Por Matías Mora Montero
A más de cuarenta años desde que el legendario cineasta John Carpenter nos haya entregado la primera de muchas películas de la franquicia de “Halloween”, la misma ha llegado a su supuesto final. En pleno 2022, la última entrada en las masacres del enmascarado Michael Myers lucha por ser una pieza de su tiempo, probando ser una de las secuelas más fascinantes de la saga, pero por su compromiso a la misma, falla en casi todos sus objetivos.
Finalizando en trece películas, por donde se expanden varios cineastas, líneas de tiempo, interpretaciones del propio Myers y estéticas, la saga de “Halloween” se ha logrado establecer como una de las más icónicas dentro del terror. La tesis de la primera película se mantiene como una maravilla sin respuesta a su pregunta, en ella, Carpenter busca personificar al mal a través de la figura de “The Shape”, generalmente conocido como Michael Myers, un niño que en una noche de Día de Brujas asesina a sus padres y es encerrado en prisión hasta que logra escapar y desata nuevamente caos sobre su pueblo, Haddonfield, en esta misma noche de festividad siniestra y trayendo el absoluto infierno sobre su hermana, Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), la cual trabaja como niñera.
Lo, hasta cierto punto, gracioso en esta primera entrega de “Halloween” es que Myers no va realmente tras Laurie, sus destinos se cruzan y de ahí nace la saga de traumas y venganzas que se expande a lo largo de estas cuatro décadas. Pero es justo por ello que me parece maravilloso lo que Carpenter originalmente nos propuso con el enigma de Myers, el mal personificado se encuentra ausente de una razón evidente a sus salvajadas. Es un ente fuerte, su poder crece ante las sombras y la sangra. Su silencio habla volúmenes de horror puro, logrando así capturar al mal que tanto aterra la realidad, un misterio creciente al que podemos apuntar hacia mil direcciones del por qué su existencia, pero sus efectos sobre la vida continúan acechando sin importar qué.
La tesis de Carpenter sobre Myers es una que se siembra en la experiencia universal de la humanidad, que se ha visto puesta a través de la historia al afrontar y ser parte del mal. La tesis de la mayoría de los cineastas que han abordado a Myers en las películas porvenir tras la original, sino es que todos, es que precisamente buscan abarcar las posibles propuestas al por qué del mal y el legado que este mismo deja. El terror interminable del trauma. El ciclo de violencia como el vicio definitivo del ser humano. Cada noche de Día de Brujas él llega a casa y, con él, un recuento de todo aquello que el resto del año nos empuja a cometer y ser víctimas de las más abominables acciones contra el prójimo. Ante esto no quiero decir que seamos Michael Myers, que cada individuo esté condenado a sufrir y hacer sufrir, pero parece ser que este es el acercamiento, bajo un lente totalmente contemporáneo, al que David Gordon Green ha optado al ser el encargado de concluir la saga con “Halloween Ends”, la cual, a la par, es la tercera entrega en la trilogía alrededor de Myers que dirige el mismo cineasta.
Tras esto, toca regresar a 2018 y entender el contexto que nos lleva a esta pieza final a la que llamaremos “Ends”. Ya que fue en 2018 que se nos dio la primera parte de esta trilogía, la cual elimina todas las secuelas anteriores y funciona como una continuación directa a los eventos de la original de Carpenter. Green incluso se da el gusto de darle a la primera película el título de “Halloween”, conservando, hasta cierto punto, la misma estructura que aquella cinta que vino 40 años previos. En “Halloween” del 2018, Myers continúa su encarcelamiento de décadas y, por el otro lado, Laurie se nos presenta como una ermitaña aislada de la sociedad que guarda todo el trauma y rencor que los eventos de la primera película le han dejado como su dulce arma para la preparación definitiva para la defensa (y ofensa), en caso de que su hermano logré escapar de las cadenas y nuevamente desate el caos. En su mente, Michael está inevitablemente conectado a ella, Laurie asume que no fue la casualidad la que los unió hace cuarenta años, pero un tipo de conexión espiritual-familiar, la cual ya no solo la hace temer por su vida sino también por la de su hija y su nieta, a la par. Las cuales la ven, al igual que el resto del pueblo, como una histérica paranoica que no ha sabido cerrar ciclos y seguir adelante. Pero, ante todas las posibilidades del dado, aquel gran temor que predijo se vuelve realidad y Myers es desatado libre, su jornada de sangre es retomada y Haddonfield revive traumas. En esta primera entrega, Green logra capturar todo aquello que el enigma de “The Shape” simbolizó en la obra de Carpenter, pero se enfoca casi por completo en todo aquello que esto dejó en Laurie y la lucha frenética que esta toma con tal de enfrentar sus dolores, cara a cara con Michael.
Sin embargo, un ente así no es fácil de matar. Todo lo contrario, los mejores esfuerzos en destruirlo solo logran darle más poder. La tesis de Green gira alrededor del propio poder que le damos al mal al interactuar con él y fue gracias a ello que su primer intento en el mundo de “Halloween” pasó a ser una de las más destacadas secuelas de la saga. Con las promesas altas, en 2021 nos dio la secuela titulada “Halloween Kills” y, sin gusto ni necesidad de pasar mucho tiempo en ella, me parece que falla en casi cada nivel. Con dicho ‘casi’ me refiero al soundtrack, compuesto por el propio Carpenter, aunque nunca deja de ser magnífico todo aquello que le ha dejado a la franquicia musicalmente. Pero “Kills” fue un desastre absoluto, un puente decadente entre el inicio y el final de la trilogía, una innecesaria extensión de las ideas sobre el legado del trauma que la primer película entrega.
En “Kills” se propone la idea que dicho legado es un virus, infectando a todo Haddonfield y empujando a sus habitantes a seguir los patrones de su propio asesino. Green, ante todo, no muestra ningún entendimiento de su propia propuesta, cada secuencia parece ser una idea arrojada a una pared, mientras tiene los ojos vendados, repleta de incoherencia, se cae a un hoyo tremendo de rotunda estupidez. Todo esto a la par de una verdaderamente forzada inclusión de una temática alrededor de la mentalidad fanática conservadora al mero estilo de Trump. Green busca comparar a un pueblo que enojado actúa ciegamente contra aquellos que portan el gorro de “Make America Great Again” y su resultado es una gran confusión alrededor de lo que busca Green dentro de Myers, el propio significado de maldad parece moldearse alrededor de las acciones más banales posibles. Un fracaso y una de las peores en la saga.
Ahora, en “Ends”, Green regresa a esa ambición de una mezcla entre aspectos sociales y a la par una oda al terror de la figura de Myers, aunque en esta entrega obtiene resultados mucho más pulidos y con mayor sentido. Esto, lamentablemente, sin lograr que todos los elementos terminen de encajar y dejando mucho a deber con las promesas propuestas. “Ends” toma lugar cuatro años tras los eventos de “Kills”, en este futuro Laurie tiene una cierta confianza, ya que ha aprendido a salir adelante y, por su parte, Michael lleva desaparecido todo este tiempo, hibernando en las alcantarillas de Haddonfield y tomando cuerpos cercanos y olvidados y arrastrando los mismos hacia la oscuridad de dichas alcantarillas. Pero, aún con la importancia que viene con la gran promesa de ser la conclusión de la saga y el duelo definitivo entre los dos hermanos, “Ends” es rara vez una película sobre este dúo icónico del terror. En su lugar, se enfoca en Corey ¿Quién es Corey? Excelente pregunta.
El punto es que este nuevo personaje, Corey, resulta ser el enfoque del final de “Halloween”, y aquí una pequeña coincidencia que cabe resaltar, que creo le da más sentido a tal decisión. Pues cada película en esta trilogía se sincroniza con los cuarenta años de cada entrega de la trilogía original. “Halloween” surge 40 años antes que “Halloween 2018”; “Halloween II” surge 40 años antes de “Halloween Kills” y, ahora, “Halloween III: The Season of the Witch” surge 40 años previos a “Halloween Ends”. Lo curioso aquí es que “Season of the Witch” sirve como una entrada antológica en la franquicia, un relato terrorífico que toma lugar en la noche de Halloween, más no es una película sobre Myers o Laurie. De hecho, la propia película de dichos personajes es una película dentro de “Season of the Witch”. Ahí funciona porque no promete ningún avance narrativo a la historia de Myers y Laurie, es su propia onda y es fenomenal. Con “Ends”, donde el enfoque parece querer ser antológico, es restringido bajo sus propias promesas, todo aquello que es Myers, todo aquello que es Laurie, nunca termina de encajar aunque sea la primera razón de por qué compramos ese boleto de cine.
Corey es, como Laurie en su momento, un joven niñero que, en una inocente noche, por accidente mata a Jeremy, el niño bajo su cuidado. El juez tiene piedad sobre él, pero resulta ser uno de los pocos en tenerla, ya que todo Haddonfield lo tiene en su mirada, lo detestan, no hay lugar seguro para él. Su acción, por más involuntaria que haya sido, es ahora todo lo que los demás ven en él. Piensan que lo define, de modo que, bajo sus ojos, Corey nunca dejará de ser la mancha de sangre que el cuerpo del pobre Jeremy dejó en el piso de su casa. Se ha vuelto un extraño, el rarito del pueblo que camina por las calles del mismo sin compañía alguna. La culpa, la soledad y el enojo son lo único que en su interior logran crecer, agarran poder, pero por el momento no estallan. Solo hay alguien que en él logra encontrar bondad, y no solo la encuentra, sino que la defiende y la busca impulsar, ese alguien es casualmente Allyson, nieta de Laurie y ahora también víctima del propio Myers. En su amor, dos personas rotas y vistas erróneamente por sus alrededores encuentran un tipo de consuelo, donde sus soledades forman una clase de esperanza para ambos y entre ambos.
Pero, y sin el conocimiento completo de Allyson, Corey cae en el abismo de la maldad, teniendo encuentros con el propio Myers y permitiendo que crezca una cierta aspiración para ser el discípulo del mismo. Cosa la cual realmente no es necesaria. Entendemos la creciente maldad de Corey, la cual sí logra alcanzar un cierto nivel de poderosa y peligrosa independencia. Es un nuevo ente, diferenciando a Myers, pues su creación no surge como enigma, sino como testimonio a la falta del perdón en la actualidad. Aquí entra la parte social, la película carga con un discurso, que no sé si llamar fuerte, pero ahí se encuentra, respecto a la llamada Cultura de la Cancelación. “Ends”, reduciendo y dramatizando su mensaje, parece decir que la cancelación tan popular en nuestros días nos llevará al origen de figuras tan violentas como Myers, y que dichas figuras solo lograrán multiplicarse tras estas condenas que se dan con tanta facilidad en medios virtuales.
Una idea que, deshebrada, cobra un cierto sentido. Vemos que celebridades cuyas acciones o comentarios son condenados solo agarran más poder tras cambiar su público y fortalecer una plataforma indudablemente más peligrosa; novelistas juveniles son abandonadas por sus lectores y adolescentes, mientras sus comentarios conservadores toman fuerza y un público igual de conservador se vuelve su nueva normalidad. A la par, aquellos que han podido crecer y mejorar son tomados pasos atrás, el cambio es una imposibilidad ante los ojos de aquellos que cancelan, la verdad absoluta de un individuo queda encerrada en un tuit de hace diez años. Ese vendría siendo el caso de Corey que, a diferencia de Laurie, nunca pudo procesar sus traumas, nunca pudo superarlos, pues lo condenaron a ser sus traumas, de ahí que él, tomando la propia forma de “The Shape”, no parece ser la idea más descabellada. Solo, quizás, esta no era la película para llevarla a cabo. No por decir que cada película de franquicia debe cumplir con lo que le promete a los fans, para nada, creo que esa idea ha dañado mucho la cultura popular en recientes años. Pero “Ends” sí busca concluir la historia de Myers y Laurie… en los últimos minutos de su metraje, parece que tiene cumplir con ciertos requisitos narrativos para los cuales no tiene el mínimo interés, pues busca centrarse en Corey, en el cuestionamiento de que tanto mal surge no solo de los accidentes, sino de las reacciones que demostramos ante ciertas situaciones. Es una película, hasta cierto punto, trágica en su romance, Allyson y Corey se encuentran, pero todo a su alrededor apuesta en contra de su amor y de que, mínimo Corey, pueda alcanzar a ver la luz al final del túnel.
Michael y Laurie ya son reliquias, incluso se mueven como reliquias. Michael aquí es un total animal, se mueve por instinto, ni una pizca de humanidad restante, su corporalidad es grotesca, fuerte y, a la par, reducida. Su cuerpo, por fin, se está debilitando, quizás esto coincide conque ya no es su historia, ni la de Laurie, por más que el inicio y el desenlace de la película nos quieran demostrar lo contrario. Laurie es una mujer que nunca pudo vivir su vida, ahora que se lo permite, la vejez la está alcanzando, ya no es la estudiante, ni la madre, ni la niñera, es la abuela. Escribe un libro de memorias y sus ataques a Michael ya no tienen la precisión ni preparación de antes, pero Green y su guión nos quieren hacer creer lo contrario, pero todo aquello que la pantalla nos transmite, bueno, termina siendo inevitable que las promesas cumplidas se sientan decepcionantes, que el suceso de las mismas pierda todo el sentido de monumento que deberían cargar. A la par, evita que la historia de Corey alcance su potencial, su desenlace es tan fugaz que entra la posibilidad que hubiera funcionado mejor como una sub-trama, aunque una decisión así hubiera traicionado toda la tesis de la película.
Una película extraña, arriba de todo, con la cual no logro decidir si es enormemente estúpida o enormemente fascinante. Totalmente desbalanceada en su estructura lo cual, como ya he mencionado, realmente debilita todos sus elementos. La más ambiciosa de las secuelas de “Halloween”, junto al remake de “Halloween II” de Rob Zombie. Pero la ambición vista en “Ends” nunca parece desatarse como debería, dejando un sentido de confusión en el espectador y un sabor agridulce en la boca del mismo. Su corazón está en el lugar indicado, más no su ejecución.
Despedimos a Michael Myers, tras cuarenta años, con una película que tiene poco que ver con Myers y todo que ver con las consecuencias de una figura como él y la interacción que tenemos con esta.
“Halloween Ends” se encuentra en cartelera actualmente.