Por Emiliano Basile    
EscribiendoCine.com – CorreCamara.com

El debut tras la cámara de la actriz Maggie Gyllenhaal, “La hija oscura / The Lost Daughter”, aborda los conflictos existenciales de una madre en clave de thriller psicológico. Basada en la novela de Elena Ferrante y con guion de la propia Gyllenhaal, se anima a una temática poco frecuente en el cine: la crisis de la maternidad.

Olivia Colman (“The Crown”) es Leda, una maestra de vacaciones en una isla griega. En ese paraíso se obsesiona con Nina (Dakota Johnson), una madre joven que experimenta una conflictiva relación con su pequeña hija. Los flashbacks con una Leda en su juventud (interpretada por Jessie Buckley) muestran los problemas similares ocurridos en el pasado con sus propias hijas.

“La hija oscura / The Lost Daughter” es una película hecha por un actor (actriz en este caso), algo que podría explicar el énfasis puesto en trasmitir con gestos y expresiones precisas, todo el calvario interior de sus personajes. Los actores se lucen con este requerimiento y pueden sacar lo mejor de sí.

La primera parte del film se cuenta con imágenes que dan indicios ambiguos de lo que puede venir. Un recurso muy interesante y atractivo para abrir posibilidades y entender desde lo sensorial las experiencias internas de Leda. La llegada de la familia de Nina se vivencia como una invasión a su comodidad y estado de tranquilidad. Poco a poco el lugar de los sueños para relajarse y descansar se perciben como una verdadera pesadilla para Leda, haciendo que  elementos de thriller psicológico convivan con el melodrama.

Los miedos y ansiedades -producto del trauma del pasado- acosan a la protagonista como si se tratara de una película de terror. El reflejo de Leda en Nina, algunas veces para reconocerse con un par y otras para revelar su oscuro interior, es el eje vector del relato. El encuentro entre estas dos mujeres atraviesa el reconocimiento, la envidia, el afecto y el odio, con igual intensidad.

Maggie Gyllenhaal demuestra sensibilidad para retratar un tema de mujeres, con sinceridad y emoción. Los hombres son meros satélites que giran alrededor de ellas sin entender del todo la naturaleza del asunto (entre ellos aparece muy bien Ed Harris, como el casero del lugar), en una película que narra la maternidad desde un lugar pocas veces visto.