Por Manuel Cruz
Cruzderivas@gmail.com
And the operator says
“All is calm and all is quiet
Close your eyes, sleep tonight”
– Bob Geldof –
La procrastinación tiene sus engaños. Lo que empieza como el llamado arte de “dejar pasar el tiempo” acaba convirtiéndose en una tortura sutil, que hace años de días y zombies de personas mientras descubren el gran secreto de la vida. “La vida de Verónica” está en el centro de este nihilismo diario, pese a todo el éxito que la rodea: Su trabajo como psiquiatra en un hospital público del acalorado Recife, su padre de barba socrática y amor generoso, y la variedad de encuentros sexuales que le ocurren día a día. En resumen, su existencia es particularmente cómoda.
Pero así como le ocurre a Gabriel Byrne “En Terapia” y a Hank Azaria en “Huff”, las vida de quienes se dedican a resolver problemas queda plagada de sus propias dificultades, sin respuesta aparente o salida fácil. El siguiente paso lógico es continuar con la vida anterior, y así procede el director y guionista Marcelo Gomes, con cierta indiferencia al cambio. Salvo pequeños giros en la historia, el resto de la cinta es secuencia tras secuencia de repetición. Es aburrido, pero quizás ese es el punto: Examinar aquel sufrimiento implícito que le ha caído a todos en algún momento, y la esperanza que podría existir en la distancia
Esta no es una película fácil en cuanto a su narrativa, y podrá dejar a más de uno cerca de la siesta. Pero al final se completa, e incluso se agradece la transición final de su personaje ante el mañana. Es inspirador para todos los que están afuera de su historia.
Érase una vez yo, Verónica
(Era uma vez eu, Verônica, Brasil-Francia., 2012, 91 mins.)
Director: Marcelo Gomes. Guión: Marcelo Gomes. F en C.: Mauro Pinheiro Jr.. Música: Tomaz Alves Souza y Karina Buhr. Edición: Karen Harley. Con: Hermila Guedes (Verónica), W. J. Solha (Zé Maria), João Miguel (Gustavo), Renata Roberta (María), Inaê Veríssimo (Ciça). Productor: João Vieira Jr., Sara Silveira y Chico Ribeiro. Clasificación: B-15.
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