Por Déborah Farjí Núñez
No suelo escribir en primera persona, sin embargo, nunca había sentido que una película rebasara mi capacidad de sorpresa y análisis.
El film Un profeta, dirigido por Jacques Audiard (De latir mi corazón se ha parado, 2005) ha ido arrasando en el 2010 con los más importantes galardones de la cinematografía mundial. No sólo en su país fue reconocida por los Premios César como mejor película, contando director, actor y actor revelación, actor de reparto, guión original, fotografía, montaje y escenografía; también los BAFTA y el Festival de Cannes hicieron lo propio.
Un profeta cuenta de la historia de Malik El Djebena, quien a sus 19 años, comienza una condena en prisión, tras vivir una adolescencia en centros de integración juvenil. Dentro del reclusorio, existe una evidente separación entre los corsos y los musulmanes, siendo los primeros quienes regulan lo que pasa en las inmediaciones. En un principio, Malik, de origen franco árabe, es ajeno a ello y sobrevive sólo, sin amigos ni enemigos.
Sin embargo, no tardará en caer en la logística del sutilmente amenazante Cesar Luciani (Niels Arestrup, El llanto de la mariposa, 2007), quien obligará al joven analfabeto a formar parte de sus actividades fuera y dentro de la prisión.
Malik es interpretado por el actor Tahar Rahim, quien a raíz del éxito de la película ha sido llamado a estelarizar cuatro filmes más en los próximos dos años. En una magnífica representación, llegamos a conocer y empatizar con el protagonista, sobre todo por que nos abre una puerta para ver lo que pasa por su cabeza. Él es consciente del bien y del mal, y a pesar de buscar alejarse del peligro, encuentra en él la manera de sobrellevar su estancia y, más aun, alcanzar una posición a la que no hubiera llegado de no haber estado en prisión.
La cinta presenta una dosis de crudeza y violencia suficiente para sentir casi en carne propia el ambiente en el que viven, la corrupción a los ojos del mundo, las extorsiones, el crimen organizado a expensas del estado, pero sobre todo el dominio territorial que aseguran una feliz estancia dentro y fuera de la cárcel. Así se pone de manifiesto el excelente trabajo del mismo Audiard y Thomas Bidegain (El Chateau, 2001) en el cuidado y la intención descriptiva de un guión que narra y crea imágenes que ilustran tipologías humanas, sus relaciones, entretejidas con los pormenores de la vida cotidiana en la cárcel, los roles en los que se organizan los presos, forjando una atmósfera de ese mundo oscuro que desconocemos, pero con la expertise de no caer en lo obvio ni gastar detalles superficiales.
Aquí nada es gratuito. La banda sonora a cargo del también multipremiado Alexandre Desplat (El curioso caso de Benjamin Button, 2008), nos sumerge en la minuciosa construcción de la tensión, a la que llegas sin darte cuenta. Sin embargo, lo más gratificante es ver -como en los clásicos-, que la película se cuenta a través de sus cortes. Por ello, no importa mucho tratar de entender cada escena, se trata de una experiencia redonda, que no necesita más palabras.
Un profeta (A Prophet)
Director: Jacques Audiard. Actores: Adel Bencherif, Tahar Rahim, Niels Arestrup. Género: Drama. Clasificación: B-15 Duración: 150 mins. País : Francia. Año: 2009