Por Hugo Lara Chávez

Quién iba a decir hace 30 años que Tom Hanks, el actor de vena cómica que protagonizaba comedietas chabacanas del corte de “Despedida de soltero” (1984) se iba a convertir en uno de los actores predilectos de la Academia, que con recurrencia es nominado al Oscar por papeles serios y dramáticos. Lo cierto es que lleva ya un rato instalado en la categoría más alta de Hollywood, tal vez desde que ganó en 1994 el Oscar por “Philadelphia” y que refrendó posteriormente con un puñado de películas exitosas como “Forrest Gump” (1994), “Saving Private Ryan” (1998) o “Cast Away” (2000).

Con este cartel, Hanks busca este año otra nominación al Oscar como mejor actor por su filme de reciente estreno, “Capitán Phillips” (Captain Phillips, 2013), bajo la dirección del apreciable cineasta británico Paul Greengrass (“Bloody Sunday”, 2002; “The Bourne Supremacy”, 2004).

“Capitán Phillips” es la historia precisamente del personaje que le da nombre al filme —encarnado por Hanks— quien dirige el MV Maersk Alabama, un enorme barco mercante de bandera estadounidense por la costa de África. El barco es asaltado por piratas somalíes y esto deriva en el secuestro del Capitán Phillips, quien pasa unos días en un bote salvavidas a merced de los piratas africanos. Entre el jefe de estos, Muse (Barkhad Abdi), y Philips, se establece un curioso duelo de inteligencia y presión.

El guión de Billy Ray (“Los juegos del hambre”) está basado en el libro autobiográfico de Richard Phillips, que relata los sucesos reales entorno a su secuestros y el ataque de piratas somalíes al barco que comandaba, en 2009. Estos hechos tuvieron una gran cobertura por parte de la prensa de Estados Unidos, toda vez que era el primer ataque pirata a un navío estadounidense en 200 años.

“Capitán Phillips” es una película cuyo principal problema es su visión pro yanqui, racista y colonizadora. El mundo es presentado como un territorio de absoluto dominio militar de Estado Unidos, donde sus naves y marines puede hacer y deshacer a su antojo. Para enseñarnos que la vida de un ciudadano de aquel país vale cualquier despliegue militar e incluso la muerte de algunos cuantos humanos tercermundistas. Algo así como ocurría en los viejos westerns, en que el héroe blanco, ya en manos de los crueles apaches, era salvado de la muerte de última hora por el 45 regimiento de caballería…Y al adoptar el punto de vista del Capitán Philips, el relato no tiene más remedio que presentar a los piratas somalíes como una manga de negros hambrientos, miserables y salvajes que merecen ser eliminados. Y todo el relato parece esforzarse en justificar su inevitable ejecución.

El director Greengrass se rehúsa a adoptar una postura crítica contra esta anécdota y la narra de forma impersonal pero con su conocida solvencia técnica. Sin embargo, no evita varios momentos que se vuelven largos y reiterativos (las escenas en el bote salvavidas) y termina por aburrir. En “Capitán Phillips”, la realización se pone al servicio del lucimiento actoral de Hanks, que tiene una escena final construida para pelear por el Oscar, con lágrimas, berridos y todo lo demás. Pero el costo que el filme paga por eso es muy alto, pues perdemos al cineasta que demostró estupendas virtudes en sus mejores filmes, como las ya mencionadas “Bloody Sunday” y “The Bourne Supremacy”.

 

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.