Por Deborah Farji

Su estreno ha sido sumamente esperado, sobre todo al anunciar con bombo y platillo a sus protagonistas Ana de la Reguera (“Hidalgo”, 2010) y Andrés Bustamante en su primer papel cinematográfico. Sin embargo, mucho es el trabajo de la mercadotecnia pues incansablemente se ha nombrado a famosos como Kate del Castillo y Karla Souza, quienes solamente aparecen unos cuantos segundos en pantalla.

La historia va más o menos así. Tras sufrir un accidente, Don Toribio manda a llamar a sus hijos Archimboldo (Alejandro Calva, “La otra familia”, 2011) y Gumaro (Carlos Corona, “El guapo”, 2007) al pueblo de Güépez. Al morir su padre, el presidente municipal Don Cuino (Bustamante) lee el testamento que señala a Gumaro como encargado del Cine Linterna Mújica, lo que desencadena una batalla campal por la proyección y distribución de películas en el remoto pueblo.

Para un proyecto que llevó cinco años en concretarse, el trabajo del realizador Emilio Portes (“Pastorela”, 2011) no los refleja. Se trata de una ligerísima parodia bañada con el humor de marca ‘Acme’, un guiño a películas del viejo y nuevo cine mexicano, empático quizá sólo para quienes lo conocen. Sin embargo, no existe una narrativa consistente y la cinta termina tomando forma de un anecdotario que, aunque divertido, no tiene mayor repercusión.

El guión contó con la participación de Bustamante y Armando Vega Gil, quien colaboró previamente con el comediante en sus proyectos de televisión. Pero esto no es garantía, ya que no hay situación que provoque la carcajada a pierna suelta como uno esperaría. Las actuaciones no son nada afortunadas, por lo que están lejos de recordarse, y se cae en el absurdo, lo que entretiene a algunos pero también provoca que el público abandone la sala.

Unas cuantas risas, bastante espaciadas, contrastan con la renombrada trayectoria de Bustamante. Simpáticas y escuetas intervenciones de Chabelo, Carmen Salinas, Jis y Trino, Jorge Rivero, entre otros que se parodian a sí mismos, pero hasta ahí llegan, nada memorable.

Si bien hay que reconocer el contenido visual, pues su mayor mérito radica en el diseño de producción de Roberto Bonelli (“Morelos”, 2012) y la fotografía de Ramón Orozco (“El efecto tequila”, 2010).

“El crimen del Cácaro Gumaro”, Emilio Portes, Alameda Films, Blu Films, CinePantera, México, 2014.

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