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El comediógrafo estadounidense Blake Edwards ha fallecido en la mañana
de este jueves en un hospital de Santa Monica (California), a los 88
años, acompañado por su esposa, la actriz y cantante Julie Andrews.
Será recordado por el Oscar honorario que recibió en marzo de 2004, y
por las numerosas nominaciones y reconocimientos que como director,
guionista y productor obtuvo con inolvidables títulos como la saga “La
pantera rosa”, “Días de vino y rosas”, “Desayuno en Tiffany´s /
Desayuno con diamantes / Muñequita de lujo” y “Victor o Victoria” entre
otras.

Todos lo recuerdan por haber creado los personajes de la Pantera
Rosa y el Inspector Closseau que provocan los peores desastres; por
haber filmado con Audrey Hepburn una de las mejores novelas de Truman
Capote, “Desayuno con diamantes / Desayuno en Tiffany´s” con la
canción  pegajosa de Henry Mancini, “Moonriver”; por haber convertido
la comedia de Hollywood en uno de los géneros más inteligentes con
títulos como “Victor o Victoria” (con la escena del restaurante donde
una hambrienta Julie Andrews saca una cucaracha del bolso y la coloca
en el borde del plato para no pagar la cuenta), “La fiesta inolvidable
/ El guateque” (con Peter Sellers como el actor indio que desbarata una
fiesta de Hollywood con sus torpezas y sus modales ingenuos) y “Cita a
ciegas” (con Kim Basinger beoda, provocando la rebelión de las esposas
japonesas durante una convención); por haber retratado su ansiedad
suicida y su pánico al fracaso en algunas de las películas más
dramáticas y dolorosas como “S.O.B.” y “¡Así es la vida!”; por haber
logrado el mejor retrato del infierno del alcohol con Jack Lemmon y Lee
Remick en “Días de vino y rosas”, y finalmente, otros lo recuerdan y
aman por haber enloquecido a millones de hombres en el mundo entero con
el espectáculo de una hermosa mujer, rubia, con trencitas y senos
generosos corriendo por la playa en “10”, entregando al mundo esa mujer
perfecta, llamada Bo Derek.

La verdad es que la televisión, el
cine y el teatro le deben mucho a este hombre que en realidad se
llamaba William Blake McEdwards, a quien apodaron “Negrito”, nacido el
26 de julio de 1922 en Tulsa, Oklahoma; nieto de J. Gordon Edwards,
director de cine mudo e hijo de Jack McEdwards, director escénico y
productor; actor en numerosas películas de distintos géneros que no han
pasado a la historia pero que algunos recuerdan con agrado, como “The
Gentlemen from West Point” en 1942; guionista de seis películas del
director Richard Quinne; creador de populares series de televisión como
“Peter Gunn” de 1958 a 1960; “Mr. Lucky” de 1959 a 1960 y “Dante” entre
1960 y 1961.

En alguna ocasión le preguntaron por qué algunas
de sus comedias se habían convertido en momentos míticos del cine de
Hollywood, que dónde estaba su secreto y respondió: “No es ningún
secreto, no es ninguna fórmula. Al espectador y al ser humano en
general les gusta burlarse, reirse de las desgracias ajenas. Basta que
usted coloque un personaje ridículo, ingenuo, desvalido pero valiente,
tonto pero decidido como el inspector Clousseau y ya la gente comienza
a reirse. Esa es la raíz del humor, las desgracias ajenas y lograr que
el público se identifique con esos perdedores”.

Cuando le
hablaron del descubrimiento de Bo Derek y el éxito de su película “10”,
acompañada además por Dudley Moore y la utilización del Bolero de Ravel
en la escena de cama, respondió: “¿Quién no se excita ante la
posibilidad de hacer el amor con esa mujer tan hermosa, a quien le han
salvado el marido y quiere agradecerle al desconocido que evitó su
muerte? ¿Quién quiere otra música distinta a la de Ravel, que se repite
y se repite mientras el espectador quiere sacar a Dudley de la cama y
reemplazarlo? Había que jugar con elementos tan peligrosos como el
sexo, la infidelidad, la aventura, la soledad de ese marido que huye de
la mujer porque ya no se soporta a si mismo, y justamente ahí, dorada
como una langosta aparece esta mujer tan sensual”.

Lo cierto es
que este director supo reflejar como pocos todas las trampas, los
laberintos, los perdedores, las ilusiones, las desgracias y también
algunos pocos triunfos de personajes para quienes el alcohol, la
infidelidad, la droga, el crimen y el dolor se convierten en su única
razón de existir.

Pocos directores han logrado un lenguaje tan
personal, tanto para la comedia como el drama, en cine o televisión.
Irritable, propenso a la melancolía y la depresión, víctima de
desórdenes nerviosos que lo hicieron esconderse durante varios días,
convencido de ser objeto de envidias y rencores en un Hollywood que
odia a los triunfadores, la carrera de Edwards, apoyada firmemente por
su segunda esposa, Julie Andrews (con quien adoptó dos niños
vietnamitas), es un reflejo de la angustia de los grandes realizadores
en un medio donde no perdonan los fracasos.

Pero, por encima de
todo está el gran aporte de Edwards a la comedia con sus películas de
la Pantera Rosa, un personaje que surgió como elemento secundario en la
película del mismo nombre, con los créditos diseñados por el artista
Maurice Binder (heredero del gran Saul Bass) en los cuales una pantera
rosada, larga, flaca, desmañada, burlona, desobediente y destructora
hace y deshace. En “La Pantera Rosa” un diamante heredado por una
princesa, lleva ese nombre. Apenas era 1964.

Mientras en la
televisión la serie de dibujos animados se convertía en una de las más
populares y extendidas por el mundo entero (en muchos países, algunas
programadoras siguen pasando esos dibujitos que provocan risas), sus
películas con el inspector (interpretado con humor negro, ingenuidad y
a veces cinismo por Peter Sellers) entraban a la leyenda.

Primero
fue “La Pantera Rosa” y luego “Un tiro en la oscuridad / El nuevo caso
del inspector Clouseau”, ambas en 1964. Luego filmó “El regreso de la
Pantera Rosa”, once años más tarde; “La Pantera Rosa ataca de nuevo”,
1976; “La venganza de la Pantera Rosa”, 1978; “El juicio de la Pantera
Rosa / Tras la pista de la Pantera Rosa”, 1982. Peter Sellers murió
luego de filmar esa pequeña obra maestra llamada “Desde el jardín /
Bienvenido, Mr. Chance” y Edwards rodó dos películas más con estos
personajes: “La maldición de la Pantera Rosa”, 1983 y “El Hijo de la
Pantera Rosa” con un cómico italiano desconocido entonces en Hollywood,
Roberto Benigni, en 1993.

Por supuesto, no siempre la carrera y
la vida de Blake Edwards estuvieron llenas de risas, premios y aplausos
porque algunas de sus películas fracasaron y le cerraron las puertas de
los estudios, obligándolo a largos exilios en Suiza. “¿Qué hiciste en
la guerra, papá?”, 1966; “Darling Lili”, 1970; “Wild Rovers / Dos
hombres contra el Oeste”, 1971; “The Carey Treatment / Diagnóstico:
asesinato”, 1972, entre otras, fueron fracasos estruendosos.

Ahora
descansa en el olimpo de los dioses de la pantalla, arrullado por la
voz de Audrey Hepburn cantando aquella “Moonriver” o “Río de luna”,
compuesta por Henry Mancini, de la mano de la Pantera Rosa, el
Inspector Clousseau, la mujer 10, Víctor Victoria que no sabe si es
hombre o es mujer, el espíritu desordenado de Peter Sellers y otros
personajes que desde hace varios años, situaron a este director
hipocondríaco, rebelde y cínico entre las leyendas de Hollywood.

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El actor Peter Sellers y el cineasta.

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