Por Jean-Pierre García
En exclusiva desde Cannes
El gran director iraní Jafar Panahi sigue su búsqueda tratando de filmarse en un auto y en este caso añade a una actriz, una amiga suya que recibe un videomensaje de una joven que pide ayuda para escapar de su muy conservadora familia. Los dos temen que esta joven intente suicidarse. “3 Caras” empieza en una atmosfera nocturna mientras viajamos con el director y su amiga hacia el pueblo lejano y perdido en el noroeste de Irán donde vive la mujer. El realizador iraní Jafar Panahi no fue autorizado por su gobierno para viajar a Cannes para presentar su filme “3 visages”, pero a la distancia ha podido compartir, a través de esta película, su mensaje a favor de la libertad y de la igualdad para las mujeres.
En la trama de la película, nos enteramos que la joven desesperada sueña con estudiar para ser actriz, lo que en su familia sería una deshonra. El breve video grabado en una cueva, nos hace saber que la chica teme a su padre y a las preguntas de sus vecinos. Por su lado, la actriz se imagina que todo es una manipulación de sus amigos y piensa que el mismo Panahi es cómplice de esto. Es decir, que la atmosfera de este viaje no es amistosa. Poco a poco se desarrolla el hilo de la historia, llegan al pueblo y ocurre una serie de acontecimientos que nos revelan el mundo en que vive la joven desesperada.
La película, que se presentó dentro de la Competencia oficial del Festival de Cannes, propone una especie de confrontación entre el mundo de la ciudad a la que pertenecen los artistas de clase media y los habitantes de un pueblo que parece salir apenas de la edad media, salvo que todos tienen antenas parabólicas para recibir la señal de televisión. Así, los dos protagonistas se encuentran con un viejo que les dice: “En este pueblo hay más antenas parabólicas que habitantes” Un comentario como éste nos da una idea del sentido del humor de la película. Imagínese una estrella de cine a cargo del papel protagónico de una serie de televisión de moda y que llega a un pueblito perdido en la sierra de Durango.
Cuando el cineasta y su amiga llegan al pueblo, el alcalde cree que son enviados del gobierno para atender al fin sus peticiones para restablecer la luz que no funciona desde meses atrás, y para arreglar la carretera… Pero los aldeanos se decepcionan cuando se dan cuenta que los dos forasteros no representan a ninguna autoridad, sino que buscan a la joven desaparecida. Alguien les hace saber que “nadie se interesa por esa loca, pues tenemos demasiado que hacer”
Se construye la historia con detalles varios de la vida local, anécdotas y refranes, cambio de actitudes, pedidos muy supersticiosos, presencia de locos escondidos en las familias. Todo un mundo tan diferente del que se vive en las grandes urbes.
Al final este retrato de un país dentro del país nos cuenta una historia universal, nos dice lo relativo de toda una vida en comparación con lo que sigue pasando más allá de los políticos o de los burócratas, y mismo más allá de los artistas. Es posible imaginar una adaptación mexicana de este tema, de este cuento. Me parece que “3 Caras” podría aparecer en un rinconcito del palmarés del Festival de Cannes.