sesenta, Frankie Avalon, protagonista de innumerables cintas tontas, situadas en un ambiente playero, y “Grotesque” (Joe Tornatore, 1988), al lado de Linda Blair, un antecedente informe del “Torture Porn”.

Pero “Angel” conserva, todavía hoy, su ambigüedad, diríase a través de un raro conservadurismo, al prescindir de los desnudos de la protagonista principal, hecho que aclara que bien sobran en sus anteriores películas, dando por finalizados sus papeles de Naked-teen. Que se trata de una película de explotación, está fuera de toda duda, no sólo por su temática, ya que incluye, en su tramo final, una persecución por las calles nocturnas, por parte de Ángel-Molly, disparándole sin contemplaciones al asesino, disfrazado de miembro de los Hare Krishna, entre el tráfico y la gente, e importándole poco si se lleva por delante a cualquier desconocido, en la cual el viejo vaquero -con todo y haber  sido herido-, tendrá oportunidad de lucirse, en una secuencia que no es mera coincidencia con la que realizara el agente Deckard en “Blade Runner” (Ridley Scott), dos años antes.

Película de culto, “Angel” -que produjo dos secuelas, ya sin Wilkes como protagonista-, llega al Siglo XXI como una película entretenida, cuyos entretelones revelan su adscripción al subgénero de explotación adolescente, en su vertiente menos burda, más terminada, en un tipo de cine que no precisamente brilla por su buena hechura.

Nota:
Donna Wilkes -que para interpretar a Ángel pasó  tiempo investigando entre la gente real de la calle-, vive actualmente retirada desde los años noventa, aunque se sabe que trabajó en una empresa de software, tiempo después de su retiro. Ha incursionado, a pesar de ello, esporádicamente en papeles secundarios en el cine, en los años diez de este siglo.

Para saber más:

“La comedia sexual adolescente, un viaje a sus orígenes” por Pedro Paunero.
 

“De cómo Hollywood inventó a la juventud” por Pedro Paunero.

“Rebeldes del espacio y otras oscuras metáforas de la juventud en el cine (I)” por Pedro Paunero.

“Rebeldes del espacio y otras oscuras metáforas de la juventud en el cine (II)” por Pedro Paunero.