Por Carolina G. Guerrero
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San Sebastián. ¿Fue antes el huevo o la gallina? ¿La austeridad o la falta de “glamour”?. Se acaba el Festival de San Sebastián 2013 y sólo queda un hecho relevante (o casi), la entrega del Premio Donostia este viernes a Hugh Jackman, quien no pasará ni 24 horas en la capital donostiarra, y la sensación de aburrimiento y sosería nos invade. El grueso de la brillantez mediática de esta edición se concentró en su primera parte, y esto se parece ya bastante al desierto. Sólo queda la última película española a concurso, “La herida”, para poner este viernes el punto final a la carrera por las Conchas. Las penúltimas en participar fueron la estadounidense “Devil’s knot”, un encargo del canadiense Atom Egoyan, y la bosnia “For those who can tell no tales”, de Jasmila Zbanic, con mejor acogida para la segunda.

Pese a que el film de Egoyan cuenta con dos protagonistas de primer nivel, Reese Whiherspoon y Colin Firth, y un tercero popular por su papel en la teleserie “True blood”, Stephen Moyer, ninguno de los tres acompañó este jueves a Egoyan en su presencia en el Zinamaldia, aunque sí que todos fueron a Toronto hace menos de un mes. Siempre ha habido clases… Firth, lo recordamos, tampoco estuvo antes aquí presentando “The railway man / Un largo viaje”, otro film estelar huérfano de actores. Y no es cuestión de dinero, que lo hay en el presupuesto del primer festival del estado español, sino de una gestión como poco discutible.

Para colmo, a última hora se ha informado que la británica Helena Bonham Carter, previamente anunciada, tampoco acompañará a la cinta de clausura, por lo que el evento carecerá de ese “glamour” que provoca portadas.

Se presentó este jueves en el Kursaal el último trabajo del director Atom Egoyan, que es un buen conocedor de los festivales españoles, con sucesivas presencias en Valladolid y también antes en Donosti con “Chloe”, en el año 2009, inaugurando la Sección Oficial de ese mismo año.

Esta vez el director vuelve a aceptar como entonces un encargo, sin participar en su guión, que aborda una historia real que conmovió a los estadounidenses, el atroz asesinato de tres niños en una pequeña comunidad de la América profunda. El film sobre todo muestra el juicio posterior que implicó a unos inocentes adolescentes, sólo por el mero hecho de vestir de forma algo gótica, escuchar heavy metal y conocer el tarot y las ideas de Alister Crowly. Tras años en la cárcel y rozar la pena de muerte, hace poco se desveló que no fueron los verdaderos culpables.

Colin Firth, interpreta a un investigador privado, que junto con una de las madres de uno de los pequeños asesinados (a la que da vida la conocida actriz Reese Whiterspoon), dudará de la autoría que se les adjudica a los adolescentes “diferentes “, acusados de practicar satanismo y artes demoniacas, por la consecución de pruebas incongruentes y con falta de base que se presentan en dicho juicio, en el que muchos de los amigos de los chicos y habitantes del pueblo, declararan de forma falsa, con fines no muy claros.

La cinta mantiene el interés en toda su duración, pero no deja de ser un telefilm bien rodado. El juicio quizás se presente de forma algo liosa, y el final se resuelve gracias a explicaciones previas a los títulos de crédito. En su primer pase de prensa no fue demasiado bien acogida.

La segunda del día y penúltima en aspirar al palmares de esta deslucidísima 61 edición, es la cinta de nacionalidad bosnia titulada “For Those Who Can Tell no  tales” (Para aquellos que no pueden contar cuentos). Su directora, la bosnia Jasmila Zbanic (“Grbavica”), cuenta la historia de una turista australiana, bailarina de danza contemporánea, que visita Bosnia.

La directora que ya ha presentado este trabajo en el último festival de Toronto, como también lo hizo Egoyan, rinde con esta película un sentido homenaje a las víctimas de los horrores cometidos en el año 1990 en el conflicto de los Balcanes.

Kym (Kyn Vercoe), es la protagonista de este triste viaje, en el que descubrirá de forma casual unos terribles sucesos ocurridos durante la época del conflicto.

Siguiendo una guía del país, se hospedará en un hotel balneario donde violaron y asesinaron a más de 200 mujeres. Las gentes que encuentra durante este viaje, no quieren afrontar el pasado, y sólo lo omiten, como si jamás hubiera ocurrido, mirando hacia otro lado, como si el dolor y el sufrimiento se hubieran esfumado, y solo fuera producto de una pesadilla que ya paso.

Kim, meterá el dedo en la herida, y finalmente será detenida por la policía que no comprende que hace en el país intentado revolver un turbio y doloroso pasado, que a ella no le concierne.

Con una breve duración, esta historia trata de ser testigo de unos horrores que no hay que olvidar para que no vuelvan a repetirse. Zbanic logra dotar a su film de la suficiente emotividad para tocar los corazones de los espectadores, y la consecuencia fue una muy positiva respuesta de la audiencia donostiarra. No sería sorprendente reencontrarla este sábado en el palmarés final.

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