Por Raúl Miranda López

Gustavo García ha escrito su nuevo libro Al son de la marimba. Chiapas en el cine, a tres pistas: Oficio de tinieblas (la exhibición, la distribución y el consumo) / Álbum  de familia (las personalidades creadoras, los que se fueron pero regresaron en la pantalla) / Rincón brujo (Chiapas en el cine, las películas filmadas en su geografía y las que la imaginan). Esta forma de abordar el tema, desde tres entradas, permite no dejar de lado los aspectos de su génesis, de su  historia y de su cultura.

1903, muchos años después (si siete años significan muchos años), de que se hiciera presente el galo Gabriel Veyre con don Porfirio Díaz, familiares y allegados, para mostrarles los prodigios del cinematógrafo, patentado por los hermanos Lumiére; se efectúa la primera función en el estado sureño. Y ese retraso fue debido a que,  escribe Gustavo García en las primeras líneas de Al son de la marimba, Chiapas y Quintana Roo competían como los territorios aislados u olvidados de México.

Y si en la capital mexicana y en diversas partes del país el ingeniero Salvador Toscano se había convertido en el connacional pionero del cinematógrafo. En Tuxtla Gutiérrez se iniciaba la historia regional del cine con su propio pionero, el joven ganadero Raúl Rincón. Desafortunadamente sus exhibiciones no prosperaron por la escasez de nuevos títulos de estreno debido a la incomunicación geográfica del estado.

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En 1905 llega a Tuxtla la primera empresa cinematográfica, Campana y Vernier. Se proyectaba la guerra ruso-japonesa, entre otros títulos.

Gustavo es conocedor de ese periodo, pues es autor del libro El cine mudo mexicano (1983), y como tal pronto entra en materia y nos habla de Edison y su kinetoscopio, de la exhibición de El beso, entre otros títulos y de la trashumancia.

Los periódicos de la época publican que la primera empresa cinematográfica sería, fue la Adams-Sanabia, del señor Rodolfo Tosta. Traían el cinematógrafo Pathé, y pronto se extendieron las exhibiciones a Chiapa de Corzo, San Cristóbal y Comitán. Fue en precisamente en San Cristóbal donde se estrenó Asalto y robo de un tren (Edwin C. Porter, 1903).

Inmediatamente el autor del libro, nos presenta su fuente maestra que le revela y nos revela parte de lo sucedido en la etapa silente y primeros años del cine sonoro en Chiapas, el libro Historia del Teatro Emilio Rabasa, de don Fernando Castañón Gamboa. Una joya bibliográfica publicada en 1947.

Así, nos enteramos que la historia primigenia del cine en Chiapas es la historia de los exhibidores, que fascinaban al público con las “vistas”, que así se les nombraba a las películas de muy corta duración (segundos de duración las primeras, y unos pocos minutos las subsiguientes). Estos empresarios esparcieron el nuevo virus del entretenimiento por muchas latitudes del estado.

En 1909 llega otra empresa cinematográfica, García Martínez- Aguilera; la empresa Picone, en 1911; y la empresa Cine comedia, en1915.

El público chiapaneco, o al menos el tuxtleco, vivía la modernidad y el cosmopolitismo gozando las majestuosas vistas (ya no tan cortas) de Ferdinand Zecca, y del maestro de los efectos especiales de ese tiempo, Georges Mélies, en la primera década del siglo XX. Y se actualizaba en la siguiente década con las comedias de Max Linder, pero también con las imágenes del héroe de la revolución, Francisco I. Madero, y las de un pueblo insurrecto.

Gustavo García, sumergido en diarios y publicaciones de la época (El Observador, Revista Chiapaneca, El Heraldo de Chiapas, Renovación, etc.) nos cuenta esto y más, desgrana nombres de leyenda de la que llama la “etapa romántica de la exhibición”. Así, aparecen Manuel Adams, Antonio Sanabia, Rafael Picone, El Feroz Jorge Mier, Conrado Coutiño Rosales, Edmundo Pérez Révora y Manuel Marroquín. Unos a otros, estos empresarios irán substituyéndose.

Pero si una nación es un puñado de nacionalidades; un estado de la república también lo es. Por eso en Al son de la marimba, el autor nos conduce por los vericuetos de los cine-teatros, galerones y carpas de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, Comitán, San Cristóbal, Tonalá y Huixtla, que no eran precisamente espacios en condiciones optimas de comodidad para el respetable, no siempre respetado.

Más tarde, esas salas y jacalones adquieren status de metrópoli al llamarse, por ejemplo, cine Lux. Llegan películas Gaumont, se puede ver a María Conesa en la cinta El pobre Balbuena, e incluso los seriales La banda del automóvil, de Vollrath, y El automóvil gris, de Rosas, escribe Gustavo.

Pero la etapa muda del cine en Chiapas no era precisamente en silencio, la algarabía de los públicos ante los besos (a veces censurados), balazos y trancazos; y las presencias de Douglas Fairbanks (Los tres mosqueteros), Harold Lloyd o “Delgadillo” y Lon Chaney. Además de Sangre y arena (con Rodolfo Valentino), El árabe (Ramón Novaro), Francesca Bertini; El chiquillo y Peregrino, así conocidas en tierra chiapaneca El chico y El vagabundo (ambas de Charles Chaplin), pero todas fueron mecidas por las “maderas que cantan”, la marimba, que no sólo acompañaba la función, sino que recreaba musicalmente las emociones de los relatos en celuloide.

Gustavo García nos cuenta, con maestría narrativa, estos sucesos de la década de los años veinte, en el apartado de bello título Hollywood mecido por la marimba, y así nos presenta otros personajes, como Jesús Borrás, Héctor Ventura “El Cabezón” y José Ruiz “El Conejo”.

La década de los treinta, vuelve a darle auge al cine en Chiapas, ahora con mayor fuerza pues era evidente que la radio y el cine iban de la mano. Las voces de Agustín Lara, Ramón Armengol y Tito Guizar ayudaron a la construcción de las identidades de la patria. En Chiapas se exhibían las películas folclóricas y nacionalistas como La calandria, Ora, Ponciano, y los públicos demandaban más tenazmente a los empresarios exhibidores mayor calidad en las proyecciones y confort en los recintos de cine. La inauguración del cine Alameda en 1940, en Tuxtla, convertirá a este “oficio de tinieblas” en modelo de modernidad: dulcerías, aire acondicionado, butacas cómodas de madera, planta de luz.     

Al son de la marimba es una investigación laboriosa, de lectura que contagia, sobre una región en su imaginario y su verdad. Gustavo García va al rescate de una historia cara: la nada eventual manifestación de El cine en Chiapas, Chiapas en el cine, o Chiapas y el cine. He aquí un estudio del multiculturalismo mexicano. El biógrafo de dos grandes Pedros, Infante y Armendáriz, nos hará comprender que la historia del cine nacional, a pesar de estar siempre centralizada en las dos o tres grandes metrópolis mexicanas, no se entiende del todo o queda incompleta sin el estudio regional de su manifestación.

Pero Al son de la marimba no sólo es un libro de rescate de la memoria local, es una redimensión relacional de las identidades chiapanecas. Es memoria, representación, ritual y narración, es el entrecruce de una antigua tecnología, la escritura, acerca de una más moderna, las imágenes en movimiento, el mundo de la representación de las realidades virtuales.

Esto es el libro Al son de la marimba. Chiapas en el cine de Gustavo García. Un estudio sobre el surgimiento y el desarrollo de las salas cinematográficas en las diversas ciudades, poblaciones y rancherías del estado; una inicial investigación acerca del consumo cinematográfico a escala regional, indagación sobre variadas películas de cineastas, mayoritariamente no chiapanecos, que a pesar de estar aisladas en su temporalidad, se caracterizan por su ambición de captar peculiaridades regionales. Es también acercamiento a la incipiente producción fílmica regional. Es un estudio de lo regional en el estado sureño a través de las imágenes del cine.

El libro de Gustavo García provoca múltiples líneas de investigación (algunas, poquísimas, ya en marcha). B Traven en Chiapas[i], su obra literaria y el cine, con películas como La rebelión de los colgados, Macario, Puente en la selva. El cine oficialista documental chiapaneco de los años veinte, con películas como Revista Chiapaneca 1 y 2 y Entrega del estandarte del regimiento (Mariano o Manuel Campos, 1926). De la verdad a la imaginación, el gobernador Carlos Vidal y su asesinato, en La sombra del caudillo (Julio Bracho, 1960). Chiapas imaginario, las películas no filmadas en el estado pero que lo intuyen, con películas como la ficcional fundadora Al son de la marimba (Juan Bustillo Oro), La selva de fuego (Fernando de Fuentes). Rosario Castellanos y el cine, con películas como Balún Canán (Benito Alazraki)y Oficio de tinieblas (Archibaldo Burns). Walter Reuter y Chiapas, con películas como Tierra del chicle y Raíces (en esta última Reuter tiene crédito como cinefotógrafo). La presencia de Werner Herzog en Chiapas, con su película Cristo y demonios en Nueva España (1999). La magnificencia ficcional de la obra hidráulica en Chiapas en los años 70, con películas como Las grandes aguas y Chicoasén Y así, cada una de las películas de la exhaustiva filmografía elaborada por Gustavo García, merecería una investigación pormenorizada. Ya no se diga la necesidad de indagar en la vida creativa en las pantallas de los nacidos en Chiapas, “cuya trayectoria nos es legítimo aspirar a conocer” (escribe Gustavo Trujillo en el celebratorio prólogo). ¿Qué hicieron para el séptimo arte las bellas Amanda del Llano, Aída Araceli y Esperanza Issa; los prolíficos Pancho Córdova y Antonio Raxel; el compositor romántico de fama mundial “Chamaco” Domínguez; el escritor Eraclio Zepeda y sus personificaciones fílmicas,” humanizando” al general Francisco Villa.

Todas estas líneas de investigación las ha iniciado Gustavo García. Sería el mejor homenaje a su labor tesonera, que los experimentados o noveles investigadores chiapanecos las profundizaran.

Afortunadamente, el autor de Al son de la marimba. Chiapas en el cine, no ha ido solo. Así lo reconoce García al comentar en la introducción, el hallazgo de última hora (cuando ya estaba en imprenta el libro) del trabajo de la joven historiadora Isis Saavedra[ii] sobre el mismo tema, y las coincidencias en fuentes, propuestas de investigación y resultados.

Gustavo García hizo bien escribir este libro, el Sistema Chiapaneco de Radio, Televisión y Cinematografía hizo bien en publicarlo. El libro viene a sumarse a otros, poquísimos, pero necesarios libros referidos al cine regional de todo el país.[iii]

¡Felicidades, Gustavo! ¡A comprar el libro¡ ¡a leerlo!, aseguro disfrute.

 

Filmografía:

Viaje de Justo Sierra a Palenque (Gustavo Silva, 1909)

Los misioneros en Chiapas (Talleres Cinematográficos de la Secretaría de Educación, 1922)

Palenque, Chichén Itza y Uxmal (Franz Blom, 1923)

Los bosques de Yucatán y Chiapas (Zeferino Domínguez, 1923)

Entrega del estandarte del regimiento (Mariano –Manuel- Campos, 1926)

Revista Chiapas 1 (Mariano – Manuel- Campos, 1926)

Revista Chiapas 2 (Mariano –Manuel- Campos, 1926)

Chiapas

Bellezas del Grijalva y cómo es el Soconusco (Secretaría de Educación Pública, 1929)

El sur de México (Miguel Covarrubias, 1934?)

Al son de la marimba (Juan Bustillo Oro, 1940)

Capullito de Alelí (Fernando Soler, 1944)

La historia del doctor Wassel (Cecil B. De Mille, 1944)

La cruz vacía (Víctor Urruchúa y Rafael Portillo, Manuel Toussaint, 1948)

Rincón brujo (Alberto Gout, 1949)

La selva de Fuego (Fernando de Fuentes, 1948)

El ceniciento (Gilberto Martínez Solares, 1951)

Tierra del chicle (Walter Reuter, 1952)

Nuestra señora, cuento de Raíces (Benito Alazraki, 1953)

La rebelión de los colgados (Alfredo B. Crevenna y Emilio Fernández, 1954)

Carnaval chamula (José Báez Esponda, 1959)

La sombra del caudillo (Julio Bracho, )

Puente en la selva / The Bridge in the Jungla (Francisco Kohner, 1970)

Juan Pérez Jolote (Archibaldo Burns, 1973)

Chac, el dios de la lluvia (Rolando Klein, 1974)

No oyes ladrar los perros (Francois Reichenbach, 1974)

Balún Canán (Benito Alazraki, 1976)

Cascabel (Raúl Araiza, 1976)

Las grandes aguas (Servando González, 1978)

Chicoasén (Rafael Baledón, 1978)

Oficio de Tinieblas (Archibaldo Burns, 1979)

Bajo fuego / Under Fire (Roger Spottiswoode, 1983)

Piowachuve / La vieja que arde (Francisco Urrusti, Ana Piño Sandoval, 1982)

La rebelión de los colgados (Juan Luis Buñuel, 1987)

Bonampak (Raúl Contra, 1989)

Bartolomé de Las Casas, la leyenda negra (Sergio Olhovich, 1992)

Frontera sur (Hugo Stiglitz, 1992)

La hija del puma / Pumaens Daeter (Ulf Hultnerg y Asa Faringer, 1994)

Viaje al centro de la selva (Epigmeneo Ibarra, 1994)

Chiapas: historia inconclusa (Cristian Calónica, 1994)

Convención de Aguascalientes (Carlos Mendoza, 1994)

Santo golpe (Dominique Jonard, 1997)

Alta tensión (Rodolfo de Anda, 1997)

Cerca del cielo / Hombres armados / Men with Guns (John Sayles, 1997)

Cristo y demonios en la Nueva España (Werner Herzog, 1999)

Chenalho, el corazón de los altos (Isabel Cristina Fragoso, 2001)  

Lacandones, expedición Leonard (Saudhi Batalla, 1955-2002)

J-ok’El (Benjamín Williams, 2005)

El libro de piedra (Julio César Estrada, 2008)

Sin nombre (Cary Fukunaga, 2008)

Corazón del tiempo (Alberto Cortés, 2008)

 

Notas


[i]Munguía Espitia, Jorge e Isis Saavedra Luna, Enigmas de Bruno Traven, en Revista de la Universidad de México, Nueva época, Num. 76, Junio 2010, pp. 84-94.

[ii]Saavedra Luna, Silvia Isis, La selva de nitrato: historia del cine en Chiapas, en “Arte moderno y contemporáneo de Chiapas”, Roberto Sepúlveda (coordinador), Conaculta-Coneculta, serie libros de Chiapas, 2000, pp. 190-237.

[iii]Como aquel fundador de Gabriel Ramírez: El cine yucateco (1980). Otros más: Historia de un sueño. El Hollywood tapatío (Julia Tuñon,1986); El cine mudo en Guadalajara (Guillermo Vaidovits, 1989), Crónicas tapatías del cine mexicano (Patricia Torres San Martín, 1993), Entre Yerba, polvo y plomo: lo fronterizo visto por el cine nacional (Norma Iglesias, 1991), Cine tropical: notas para una historia del cine en Mazatlán, 1897-1926 (Marco Antonio Lugo, 1994); Esplendor y ocaso de las salas de cine en Sinaloa (Jorge Briones, 1998); La danza de las imágenes: crónica de la primera década del cine en Sinaloa (Briones, 1998); Imágenes de plata: el cine en Baja California (Gabriel Trujillo,1997); Baja California : ritos y mitos cinematográficos (Trujillo, 1999); Cien años de cine en Chihuahua (Alma Montemayor, 1997); La mirada desenterrada : Juárez y El Paso vistos por el cine (Willivaldo Delgadillo, Maribel Limongi, 2000); La leyenda de Movieland : historia del cine en el estado de Durango (1897-2004) (Antonio Avitia, 2006); Dos cines en la vida de Puebla en el siglo XX (Isaac Wolfson, 2006); De Buñuel a Santo : Guanajuato, lugar de cine (Beatriz Chemor y Francisco Javier Millán, 2007).