Por Ali López
Desde Los Cabos

“El Incidente” (Isaac Ezban, México-2014) filme un poco de suspenso, un poco de terror, un poco fantasía y muy poquito de ciencia-ficción. Competidora en México Primero, la sección dedicada al cine mexicano, acá en el Festival de Los Cabos. Sin duda alguna, una de las candidatas más fuertes a llevarse el premio, y un caso muy especial, pues durante éste fin de semana, se está proyectando en dos festivales: Mórbido y Los Cabos.

Un par de hermanos son perseguidos por un policía, en una escalera mística y terrorífica, que jamás empieza ni termina. Simultáneamente, una familia en camino a sus vacaciones, descubrirá que la carretera por donde viaja  es un Moebius de asfalto, no llega a ningún lado. Una premisa interesante, sencilla, que por lo mismo incita a saber de qué manera será resuelta. Me recuerda, y no sé aún si es un acierto  o un error, a algún capítulo de la serie la Dimensión Desconocida. La manera en que la premisa se presenta, el tono y algunos matices, como el dutch de la cámara, refuerzan ésta perspectiva. De verdad, yo esperaba que en cualquier momento surgiera el opening de la mencionada serie. En ésta sencillez radican los errores y aciertos de la trama, pues el misterio que envuelve a las situaciones principales, el no poder salir de cierto lugar, se va desvaneciendo poco a poco, para darle paso a otros subtextos poco menos interesantes.  Pero la premisa principal continúa, y Ezban en lugar de reforzarla, la deja diluirse; tratando de distraernos, mete elementos en la trama que termina desechando, y solucionando de una mera mágica, y la verdad, muy sacada de la manga. De ser ciencia-ficción, termina siendo un cuento de hadas, una resolución mística que no llena de las viandas. La cinta tiene ciertos antecedentes, y tal vez influencias,  en filmes del mismo corte como “Moebius” (Gustavo Mosquera, Argentina-1996), “El Cubo” (Cube, Vincenzo Natali, Canadá-1997), y hasta “El Ángel Exterminador” (Luis Buñuel, México -1962) pero todas son muy superiores. Aunque confusas, todas, y no hechas para el público convencional de blockbuster, las tres cintas previas terminan amarrando sus cabos, cerrando sus círculos, y utilizando todos sus elementos a favor, ya sean fantásticos, científicos, místicos o filosóficos. A mi parecer a Ezban le faltó entender uno de los mayores consejos que el gran Ernest Hemingway nos da, (parafraseando) “Aquel que ponga una pistola en su historia, y no la utilice, es un idiota”, y no es por insulta a Isaac, jamás sería mi intención, pero para qué sirve entonces el libro que explica la ciencia-ficción de Philip K. Dick, si la resolución terminara siendo mágica, y para qué nos sirve la comprensión de un truco de magia, si una teoría hippie sostendrá el final de la trama.

Hasta ahí con la premisa, pasemos a la dirección, que es otra cosa. El tono actoral el lastimero, y no abandona nunca este acento de filme mexicano mal ejecutado; herencia del nuevo cine mexicano. La cámara es el punto más fuerte del director, y pues con ella nos lleva a laberintos visuales que funcionan para la premisa, y las emociones a las que intenta llevarnos. La estética está en búsqueda de identidad, no se puede decir aún si va por buen camino, pero se está buscando un punto, y eso es de aplaudirse. El diseño de producción tiene por lo mismo errores y pecados, el arte es grandioso, sorprende a propios y extraños, y dota de un profesionalismo técnico a la cinta, tan necesaria en estos años, pues lamentablemente, lo que no parezca Hollywood termina por repeler al público. Pero durante ciertos momentos la escenografía se cae, por decisiones de dirección, y evidencia su montaje, lo que provoca humor involuntario, pues se siente acartonado como buena película de El Santo.

Le estaba perdonando todos los errores al Incidente, estaba creyendo que sería bueno darlos por alto, pero la conclusión de la cinta, me hizo pensar lo contrario. Ya lo he dicho aquí muchas veces, ningún director mexicano novel quiere que su cinta termina. Alargan y alargan el cierre, sin convencerse nunca, ni convencernos a nosotros, de que tenía claro cuál era la intención temática de la cinta. Ezban comete aquí el más grave de sus errores, pues  nos da una conclusión tan mal ejecutada, que termina siendo cansada, y, la verdad, risible. Todo es al final un mal chiste, y pudo haber sido otra cosa. No sé si es falta de autoestima, o humildad, lo que afecta en éste sentido al cine nacional. No sé si falta una buena educación en cuanto a contar historias, pues el guion de cine, no es sólo una escaleta, también necesita ciertas premisas narrativas, que regularmente escasean. Lo que pudo haber sido un contundente golpe a la cabeza, un Knock Out al espectador, terminó siendo una leve palmada en la espalda, y así, jamás se trascenderá a nuevos niveles. Ezban tiene el potencial, pero falta analizar a conciencia la falta de contundencia, en la premisa misma, y en la resolución de ésta.

Claro que “El Incidente” sobresale, y que estará en mucho de los top 10 de films mexicano del año, pero es más por la escasez de competencia que por méritos propios. El film está bien, porque se compara con sendas patadas como fueron Dame tus Ojos o la sección mexicana del Feratum, pero así, diciendo está bien no pasa nada, jamás se logrará lo que todos deseamos, un interesante y competitivo cine de género mexicano. Son más sus errores que su aciertos, son más su pecado que sus virtudes, y con buenas ideas no se cambia el mundo, hay que saber ejecutarlas. Es una lástima, está es mi frase más repetida para las cintas mexicanas, pues todas terminan siendo un “ya merito”, ¿será que si nos afecta la idiosincrasia, a la hora de realizar películas? Espero que un no, sea la respuesta, y espero que alguien, pronto, venga a refutar las lastimas y darnos buenas nuevas; sino, el cine nacional seguirá viviendo de cintas de medio pelo, como obras maestras.