Por Miguel Ravelo
Dentro de la séptima edición del Festival Internacional de Cine de la UNAM, y luego de la favorable acogida que se le diera a “Epitafios” (Olaizola/Imaz, 2016) en la anterior celebración del mismo, llega “Tormentero”, coproducción entre México, Colombia y República Dominicana, con la que Rubén Imaz participa dentro de la competencia internacional de este certamen.
“Tormentero” ubica al espectador en una población que a primeras luces podría parecer pesquera; con logradas tomas naturales a cargo del fotógrafo Gerardo Barroso Alcalá, se establece el ritmo pausado que permeará la trama, así como la constante presencia de la naturaleza en la vida de Romero Kantun (José Carlos Ruiz), el protagonista. Su entorno parece sereno, apacible, pero la efectiva mancuerna entre Barroso e Imaz logra dar a los escenarios de Campeche una presencia ominosa, como si la naturaleza misma esperara pacientemente cobrarse cuentas pendientes.
Romero Kantun es un pescador retirado que padece un alcoholismo que lo hace sufrir alucinaciones, ver gente de su pasado siguiéndolo por las calles, o creer que se encuentra en un lugar cuando en realidad está en otro. En su juventud, Kantun alcanzó la fama al descubrir un yacimiento petrolero en la región, lo que provocó que grandes petrolíferas invadieran la zona, afectando la pesca y con ello la principal fuente de ingresos de los pobladores del lugar, que verán a Kantun como un traidor.
Imaz establece de primera instancia la realidad del protagonista, colocándolo en una casa maltrecha en la que una mancha, presumiblemente de petróleo, avanza lentamente por las paredes, cubriendo todo a su paso. El lugar es oscuro, aciago, y entre alucinaciones y maldiciones a su familia, queda claro que Romero Kantun es un hombre atormentado por los fantasmas de su pasado. La historia se desarrolla sobre los hombros del como siempre excelente José Carlos Ruiz, en quien el realizador confía plenamente y el cual vuelve a dar cátedra con una actuación que por momentos pareciera que alcanza alturas mayores a las que permitiría el propio personaje. Su confusión y angustia son palpables. El modo en que el actor refleja las reacciones adversas que tiene la gente cuando lo ve por las calles, y la agresividad mezclada con dolor que él mismo muestra en el trato diario con su familia, nos recuerdan que Ruiz es uno de los más valiosos actores del cine nacional.
El director apuesta por una narrativa poco convencional, en la que escasa información se le da al espectador sobre lo que es real y lo que no
Una vez conocido nuestro personaje guía, Imaz apuesta a una narrativa poco convencional, en la que escasa información se le da al espectador sobre lo que es real y lo que no, sobre lo que está ocurriéndole al protagonista o si en realidad todo es una más de sus alucinaciones. En este punto vuelve a mostrarse valiosa la mancuerna entre el director y la cámara de Barroso, quienes experimentan con planos en los que los personajes se observan a sí mismos, construyendo una atmósfera onírica que sin embargo terminará por volverse imprecisa. Pareciera que la intención del realizador es que los espectadores se sientan tan confundidos como su protagonista, y si bien se logra un efecto de inestabilidad, el hilo de la historia termina por perderse.
La relación de Romero con su familia en un inicio es interesante, especialmente la que tiene con un efectivo Gabino Rodríguez, que interpreta a uno -¿o tal vez a los dos?- hijos de Romero. Los constantes simbolismos utilizados por el realizador y la ambigüedad con que se presenta la historia terminan por volverla confusa, y si bien se reconoce la intención de hablar de cómo un hombre enfrenta sus arrepentimientos al final de su vida, el desarrollo, y sobre todo el cierre de la película, terminan volviendo poco claras las intenciones del realizador. Imaz decide aportar pocos elementos para desentrañar los misterios en la vida de Romero Kantun, proponiendo una cantidad importante de preguntas que al final no solamente no serán respondidas, sino que tampoco quedará un sentimiento de haber obtenido los elementos necesarios para esclarecer sus significados.