Por Benjamín Harguindey  
Noticine.com-CorreCamara.com

No hay mejor crítica a “Rascacielos: Rescate en las alturas” (“Skyscraper”, 2018) que la que hace el propio protagonista a mitad de la película: “Esto es estúpido”.

Si hay una constante en común que ninguno de los imitadores de “Duro de matar” (“Die Hard”, 1988) jamás ha comprendido -incluyendo el propio Bruce Willis- es que por más sencilla que sea la trama debe acatar las unidades aristotélicas de acción, tiempo y lugar, y el héroe debe ser circunstancial. Condiciones que  “Rascacielos” ignora al complicar la historia de una torre en llamas y designar como héroe al jefe de seguridad, interpretado ni más ni menos que por Dwayne Johnson.

La trama involucra el ataque terrorista a un imponente rascacielos en Hong Kong. Esto sería más excitante si hubiera alguien dentro. Los únicos ocupantes son el arquitecto, atrincherado en un suntuoso pent-house junto al MacGuffin que los terroristas buscan, y la familia de Sawyer (Johnson), atrapada en medio de un incendio a la espera del rescate. Para cuando Sawyer hace su entrada triunfal al rascacielos ya se ha enfrentado a medio Hong Kong y ha violado tantas leyes de la física que el resto parece pan comido.

Algo comprende “La Roca” del mito de John McClane, así que se da una desventaja: una pierna prostética. Pero la pierna falsa termina salvando el día más veces de las que lo complica. El mensaje es simpático pero tendría más impacto si hubiera un arco de superación y el discapacitado no fuera alguien acostumbrado a estelarizar unas 50 películas de acción por año.

“Rascacielos” es más película de desastres que acción y la acción se resume en sortear diferentes tipos de obstáculos: llamaradas, explosiones, un ascensor en caída libre, una turbina a máxima velocidad. Dado que no hay carne de cañón y las secuencias de acción carecen de creatividad o lógica, la historia jamás se presta al asombro, suspenso o tensión. Ejemplo: Sawyer puede saltar un precipicio de veinte metros pero no uno de cinco así que decide crear un estrafalario puente para que su esposa lo atraviese ida y vuelta en vez de que su hijo lo cruce una sola vez.

La película es tan monótona que inyecta no una sino dos traiciones, ambas tan obvias que el director y guionista Rawson Marshall Thurber no pierde tiempo en descubrirlas y desperdiciar sus consecuencias. Como la mayoría de los elementos de la película, podrían no estar ahí y no habría diferencia. Hay algo del cine más prolífico y patético de Gerard Butler en “Rascacielos” aunque Johnson tiene la ventaja de su inefable carisma, mezcla de tipo rudo y Boy Scout. Hace una buena pareja junto a Neve Campbell, quien tiene el deleite de sumar sus propios actos de heroísmo a la cinta en vez de rendirse a la inutilidad. La parte más inverosímil la tiene dirigiendo a la inepta policía de Hong Kong, la cual queda embobada mirando sus pantallas sin saber bien qué hacer.

Dwayne Johnson es un buen héroe de acción y en el espíritu de los más grandes héroes de acción ha llegado a un punto de su carrera en la que él produce sus propias películas, esencialmente vehículos de distintas formas y colores motorizados por el ícono de su persona. “Rascacielos: Rescate en las alturas” tiene eso y a Neve Campbell a su favor y prácticamente nada más.