Por Benjamín Harguindey   
EscribiendoCine-CorreCamara.com

“El pasajero” (The Commuter”, 2018) es prácticamente una recreación de “Non-Stop” (“Sin escalas”, 2014): misma historia, misma estrella, mismo director, incluso uno de los mismos guionistas. En lugar de un avión hay un tren, así como en lugar de un bus hay un barco en “Máxima velocidad 2” (“Speed 2: Cruise Control”, 1997) y en lugar de un barco hay un tren en “Alerta máxima 2” (“Under Siege 2: Dark Territory”, 1995). Diferentes vehículos, misma marcha e idéntico suspense.

Liam Neeson interpreta a un vendedor de seguros que es despedido súbitamente y en el tren de regreso a casa una femme fatale (Vera Farmiga) le propone un sencillo trato: que identifique a un intruso a bordo del tren a cambio de cien mil dólares. ¿Por qué él? Además de ser exvendedor es expolicía, y supuestamente conoce al tren y a sus pasajeros como la palma de su mano.

La estrella y los avances comerciales sugieren una película de acción. En realidad “El pasajero” es un thriller, en síntesis no tan distinto a “Asesinato en el Orient Express” (“Murder on the Orient Express”, 2017). Estructuralmente es la misma trama: un detective a bordo de un tren en el que todos parecen sospechosos y uno por uno van siendo descartados. La diferencia clave es que en vez de identificar quién es el asesino el detective debe identificar quien será la víctima. Dicho esto “Asesinato en el Orient Express” es más exitosa en su cometido de evocar la nostalgia de un pasado glamouroso que “El pasajero” en sus intentos por retratar convincentemente el tedio y hartazgo de la clase trabajadora rumbo a casa.

¿Es un buen thriller? Los enigmas son dos: quién es el intruso y quién se encuentra detrás de la conspiración. La respuesta a la segunda pregunta debería ser obvia teniendo en cuenta la vieja máxima acerca de los invitados estrella en los programas de televisión. La respuesta a la primera pregunta no es tan obvia, pero se debe a que no depende de ninguna de las soluciones presentadas al espectador, lo cual raya la trampa.

La trama se va descarrilando minuto a minuto, y los momentos de heroísmo social -sacados de cualquier película de desastres- son una mezcla de tiernos y vergonzosos. Pero por más predecible y ridícula que se ponga, la película no aburre. Neeson no se ve particularmente explotado como en las películas más rutinarias de su carrera y compone un protagonista creíble y entrañable, dentro de todo. La acción, compuesta con claridad a base de planos secuencia, es mucho más satisfactoria que la acostumbrada cámara temblorosa y montaje confuso. Hasta hay algún que otro buen chiste.

No hay grandes sorpresas ni momentos memorables en esta película, y como thriller es mediocre aún según los estándares de películas similares. Si resulta entretenido es gracias a su competente héroe de acción y la técnica del realizador español Jaume Collet-Serra, que aún dentro del género es capaz de mejores resultados. “Una noche para sobrevivir” (“Run All Night”, 2015) tenía todo lo que “El pasajero” y además personajes interesantes y un conflicto humano genuinamente dramático. Aquí el director se ha conformado con lo mínimo.