Por Ali López
“Medeas”, opera prima del Italiano Andrea Pallaoro, es una obra sutil, fina, ligeramente pesada, y lo bastante fuerte como para estancarse en la mente. La sencillez de su historia se llena de complejidad, nada están simple, ni tan fácil. Una familia anacrónica, que parece vivir en el pasado, pero en realidad se aleja de un tiempo y un espacio muy actual y muy específico. Se alejan de lo tecnológico y su fácil modo de inmiscuirse en las relaciones sociales. Parece que sólo sirve para dividir y alejar a la familia. Pero son otros los problemas comunicativos de nuestra sociedad, y estos son intrínsecos al ser humano, están ahí a pesar de los avances científicos y técnicos, a pesar de lo viejo y lo nuevo.
Catalina Sandino Moreno interpreta a Christina, madre y centro de la familia; sólo que sufre de uno de los avatares más difíciles para un ser humano, la incapacidad de escuchar y hablar. Eso no le impide tener un vínculo con sus hijos, tener una relación fraterna, no sólo a nivel maternal, también en el campo de la complicidad. Lamentablemente, su matrimonio no tiene la misma fuerza de cohesión. Lo que no le impide desarrollar esos aspectos con otra pareja. Este acto será el desencadenante de la mitología y la tragedia griega. La historia será un camino sin sobresaltos, una línea profunda que nos lleve a un desenlace lúgubre, contundente, implacable.
La cinta está filmada en 35 milímetros, y ahí empieza la nostalgia. La fotografía es estoica, revelando lo básico pero trayendo lo profundo, lo oculto. Así funciona todo, con lo implícito. La cinta no se basa en el clásico esquema de momentos de giro, que se unen por medio de escenas que sólo conducen de punto A a B. Aquí todo es contemplativo, se fabrican las escenas no es base de lo que atrape al espectador, si no de lo que se quiere decir. Escenas estiradas, o cortadas, en base al tiempo necesario para entender lo que se quiere decir. Nada es obvio ni fácil de digerir, no es una historia para cualquiera, aunque todos deben verla.
Pallaoro tiene cierto momentos mágicos y otros que no lo son tanto. Hay ciertas cosas en las que la cinta no cuaja por completo, huecos argumentativos que se vuelven reiterativos, toscos. Al final todo se resuelve, cuando todo se mira de lejos, y completo, nos damos cuenta de que Medeas es una cinta de muchas vistas. Los puntos vitales dela cinta es donde Pallaoro responde, y donde afortunadamente da sus mejores momentos. Parece que ese salto del corto al largometraje aún no se instala en la peripecia del director, pero se contempla un camino grato hacia mejores cosas.
“Medeas” es una obra fuerte, en todos los aspectos, digna de mentes, estómagos, conciencias y vistas hábiles, abiertas y dispuestas. Medeas es un respiro veraniego al peso de Hollywood, de la calca y lo visualmente magnánimo. Lo simple no tiene por qué serlo tanto, a veces lo más sencillo resulta complejo. Los mensajes de Medeas lo son, igual de sencillos que de profundos, y de fácil asimilación. Lo difícil es darlos por alto, olvidarlos, pensar que eso es sólo una película y no sucederá en nuestro ámbito; pero este es un mundo extraño y hay que conocerlo. La cinta tiene producción mexicana, cast de Latinoamérica y Europa, se sitúa en los Estados Unidos y la dirige un italiano; si Medeas no habla del mundo, del que nos está tocando, no sé de qué está hablando