Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes 2021 (en exclusiva)

México, uno de estos años, en los suburbios de una gran ciudad norteña. Este es el escenario de “La civil” (2021), película dirigida por Teodora Ana Mihai  (Rumania/Mexico/ Belgica) que forma parte de la Seleccion oficial : Una Cierta Mirada, del Festival de Cannes.

Cielo, mujer abandonaba por su esposo, maneja el dolor y la soledad frente al secuestro de Laura, su hija única, por un bando (¿de narcos?). Desde seis meses no tiene noticias aunque ella como su ex-esposo pagaron lo que pedían.

La historia de la película está formulada desde esta búsqueda sin fin, la de una madre que nunca deja de buscar, que nunca renuncia a saber lo que pasó con su hija. Es un tema muy oscuro, muy duro en que nadie o casi trata de saber la verdad salvo Cielo, madre que desea recuperar viva a su hija.

Hay que decirlo de modo muy claro: este personaje existe a través de la interpretación luminosa de Arcelia Ramírez. Esta actriz mexicana conocida desde su inicio en el papel tan conmovedor de “La Mujer de Benjamín” (Carlos Carrera, 1991), se volvió en una de las más brillante intérpretes del cine nacional. Aquí, Arcelia Ramírez se envejece de modo muy elocuente a lo largo de la película y nos hace sentir el drama íntimo que se puede vivir en una familia víctima de tal secuestro.

La vida de Cielo consiste en buscar de modo obsesivo. Toparse con puertas cerradas, con la indiferencia cómplice tanto de muchos vecinos como de la policía. Toparse contra la seguridad militar que antes de todo quiere capturar a los bandidos, torturarlos y matarlos. Ella busca, más y más, y comienza a conseguir unos informes que normalmente la policía tendría que conseguir si hiciera su trabajo. Hasta que los bandidos llegan a provocarla y queman su auto delante de su casa. Los militares vienen no por socorro sino para buscar sin permiso en su propia casa. Van a manipular a Cielo y llevársela con ellos en busca de los malandros. Ella se interna en la violencia de la sociedad: tiros de los militares, y pistoletazos en fincas o casas de secuestros. La amplitud de la complicidad se nos revela paso a paso. Y la tristeza y locura es llevada al límite. No hay amigos, no hay familia. Incluso el ex-esposo hace todo para que renuncie, olvide a su hija y sobre todo que se mantenga callada.

Todo funciona como un juego horrendo sobre la violencia y la muerte. El ambiente resulta mortífero y sin huella de esperanza. Salvo la dignidad de Cielo y de su intérprete. Estamos ante una tragedia griega en un país contemporáneo.  A veces, el guion tiene un carácter más repetitivo, de facto expone la narración a una forma menos dinámica.

Así, la mirada de la directora excluye la fascinación usada en películas convencionales de secuestros y narcos. Juega más Teodora Ana Mihai con el ambiente sonoro para mostrarnos lo que pasa en el aspecto más intimo posible de los testigos de los balazos y tiroteos. La violencia es psicológica y no de efectos especiales.

Muchas de las escenas clave son nocturnas, lo que permite jugar con la sombra, tanto imaginaria como real.

¿Un final feliz? Ni pensarlo. Se pudiera decir un final abierto, abierto en la mera oscuridad.

Arcelia Ramírez y Teodora Mihai.

Arcelia Ramírez y Álvaro Guerrero.

Por Jean-Pierre Garcia

Jean-Pierre García es crítico e historiador de cine, fundó y dirigió el Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, de 1980 a 2011, que muestra cine del mundo entero y ha desarrollado un papel muy importante en lo que se refiere al apoyo a jóvenes directores de África, Asia y América Latina. Organizó varias retrospectivas y homenajes al cine mexicano y participó en el libro Luz, cámara, acción: cinefotógrafos mexicanos. En 1996, creó el Fondo de Apoyo a Desarrollo de Guiones del Festival de Amiens. Ha sido integrante y presidente de varios jurados internacionales en Europa, África, Asia y América Latina. Es experto en políticas de financiamiento y apoyos a cines del hemisferio sur.