Por Hugo Lara
El caso del sensacional filme “Ex Machina” muestra la paradoja que en nuestros tiempos supone la exhibición convencional frente a Internet: todavía no se estrena en México pero es posible encontrarla digitalmente en la web. Se trata de una película de ciencia-ficción, la opera prima del británico Alex Garland (Londres, 1970) que se desarrolla con una planeación casi perfecta, con un guión eficaz e inteligente.
La película trata sobre Caleb (Domhnall Gleeson), un joven programador que trabaja para Bluebook, el buscador de Internet más poderoso —piensen en Google— y quien gana el premio de pasar una semana junto al genio creador de esa compañía, Nathan (Oscar Isaac). Caleb viaja a lo más recóndito del planeta donde vive Nathan en un bunker subterráneo y aislado del mundo, tan solo acompañado por Kyoko, una sirvienta japonesa. Nathan, que resulta ser un hipster alcohólico y brillante, le revela a Caleb que ha producido una inteligencia artificial y le pide conducir la prueba de Turing, consistente en verificar si puede pasar como humano o no. En distintas sesiones, Caleb se entrevista con el robot Ava (Alicia Vikander), una máquina con forma de una mujer que habita una celda de la que jamás ha salido. En una de las sesiones, Ava le dice a Caleb con sigilo que no debe confiar en Nathan. A partir de ese momento, Caleb se interna en un laberinto donde se confunden las emociones, los sentimientos y las mentiras.
En la imprescindible “Blade Runner” (1982) hay un par de secuencias sobre la famosa prueba de Turing, pero más allá de eso, “Ex Machina” tiene muchas conexiones con el clásico de Ridley Scott, sobre el tema de la inteligencia artificial y la reflexión existencialista que detona la toma de conciencia de los “replicantes”, la honestidad de sus emociones, la lucha por su supervivencia. “Ex Machina” evoca también a “2001: Odisea del espacio” (Kubrick, 1968) por su carga filosófica, y a otros filmes menos trascendentes, como “A.I. Inteligencia Artificial” (Spielberg, 2001), “El hombre bicentenario” (Columbus, 1999) y, recientemente, “Chappie” (Blomkamp, 2015).
Si bien la ciencia-ficción engloba tanto a “Blade Runner” como a “Ex Machina” lo que las hace distintas es el tratamiento y el tono a nivel de subgénero: mientras aquélla es un film noir, “Ex Machina” resulta un thriller psicológico, que en algo se aproxima a “El silencio de los inocentes” (Jonathan Demme, 1991).
La clave del filme está cifrada en la doble relación de Caleb tanto con Nathan como con Ava y la manera en que ambas se transforman radicalmente. “Ex Machina” propone un cambio en la percepción de Caleb sobre cada personaje, que se produce de manera gradual, con sutileza y con tensión al mismo tiempo. Es un filme de personajes que intentan manipular al otro, en el pantanoso terreno de la desconfianza y la suspicacia.
El director maneja con buen pulso los elementos de su narración: apenas cuatro personajes (incluyendo a Kyoko) en un ambiente claustrofóbico, de decoración minimalista y sofisticada. Los personajes resultan de personalidades que contrastan y eso abre las sorpresas. El director le saca todo el petróleo a sus actores, en especial a Oscar Isaac que luce en plan grande como el extravagante y soberbio millonario que aspira a convertirse en un dios, así como la hermosa Alicia Vikander, seductora y enigmática en su papel de androide.
En suma, “Ex Machina” tiene grandes atributos para convertirse en un filme de referencia dentro de la ciencia-ficción y su director, Alex Garland, con este prometedor debut, está llamado a refrendar su talento en un siguiente proyecto.
Director: Alex Garland. Producción: Andrew Macdonald, Allon Reich. Guión: Alex Garland. Reparto: Domhnall Gleeson, Alicia Vikander, Oscar Isaac. Música: Ben Salisbury, Geoff Barrow. Fotografía: Rob Hardy. Edición: Mark Day. Compañía productora: DNA Films, Film4, Scott Rudin Productions. 108 minutos. País: Reino Unido.