Por Javier González-Rubio I.

La Nueva Televisión no es sólo un producto de Estados Unidos por más que sean las producciones de ese país las de mayor difusión internacional. También se da en diversos países de Europa con bastante éxito y creatividad. Es difícil en general conocer las series alemanas o francesas en México, sin embargo es posible acercarse a algunas inglesas, irlandesas, suecas y danesas a través de algunos canales de cable y gracias a Internet.

Desde los años 60, paulatinamente las series policiacas y las protagonizadas por médicos empezaron a ocupar espacios cada vez más destacados en la televisión, para convertirse, por encima de las comedias, en las favoritas del público. Desde entonces, aquellos tiempos de “Patrulla de caminos”, con Broderick Crawford, o el Dr. Kildare, con Richard Chamberlain, mucho han evolucionado ambos géneros –digamos el policiaco y el médico en la televisión mundial. Ambos géneros abordan desde siempre dos temas centrales del conflicto humano: la muerte y la vida (el tercero es el amor y a veces ha tenido algo de cabida en los otros dos).

De entre las series policiacas producidas en Europa y transmitidas en años recientes como parte de la nueva televisión liberada de estereotipos, con tramas más inteligentes y personajes de una gran solidez, hemos escogido dos. En primer lugar está la sueca Arne Dahl (2011), una serie que lleva el seudónimo del escritor de novela negra  Jan Arnald, una de las figuras prominentes de la actual literatura escandinava.

La serie es protagonizada por una unidad especial de la policía sueca, lidereada por una mujer, encargada de resolver excepcionales casos criminales. Es un grupo de 6 agentes, más la jefa Jenny Hultin,  lo más alejado posible a los estereotipos norteamericanos: ninguno es particularmente guapo ni violento o escandaloso, pero poseen un compromiso con su profesión por encima de cualquier otro. Y son muy efectivos. Seres humanos de vidas comunes, que se entrelazan  con su labor policiaca y a veces incluso la obstaculizan; mujeres de una enorme autonomía y decisión sobre sus propias vidas. Personalidades pecualiares que se debaten entre lo que desean para sus vidas propias y las exigencias del deber.  Las historias contadas en capítulos de una hora 30 minutos están basadas en novelas de Dahl y han sido adaptadas para la televisión por Cecilia Börjlind y Rolf Börjlind.

Es posible que la serie de 5 historias realizadas hasta ahora no tenga continuidad, pero es posible verla  si se está atento, por ejemplo al canal Film & Arts., y están a la venta en Amazon.

La serie es muy inteligente, con diálogos serios, sorpresivos, por lo general sin humor (los personajes parecen estar bastante atormentados como para ello), ningún personaje sale corriendo intempestivamente agarrando el saco del respaldo de la silla.  Los caracteres están muy bien definidos y diferenciados. Uno que en apariencia es bastante débil de carácter  lidia con una esposa super exigente, otro, ya mayor, está muy feliz de ser padre por primera vez, otra quisiera ser madre; no falta la infidelidad, la presión superior hacia la jefa, en fin, todo ello en tramas que fluyen con suspenso y con un ritmo realista que parecen compartir todas las series suecas o nórdicas.

Es forzoso en consecuencia hablar de las dos series Wallander, una producida en Suecia (2005-2013) con Krister Henriksson como protagonista, y otra en Inglaterra por la BBC (2008-2014)), protagonizada por Kenneth Branagh . Ambas se basan en el personaje de Kurt Wallander, el policía sueco desarrollado en la literatura por el escritor Hening Maenkel . El Wallander sueco resulta mucho menos empático con el espectador de Branagh, pero quizá se acerca más a la visión que transmite literariamente Menkell. Ambas series, al igual que las novelas, reflejan una descomposición social soterrada en la Suecia actual, donde no todo es tan feliz, honesto y limpio como parece, y donde hay millonarios capaces de los más aberrantes crímenes  a la vez que llevan vidas públicas ejemplares. Temas que son una preocupación narrativa central de Menkell.

De nueva cuenta nos encontramos con personajes que no tienen nada de estereotipados; con tramas al servicio de contar una historia y no un acelere a resolver. Los protagonistas (buenos o malos) tienen su propio espacio y su evolución. Wallander y sus compañeros policías tienen siempre una gran reticencia a disparar por bien justificados pruritos morales personales, más allá de cualquier ley o imposición.
Wallander es concienzudo, paciente, observador y con sus dosis de tormenta personal (ha sido abandonado por su esposa, tiene una relación complicada con su hija joven, es tímido con las mujeres, se vuelve a enamorar, pero no es capaz del compromiso que eso requiere, y para colmo tiene diabetes).

Los capítulos son tan apasionantes como las propias novelas en que se basan y hay  de gran dureza sin caer jamás en lo mórbido, y con un agregado invaluable: locaciones al aire libre que son también ambientes protagónicos de gran presencia y que reflejan el ánima de la historia contada y de los propios protagonistas. A diferencia de las series estadunidenses, aquí los escenarios son siempre ciudades pequeñas y paisajes enormes, a veces asfixiantes por su misma naturaleza.
Tanto Arne Dahl como Wallander están muy alejadas de los estilos estadunidenses, y quizá ese sea su mayor atractivo ante la credibilidad que logran narrativamente y con sus protagonistas.

Las dos series de Wallander han sido transmitidas por Canal 22 y Film&Arts y están a la venta.