Por Ulises Pérez Mancilla
APUNTE VI


“Echarle ganas” no basta cuando se trata de levantar una película. Hay que tener resistencia de acero para sobrellevar esos largos períodos en los cuales, cuando parece que todo va a suceder, te das cuenta que, mientras no hayas dado la primera acción en tu primer día de rodaje, no ha pasado nada con tu proyecto.


La proeza de encontrar un productor que se interese por tu historia puede ser desgastante. Ninguno te dirá que no, aunque ni siquiera haya leído el guión. Acto seguido, desde que entregas ese guión en sus manos, pueden pasar meses antes de que efectivamente lo hayan leído a conciencia. Para entonces, este tendrá cuatro o cinco proyectos más avanzados que el tuyo. En ocasiones, de gente con mayor renombre que tú.


O seguro tienes a alguien en la mira: tu amigo, tu esposa, tu amante. Resulta que encuentras en ellos madera de productor, pero a la hora de entregar la carpeta, ninguno termina de convencer porque si a ti te falta experiencia, a ellos les falta el doble.


En caso de que un pez gordo haya puesto el ojo en tu guión tampoco garantiza nada. Analeine, una amiga becaria del FONCA firmó contrato con una productora española para realizar su ópera prima hace un año, expiró y ya firmó el nuevo contrato pero nada de filmar. Está por escribir, como muchos de nosotros, su tercer guión para largometraje mientras su ópera prima sigue en espera.


Hay temporadas de mucha lucidez, de acojo por parte de los amigos que a través de los rodajes uno ha recabado: fotógrafos, vestuaristas, sonidistas, gerentes de producción, scripts, asistentes de todos los rubros que estarán eternamente dispuestos a ayudarte por que empezaron contigo, porque creen en tu proyecto, porque saben de tu valía, por mera solidaridad.


Sin embargo, esos mismos amigos se ven obligados a trabajar, a seguir haciendo carrera. Y cuando no es una película, es una serie o un corto. Y tu equipo de trabajo va fluctuando. Es frustrante, pero sólo lo entiendes cuando tú mismo, el capitán del barco, tiene que abandonarlo todo porque no se puede dar el lujo de decir no a un proyecto venidero. Desde Guillermo del Toro hasta los directores menos convencionales, el consejo es que uno debe vender el auto y las propiedades, todo sea por filmar, pero en algunos casos ni a auto llegamos.


Siempre queda el camino del cobijo federal, pero ese más que una esperanza refiere a una larga fila de espera con un billete de lotería en las manos. Nos puede tocar a cualquiera, algún día.


Pero no todo es negro mientras te mantienes a flote. Sencillamente, parte del gusto por echar a andar una película, sea o no una primera obra, es saber sacar provecho de estos períodos de inacción. Puede que no pase nada o que sientas que el tiempo pasa demasiado, pero basta mirar hacia otros esfuerzos para que el fósforo no se extinga. El tiempo pasa, sí, pero en el cine todo es ganancia.