Por Hugo Lara Chávez
La cinta francesa “La orquesta desentonada” (“En fanfare”, Francia, 2024) apenas tuvo su estreno en México estos días y en general parece haber tenido una buena aceptación entre el público, hecho que me tocó constatar con la sala llena en la función a la que asistí en un cine de una cadena comercial. Según los reportes, es una película que tuvo su premiere en el Festival de Cannes y, posteriormente, fue un fenómeno de taquilla en el país galo, en buena medida por su buena factura y eficaz narrativa que conecta fácilmente con el público.
El filme es dirigido y escrito por Emmanuel Courcol, quien tiene dos largometrajes anteriores con los que ha ido moldeando su estilo, “Cessez-le-feu” (Cese al fuego, 2016) y “Un triunfo” (The Big Hit, 2020), esta última sobre un actor que imparte un taller de teatro a delincuentes en una prisión con los que monta la obra “Esperando a Godot” de Sammuel Becket, en un relato que resulta inspirador y emotivo. Ese mismo espíritu está presente en “La orquesta desentonada”, que tiene dosis que alternan el melodrama y la comedia, balanceando el relato de un lado al otro, lo que algunos llaman “dramedie.”
Thibaut (Benjamin Lavernhe), un afamado director de orquesta, se entera que tiene un mortal padecimiento y que su salvación depende de localizar un donante compatible para un trasplante de médula. La primera opción obvia es su hermana menor pero, una vez sometida a pruebas, descubre que en realidad no son hermanos y que él fue adoptado sin saberlo. Su madre le confiesa la verdad y así llega con Jimmy (Pierre Lottin), su verdadero hermano carnal, separados desde pequeños sin recordarse. Después del choque emocional, Jimmy accede a ser su donante y ambos hermanos comienzan a tejer un feliz reencuentro. Poco a poco, los hermanos van descubriendo que pertenecen a mundos totalmente opuestos: el de Thibaut sofisticado y cosmopolita; el de Jimmy sencillo y provinciano, en su pequeño pueblo donde trabaja de cocinero y, como hobbie, toca el trombón en la banda local.
“La orquesta desentonada” aprovecha muy bien los elementos puestos en su guion: el drama de una enfermedad mortal y el de dos hermanos desconocidos entre sí que se encuentran. Estos dos factores ya dan por sí solos bastante combustible. Pero esto se resuelve a los pocos minutos del metraje y se abre paso a explorar el vínculo fraterno que se recupera, lo que transporta el relato hacia otras latitudes.
Entonces surgen nuevos conflictos: el del hermano famoso que quiere ayudar a su hermano obrero; el de este otro que quiere estar a la altura de su nuevo y flamante familiar. Y, alrededor, suceden otras pequeñas tramas: la relación de pareja de Jimmy con su combativa novia Sabrina (Sarah Suco); el entrañable grupo de músicos amateurs y obreros que forman una banda caótica pero solidaria; la huelga de trabajadores de una fábrica del pueblo y donde labora la mayoría, entre otras. En toda esa amalgama, no hay un personaje que encarne al oponente o que genere problemas a los protagonistas, puesto que esos vienen desde adentro de cada uno.
Por supuesto, dado los contextos tan distintos de cada hermano, la música cobra un valor protagónico porque es su lenguaje y denominador común. La música transmite las emociones de ambos, los comunica y los alinea, como sucede en filmes como “La familia Bélier” (La famille Bélier, 2014), la película original que fue readaptada por Hollywood bajo el título de “Coda” (2021), ganadora del Oscar como mejor película. Y la música también alinea la trama de “La orquesta desentonada” con el drama social, lo que vive el pueblo afectado por una larga huelga. En esta subtrama, el director-guionista recoge enseñanzas de maestros europeos que saben acercarse con tino a las historias con carga social, como Ken Loach o los hermanos Dardenne, sin alcanzar la fuerza de estos.
En suma, “La orquesta desentonada” resulta una película bien afinada en cuanto a su búsqueda y resultado. Captura con sencillez y sin grandes pretensiones los ritmos de lo dramático y las notas de lo divertido sobre el inesperado encuentro entre dos hermanos muy diferentes. Hay humor y conflictos profundos, intermedios y ligeros, acomodados de manera que permiten llegar a un final memorable que se va construyendo para ser conmovedor, eficaz y musical. Vale la pena verla.