Por Orianna Calderón

¿Qué tienen en común, ese melodrama familiar donde un vendedor de aspiradoras da el último soplo al castillo de naipes de un feudo patriarcal, y el cuarto largometraje de Gustavo Loza? Por este lado, el retrato de parejas del mismo sexo decididas a ejercer la paternidad en la era posmoderna; por el otro, el resquebrajamiento de los paradigmas de un hogar otrora tradicionalista, debido a la irrupción de la modernidad de la postguerra… en ambos casos, un cuestionamiento a la heteronormatividad, es decir, a la ideología que promueve roles de género convencionales, heterosexualidad y/o valores familiares ultraconservadores, como los elementos del deber ser al que la gente normal aspira.

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Still de Una familia de tantas

Algunas precisiones teóricas antes de entrar en materia cinematográfica:
la Familia se define como un grupo social caracterizado por residencia común,
cooperación económica, crianza de niños y existencia de lazos afectivos. En el
imaginario conservador, el modelo ideal de familia nuclear remite al matrimonio
formado por el padre proveedor, la madre-ama de casa y los hijos de ambos;
desde esta postura, hacer una familia apropiada[1],
es inseparable del ejercicio de una sexualidad y unos roles de género apropiados. Pero el creciente
reconocimiento de la diversidad, aunado a la visibilización de numerosas
familias alternativas, ha dado pie a modelos conceptuales que se proponen
desconstruir la normatividad[2]:
género, familia y sexualidad ahora se revisan como procesos sociales
independientes y complejos, susceptibles de ser (re)constituidos.

1948. Con el proyecto de modernización económica del sexenio
alemanista como contexto histórico, Alejandro Galindo (1906-1999) escribe y
dirige Una familia de tantas, filme
que recibió numerosos reconocimientos de la Academia Mexicana de Ciencias y
Artes Cinematográficas, en la V edición del premio Ariel en 1950[3].
Su eje temático es la desintegración familiar debido a la intransigencia del jefe de familia Rodrigo Cataño
(interpretado por Fernando Soler, “padre
institucional del cine mexicano
[4]),
quien se empeña en mantener el control sobre su esposa Gracia (Eugenia Galindo)
y sus cinco hijos: Héctor (Felipe de Alba), Estela (Isabel del Puerto), Maru
(Martha Roth), Lupita (Alma Delia Fuentes) y Ángel (Manuel de la Vega).

Filmada de forma “sencillita,
sencillita”
según palabras del propio Galindo[5],
Una familia de tantas muestra el
proceso de derrumbe intrafamiliar con precisión milimétrica. Mientras Héctor y
Estela deshonran el hogar mediante
acciones trilladas que incluso retroalimentan el discurso moralino -él, por
ejemplo, obligado a casarse por un embarazo no deseado- es Maru la que en
verdad subvierte estereotipos y confronta a su padre de manera propositiva.
Inocente y noble -muy lejos de la mujer fatal, pero también de la eterna
abnegada- la joven quinceañera se enamora del entusiasta vendedor de
aspiradoras Roberto del Hierro (David Silva), un joven abierto y de ideas
progresistas (si bien no exentas de cierta enajenación consumista del american way of life). Los constantes
primeros planos del expresivo rostro de Roth, muestran su evolución, desde el
miedo y la sumisión, hasta la seguridad y el empoderamiento.

Evidentemente, la pareja formada por Maru y Roberto, se apega a la
normatividad referente a la familia heterosexual. Sin embargo, propone un
cambio en la concepción de los roles de género en el matrimonio: en sus
conversaciones clandestinas cuando ella sale por el pan, los jóvenes describen
su deseo de formar un matrimonio de pares (peer
marriage
[6]),
que desafíe la arraigada noción de que los sexos son opuestos. Cabe destacar
que la flexibilización de los roles de género propuesta por Galindoes fundamentalmente discursiva, pues
los personajes hablan de sus planes, pero el filme no muestra la materialización
de sus buenos deseos; más aún, se
puede considerar muy conservadora, pues mantiene la imagen de un matrimonio de
clase media, donde ella supedita su proyecto de vida al de él. Sin embargo, Una familia de tantas fue sumamente
innovadora en el panorama del cine mexicano de la Edad de Oro, donde la mayoría
de los filmes insistieron en naturalizar y eternizar el malentendido entre
hombres y mujeres (típico pretexto de enredos cómicos), que anula toda
posibilidad de concebir el amor como una relación de comunicación y
entendimiento con el otro sexo.[7] 

Volvamos a cuestiones de carácter teórico-contextual: es un hecho
que si se parte de un rígido sistema de género, donde hombre y mujer deben representar
sus respectivos roles de padre y madre -ella ignorante del mundo público y
abnegada dependiente, él proveedor económico pero incapaz de dar cariño y calor de hogar- como condición sine qua non de la estabilidad familiar,
un matrimonio formado por dos hombres o dos mujeres resulta tan inadmisible
como condenado al fracaso. Peor aún, el estigma de sexualidad desviada con el que se discrimina a homosexuales y
lesbianas, legitima el discurso que los considera incapaces de criar niños gratos a la sociedad (función principal
de la familia en tanto que mínima unidad política).

Pero desde la segunda mitad del siglo XX, estos rígidos esquemas han
sido retados; así, en 1973, la Asociación Psiquiátrica Americana eliminó la
homosexualidad de su lista de desórdenes psiquiátricos. En 2001, Holanda se
convirtió en el primer país del mundo que legalizó el matrimonio homosexual,
con las mismas obligaciones y derechos que las parejas heterosexuales,
incluyendo la adopción; le han seguido Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica,
Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Argentina, Estados Unidos y México (estos
dos últimos sólo en algunos estados). 

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2011. Con el trasfondo político de una ley de matrimonio homosexual
que entró en vigor para la ciudad de México el año pasado, Gustavo Loza escribe
y dirige La otra familia,
largometraje protagonizado por Jorge Salinas, Luis Roberto Guzmán, Ana
Serradilla, Nailea Norvind y el niño Bruno Loza, primogénito del realizador.
Además de su atractivo star system nacional,
el filme estrenado en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2010, contó
con la producción de Matthias Ehrenberg (Sexo,
pudor y lágrimas
) y la distribución de 20th Century Fox, lo cual le permitió
llegar con 350 copias a las salas de la República Mexicana.

En congruencia con trabajos anteriores como  Atlético san Pancho (2001)
o Al otro lado (2004), Loza se
inclina por adoptar un punto de vista infantil y mostrar el papel que juegan
los niños en dinámicas sociales complejas como la migración o la adopción. No
oculta su deseo de llegar a un público masivo en una sociedad más bien
conservadora: cuenta una historia predecible mediante una edición trepidante,
en la que la inserción del tema musical interpretado por Benny Ibarra (Lléname de tu amor) se siente forzada,
pero corrobora el tono -a ratos melodramático, a ratos chusco- de un filme que
debe recurrir a extremos (Norvind como la madre drogadicta y promiscua de por
medio), para poder justificar que la casa del novel matrimonio formado por Jean
Paul (Salinas) y Chema (Guzmán), es el mejor lugar para el pequeño Hendrix.

Además, con la obvia excepción de los sirvientes -Silverio Palacios
excelente en el papel de Gabino- los personajes pertenecen a una élite, lo cual
no dista tanto de la realidad, pues formar una
familia feliz
como homosexual, es también privilegio de clase y exige
cierto capital cultural. Puntualizadas las reservas, es innegable que La otra familia termina siendo un filme
entretenido que logra superar estereotipos con los que se ha retratado la
homosexualidad en el cine mexicano y, al igual que Los niños están bien (Lisa Cholodenko, 2010), asume un concepto de
familia lo suficientemente amplio como para incluir los casos monoparentales.[8]
Hay varias historias paralelas -como la de Ivana (Serradilla) y su novia,
quienes quieren convertirse en madres mediante una inseminación artificial con
tintes de incesto- que, si bien son presentadas de forma muy simplificada,
encajan en la diégesis y dan un mosaico de posibilidades al espectador.

Los resultados arrojados en este siglo por ambiciosos proyectos de
investigación norteamericanos y británicos[9],
han concluido que los niños criados por padres del mismo sexo, no muestran
diferencias respecto a los provenientes de familias heterosexuales, incluyendo
su orientación sexual; de hecho, cuando hay diferencias, éstas son a favor de
los chicos de familias monoparentales, quienes se muestran más tolerantes y empáticos.
Tanto Una familia de tantas como La otra familia, distan mucho de ser
predicadores largometrajes de tesis; simplemente retratan cambios posibles en
la sociedad mexicana y dan excelentes pretextos para propiciar debates
necesarios.

Bibliografía

-García Riera, Emilio, Breve
historia del cine mexicano. Primer siglo 1897-1997
, México, Ediciones Mapa,
IMCINE, CONACULTA, 1998, 466 pp.

-Marks, Stephen, Ramona Faith Oswald y Libby Blume, “Decentering
heteronormativity. A model for family studies”, en Bengtson, Vern L., Alan C.
Acock et al., Sourcebook of family theory
and research,
California, Sage Publications, 2005, pp. 143-163

-Oroz, Silvia, Melodrama. El
cine de lágrimas de América Latina,
México, UNAM-Dirección General de
Actividades Cinematográficas, 1995, 186 pp.

-Stacey, Judith, “Gay and lesbian familias: queer like us” en Mason,
Mary Ann, Arlene Skolnick et al. (ed.), All
our families. New policies for a new Century. A report f the Berkeley Family
Forum,
2ª ed., Nueva York, Oxford University Press, 2003, 310 pp.

-Tuñón, Julia, Mujeres de luz
y sombra en el cine mexicano: La construcción de una imagen (1939-1952),
México,
El Colegio de México, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer e
Instituto Mexicano de Cinematografía, 1998, 313 pp.

 

FICHAS TÉCNICAS

Una familia de tantas

Dirección: Alejandro Galindo. País: México. Año: 1948 Duración:130
min. Género: Melodrama familiar. Guión: Alejandro Galindo. Reparto: Fernando
Soler, David Silva, Martha Roth, Eugenia Galindo, Felipe de Alba. Productora:
Producciones Azteca

 

La otra familia

Dirección: Gustavo Loza. País: México. Año: 2011. Duración: 100 min.
Género: Drama Guión: Gustavo Loza. Reparto: Jorge Salinas, Luis R. Guzmán, Ana
Serradilla, Bruno Loza, Carmen Salinas, Ana Soler, Nailea Norvind, Silverio
Palacios, Juan Ríos, Dominika Paleta. Productora: Río Negro Producciones,
Barracuda Films

 

Notas


[1] La familia
no es una entidad con existencia a
priori,
sino algo que se hace, el producto de una serie de relaciones
interpersonales entre seres humanos. Marks, Stephen, Ramona Faith Oswald y
Libby Blume, “Decentering heteronormativity. A model for family studies”, en Bengtson,
Vern L., Alan C. Acock et al., Sourcebook
of family theory and research
, p.148

[2] Ibídem, pp. 143-163

[3] Premios
Ariel con los que Una familia de tantas fue
galardonada: Película, Director, Coactuación femenina (Martha Roth), Escenografía
(Gunther Gerszo) y Papel de cuadro femenino (Enriqueta Reza). García Riera,
Emilio, Breve historia del cine mexicano.
Primer siglo 1897-1997,
pp.179-181

[4] Ibídem, p. 157

[5] Citado en:
Oroz, Silvia, Melodrama. El cine de lágrimas
de América Latina,
p. 117

[6] Concepto acuñado
por la socióloga norteamericana Pepper Schwartz en su libro homónimo de 1994.
Marks, Stephen R., Ramona Faith Oswald y Libby Balter Blume, Op. Cit., p. 148

[7] Análisis de
esta tendencia en filmes como No basta
ser charro
(Bustillo Oro, 1945), en: Tuñón, Julia, Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano: La construcción de una
imagen (1939-1952)
, 313 pp.

[8] Es
innegable que en las últimas décadas se han logrado avances considerables en la
visibilización de la homosexualidad: Interesante notar el contraste entre lo lógica
y saludable que resulta la apertura con la que Chema y Jean Paul le hablan a
Hendrix o al Padre Tomás sobre su relación, y lo absurdo de tener que montar
toda una farsa de familia heterosexual en aras de cuidar las apariencias, como
en el filme Doña Herlinda y su hijo (Jaime
Humberto Hermosillo, 1985).

[9] Stacey,
Judith, “Gay and lesbian familias: queer like us” en Mason, Mary Ann, Arlene
Skolnick et al. (ed.), All our families.
New policies for a new Century. A report f the Berkeley Family Forum
, pp.
156-159