Por Leticia Carrillo

Carlos Fuentes
y Carlos Monsivaís consideraron que la película Él, de Luis Buñuel, realizada en México en 1952 y  protagonizada por Arturo de Córdova y Delia
Garcés, a pesar de haber fracasado en la taquilla es uno de los grandes
clásicos del cine universal. Fuentes compartió que en el estreno, sólo estaban
en la sala Salvador Elizondo y él.

Lo anterior
ocurrió este sábado a las 18:00 horas durante la amena charla informal que
durante 50 minutos sostuvieron en torno al cine mundial y nacional, los dos
escritores frente a los invitados a la Sala 4 de la Cineteca Nacional donde dio
inicio el ciclo Las clásicas de Fuentes y
Monsiváis.

Dentro del
ciclo se proyectarán hasta el 23 de noviembre, 8 títulos, entre los que se
encuentran Los olvidados, Citizen Kane y
El telón de azúcar, seleccionados por
Monsivaís y Fuentes como parte del Homenaje Nacional por los 80 años del autor
de La región más transparente, La muerte
de Artemio Cruz
y Los años con Laura
Díaz.

Carlos
Monsivaís dijo que Arturo de Córdova era un prontuario de leyes por su forma
tan propia de hablar, mientras que Carlos Fuentes contó divertido que durante
el rodaje de Él, Buñuel le dio la
indicación al actor que dijera: “Estoy celoso”, ante lo cual De Córdova se
mostró contrariado ya que consideraba algunos de los parlamentos como simplones
y en ese caso quiso cambiar dicha línea por la de: “¿No te das cuenta que con
tu actitud errónea enciendes la llama de mis celos?”. La respuesta del director
fue entusiasta.

Del  cineasta aragonés, que adaptó un libro de 30
páginas de Mercedes Pinto sobre el Duque 
de Foronda y Cubillas para hacer el guión de Él, lo describieron como un artista capaz de hacer grandes
películas a partir de obras literarias de menor nivel.

Sin embargo,
los intelectuales coincidieron que en general en el cine se “destruyen las
novelas” como en Casa de muñecas (Alfredo
B. Crevenna)“un grito de libertad”
según Monsivaís,  donde contrario a la obra original, se
logra un final feliz. O en el caso de El
Conde de Montecristo
de Chano Urueta, a pesar de haberse hecho la versión
más apegada que exista a la obra literaria, los resultados fueron menores.

El cronista
indicó que él ve cine mexicano por gusto y lo considera como una “expiación de
la nacionalidad”, cree que si alguien persiste en esta tarea más de 15 minutos
es porque hay cosas buenas en él. Manifestó que muchas veces el cine nacional
da la sensación de lo inesperado que es esperado, es decir que en la películas
hay una suma de clichés que hacen decir al espectador “no puede ser que siga
esto” y al segundo siguiente ya lo está viendo. Por eso de tan malo, termina
siendo bueno.

A su vez, el
novelista enlistó algunos de los elementos valiosos del cine mexicano del siglo
pasado: estimó que lo que le da valor a la obra 
del Indio Fernández es el trabajo de Gabriel Figueroa y “sus nubes” así
como la presencia de Pedro Armendáriz “que llenaba la pantalla”.  La historias del director de La perla eran muy “cursis”, expresó
Fuentes aunque dijo gustarle el final de 
La malquerida.

Estimó como
“discursos del 20 de noviembre” los eternos diálogos de Mauricio Magadaleno y
ve a Miguel Inclán como el mejor villano del cine mundial a pesar de que en
Salón México, hace el papel de policía bueno que le dice a su contrincante que
se van a hablar “de hombre a hombre, no de hombre a policía”.

Monsivaís y
Fuentes opinaron que si bien, las piernas de Ninón Sevilla son las mejores del
cine mexicano, en su papeles ella sigue sufriendo aún cuando la película acabó.

Ojos de juventud (Emilio
Gómez Muriel), dijo Carlos Monsivaís
“no es la primera adaptación que se hace de la historia de Madame X, la primera
fue la de El automóvil gris y la
segunda, Las abandonadas” y comparó
irónicamente el final de la primera con una especie de cinema verité  cuando en el lecho de muerte Elsa Aguirre le
confiesa a su esposo que le mintió todo el tiempo, pues su hijo también es hijo
de él, a lo que éste responde: “¿Pero cómo? Si nunca nos acostamos”.