Por © Ursula Albrecht
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La vida marcó a Peter O’Toole con prematuras arrugas en su cara y en su alma, pero en esos ojos profundamente azules y en su sonrisa entre melancólica e irónica siempre se vio la personalidad de un luchador infatigable, que nos dejó este sábado a los 81 años. Nacido en Connemara, Irlanda, el 2 de agosto de 1932, fue nominado ocho veces al Oscar, y obtuvo uno honorario que aceptó a regañadientes, ya que aspiró siempre a lograrlo por sus méritos en un futuro título. El astro de películas tan famosas como “Lawrence de Arabia”, “Lord Jim”, “El hombre de la Mancha / Man of La Mancha”, “La noche de los generales / The Night of the Generals”, “El león en invierno / The Lion in Winter”, “Mi año favorito / My favorite year” o “El último emperador / The last emperor”, se retiró oficialmente en julio del año pasado. Se despidió de la vida tras larga batalla contra el cáncer en The Wellington Hospital de Londres.
Sobre su deslumbrante belleza cuando era joven, inmortalizada en la cinta “Lawrence de Arabia” (1962), dijo una vez el escritor y cineasta “gay” Noel Coward: “Si fuese más bello, sería Florence de Arabia”. Según el director inglés David Lean, escogió a O’Toole para su épica biografía por un gran parecido físico con el verdadero T. E. Lawrence, oficial británico que se unió a los árabes durante la I Guerra Mundial en su lucha por la libertad contra los turcos. Otras fuentes, sin embargo, dicen que O’Toole fué solo una segunda opción, después de que Albert Finney rechazó el papel. Los dos años de rodaje en el desierto fueron muy duros. Después se quejaba O’Toole de haber adelgazado 14 kilos, aparte de ser mordido por un camello que le dejó dos dedos inutilizables, tener los pies llenos de ampollas, haberse dañado un tendón, torcerse el tobillo, dañarse la espalda y haber sufrido dos ataques de nervios.
Esta película monumental, a pesar de todo, le lanzó a la fama y trajo consigo la primera de sus siete nominaciones al Oscar, entre ellas dos por un mismo papel, el de Enrique II en “Becket” (1964), con Richard Burton, y en “El león en invierno” (1968), al lado de Katharine Hepburn. Su versatilidad quedó demostrada como tímido profesor en la comedia musical “Adios, Mr. Chips / Goodbye, Mr. Chips” (1969) y como noble, que se cree Jesucristo, en “La clase dirigente / The Ruling Class” (1972).
Sus orígenes sociales nada tenían que ver con esa futura imagen de distinción y nobleza. Creció en la ciudad industrial de Leeds (Inglaterra) en muy modestas condiciones. Desde los 14 años se ganaba la vida con trabajos temporales, ya fuera de cargador, de obrero o de friegaplatos. Su juventud también estuvo marcada por peleas callejeras. La forma en que este hijo de un emigrante irlandés llegó en 1955 al teatro es casi legendaria. Se encontraba en Stratford con tan sólo 30 chelines en el bolsillo, de los cuales se gastó 23 en una entrada de teatro para ver a Michael Redgrave en “El rey Lear”. Quedó tan impresionado que se presentó en una escuela de actores en Londres donde fue aceptado.
Elogiado por sus papeles dramáticos, dentro del terreno de la comedia el atractivo O’Toole siempre ha sabido mostrarse también irresistible. En “¿Qué tal, Pussycat / What’s New Pussycat?” hizo de carismático estudiante al lado de Romy Schneider, y en “Cómo robar un millón y… / How to Steal a Million” fue un elegante y distinguido ladrón junto a Audrey Hepburn. El director William Wyler le puso el apodo de “One take O’Toole” (“O.T.O.T.”), porque la mayoría de sus escenas quedaban bien a la primera. Pero muchas veces Peter O’Toole también actuó muy por debajo de su talento. Una vez dijo: “Uno no puede esperar por siempre el papel ideal, si se tiene que pagar el alquiler”. Su peor trabajo -ha dicho- fue Tiberius en “Caligula”, de Tinto Brass. Mientras, el papel más grande que ha hecho, siempre en su opinión, ha sido en la película de John Huston “La biblia”, donde hizo nada más y nada menos que de Dios. En los últimos años, su más brillante trabajo fue en “Venus” (2006), y también se le vio en la mexicana “Cristiada”. “Katherine of Alexandria” fue su último trabajo y se estrenará a principios del año próximo.
En lo personal, O’Toole se consideraba un superviviente. Superó un alcoholismo que se acentuó cuando se divorció de su esposa por 20 años, la actriz Siân Phillips, pero no tanto la adicción al tabaco. Con su humor británico, dijo una vez: “No puedo soportar la luz. Para mí el cielo es verme caminar de un cuarto lleno de humo a otro”. Hace más de una década comentó por televisión que ya había escrito su propia necrológica, que decía: “No puedo creer que nos ha dejado. ¡Qué hombre! ¡Qué talento!”.
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