Por Hugo Lara
Para varias generaciones, especialmente aquellas mayores de 50 años, Bob Dylan es una figura icónica de la década de los sesenta, que representa a profundidad una época de cambio y transformación. Canciones como “Blowin’ in the Wind”, “Like a Rolling Stone” o “The Times They Are A-Changin” se han convertido en himnos atemporales. A ese público se dirige “Un completo desconocido” (A Complete Unknown, 2024), pero también a un público más joven, alrededor de los 20 años, que quizá no conozca tanto sobre este músico nacido en Minnesota, quien en 2016 recibió el Premio Nobel de Literatura. Uno de los aciertos de esta película es su capacidad para enganchar a quienes no son necesariamente fans de Dylan o, incluso, para quienes él es un completo desconocido.
Dirigida por James Mangold, “Un completo desconocido” es un biopic que evita el formato tradicional “de la cuna a la tumba”. En su lugar, se centra en un periodo clave de la vida de Dylan: desde su llegada a Nueva York en 1961, a los 19 años, hasta su polémico concierto en el Festival de Folk de Newport en 1965, un momento crucial que marcó un punto de quiebre en su carrera.
Timothée Chalamet encarna a Dylan durante su ascenso como cantante folk en la escena neoyorquina. La película explora subtramas íntimas, como su relación profesional y sentimental con la cantante Joan Baez (Monica Barbaro) y su matrimonio con Sylvie Russo (Elle Fanning). Aunque hay un conflicto amoroso entre estos tres personajes, el foco principal está en el dilema creativo de Dylan, quien busca consolidar su camino artístico enfrentándose a barreras como el purismo del folk acústico, representado por figuras como Pete Seeger (Edward Norton). Dylan se rebela contra estas limitaciones, abrazando la experimentación con instrumentos eléctricos y nuevos sonidos.
El guion, escrito por Mangold junto a Jay Cocks y Elijah Wald, entrelaza hábilmente las subtramas, algunas aparentemente simples pero que funcionan como bisagras narrativas. Un ejemplo es la relación de Dylan con el legendario cantautor Woody Guthrie (Scoot McNairy), quien aparece recluido en un hospital con una salud precaria. Estas subtramas aportan profundidad y tono al relato.
Uno de los mayores aciertos de la película es su capacidad para atraer a un público joven, algo que se logra en gran parte gracias a la elección de Timothée Chalamet como protagonista. El actor ofrece una interpretación sólida, capturando no solo la apariencia y expresiones de Dylan, sino también su voz, al cantar de manera convincente. Además, su química con Monica Barbaro, Elle Fanning y Edward Norton (quien también canta en la película) enriquece la trama.
Mangold mantiene un ritmo ágil y un interés constante, dosificando las canciones en momentos clave para que tengan un significado narrativo y se integren orgánicamente a los dilemas de los personajes. Este no es un territorio desconocido para el director, quien ya demostró su habilidad para retratar músicos en “En la cuerda floja” (Walk the Line, 2005), centrada en la historia de amor entre Johnny Cash y June Carter, interpretados por Joaquin Phoenix y Reese Witherspoon. Curiosamente, Cash aparece como personaje secundario en esta nueva película, interpretado por Boyd Holbrook.
El guion también da cabida, sin excesos, al contexto político y social de los años sesenta en Estados Unidos, inseparable de la música de Dylan. Además, la película se sostiene sobre pilares técnicos notables: la fotografía de Phedon Papamichael, el diseño de producción de François Audouy y el vestuario de Arianne Phillips. Juntos, logran una reconstrucción de época realista y visualmente impactante, capturando la esencia de la escena musical neoyorquina.
Con nueve nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película, “Un completo desconocido” no solo es un tributo a Bob Dylan, sino también una obra cinematográfica que seguramente se llevará más de una estatuilla en la próxima ceremonia.