Por Y. Gabriela Márquez Ugalde
Nació en la Ciudad de México en 1931. Fue la tercera hija de cuatro hermanos del matrimonio conformado por Velia Pérez Tejada y José Lupercio. Su madre participó como extra en poco más de 130 películas, entre ellas “Una familia de tantas” (Galindo, 1949) y “5 de chocolate y 1 de fresa” (Velo, 1968); su nombre artístico era Velia Lupercio. Su padre era hijo del fotógrafo jalisciense José María Lupercio, fotógrafo de finales del siglo XIX y principios del XX, quien registró la pintura mural mexicana y monumentos coloniales, e incursionó en el fotorreportaje y la fotografía documental.
Tuvo una educación básica formal. Muy joven comenzó a trabajar en la Universidad Nacional Autónoma de México, la cual todavía se encontraba en el centro de la ciudad. En 1950, a los 19 años, entró a trabajar a los estudios CLASA. Lo primero que aprendió fue a voltear rollos de película en el área de edición. Sus compañeras de área le enseñaron a pegar la película, cortarla, prepararla para el manejo de los negativos, separar y colocar un cartón con el número de emulsión para poder identificar escenas en la cortadora y así tener la película lista para enviar a los laboratorios.
Años después se cambió a trabajar a los Estudios San Angel Inn, en el área de edición y corte sincrónico. A mediados de la década de los cincuenta la llaman de los Estudios América y decide trabajar en ambos laboratorios. Renuncia a los San Angel Inn porque el director general de los América, Víctor Parra (líder sindical, actor y administrador), le ofreció ser jefa de corte sincrónico, área en la cual se había especializado. Fue miembro de la Sección 49 de Técnicos y Manuales del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC).
Realizó la edición sincrónica de “los proyectos de trabajo para los Estudios América [los cuales] se encaminaron a la producción de películas de episodios […] En este particular caso, se respetó siempre la idea de realizar episodios fílmicos destinados a las mayorías, es decir, con temas eminentemente populares”, según se menciona en un impreso publicitario de los estudios. Esto significaba que los estudios filmaban cortometrajes que se llamaban episodios y unían tres o cuatro para poder exhibirlos comercialmente en forma de largometrajes. Su área de corte sincrónico estaba conformada por otras cuatro mujeres, quienes realizaban un trabajo técnico delicado y cuidadoso.
El editor entregaba a Lilia y su equipo el positivo con un corte final. Ellas trabajaban en el negativo para cortar las escenas seleccionadas, ensamblaban el negativo original para que coincidiera con lo enviado por el editor, marcaban disolvencias y efectos ópticos, sincronizaban el audio e imagen guiándose por el claquetazo de rodaje, terminaban el cortado, armado y se enviaba al laboratorio. Allí se terminarían los efectos ópticos y corrección de color; la copia era revisada por el director y, finalmente, el laboratorio hacía los últimos toques de edición y mezcla de sonido para obtener un “master”, es decir, el “original” del que se sacarían las copias para exhibir en cines.
Trabajó como jefa de corte sincrónico desde 1957, cuando contaba con 26 años de edad, hasta 1975, año en que el Estado compró los Estudios América. Fue entonces que Lilia se estableció en los laboratorios TVCine, propiedad de Víctor Parra. Con él había una relación laboral de mutuo respeto, así que la apoyó con una oficina para realizar su trabajo de manera independiente.
Trabajó hasta 1996, año en el que decidió retirarse. Sin embargo, siete años después la llamaron para realizar el corte sincrónico de la película “El crimen del padre Amaro” (Carlos Carrera, 2002), su última película de un poco más de doscientas.
Algunas películas donde hizo corte sincrónico: “Doble indemnización” (Raúl Araiza, 1996), “Como si fuéramos novios” (Sergio Véjar, 1986), “El extraño hijo del Sheriff” (Fernando Durán Rojas, 1986), “El sinvergüenza” (Rafael Villaseñor, 1984), “Los hijos de Peralvillo” (José Luis Urquieta, 1983), “Cuando tejen las arañas” (Roberto Gavaldón, 1979), “Llámennme Mike” (Alfredo Gurrola, 1979), “Alucarda, la hija de las tinieblas” (Juan López Moctezuma, 1977), “El Topo” (Alejandro Jodorowsky, 1970), “Patsy, mi amor” (Manuel Michel, 1969), “Los Caifanes” (Juan Ibáñez, 1967), “Gabino Barrera” (René Cardona, 1964), “Santo contra el cerebro diabólico” (Federico Curiel, 1963).
Octubre, 2025