Por Daniela Espejo

Podemos pensar que el documental es un género de poco arraigo popular. Sin embargo, una vez que el título atrae a su público logra muchas veces abrir al espectador a otros mundos sabiendo que parte de lo que se ve, mediado por supuesto por la cámara-ojo del realizador, es experiencia vital de otros seres humanos. El documental entonces llega más, se inmiscuye más en el sentimiento del espectador cuando este siente empatía con su tema y sus personajes. 

En el doble programa documental que pudo verse en la Cineteca Nacional a mediados de agosto se proyectó por un lado Soy Carnavalero! de Aidée Balderas Medina, que retrata la vivencia del carnaval en el pueblo de Colatlán, Estado de Veracruz. Por otra parte, Son… herencias musicales del director Inti Cordera, trabajo realizado por encargo del CONACULTA y que contó con el apoyo de diversas instituciones culturales de los estados retratados en él.

El primer trabajo puede ser considerado corto o medio metraje por sus 28 minutos de duración y se desarrolla íntegramente en el pueblo mencionado. Su estructura tiene como eje los personajes característicos de la fiesta de Carnaval en el lugar: los diablos, las damas, los músicos, Don Laco, el oso y muchos más. Versión local de una experiencia que en Europa, desde la Edad Media y el Renacimiento, fue un momento de relajación de los límites impuestos socialmente donde las clases sociales, los géneros, la prudencia y modales, los respetos impuestos se veían rebasados por el poder de la fiesta. Así, hombres se convertían en mujeres, humanos en animales, ricos en pobres. Bajo el poder del disfraz y la máscara, el participante se incluía y soltaba sus amarras cotidianas para ser otro, quizás aquel que le gustaría ser durante el resto del año. Aquí, sin embargo, con el correspondiente ingrediente que combina la tradición indígena con la cristiana.

Balderas Medina pone su cámara en los momentos y lugares donde sucede esta transformación carnavalesca y la ayuda la naturaleza misma del festejo. No hay aquí personajes o más bien personas que bajo la presencia de la cámara cambien de actitud, fuercen la realidad y se modifiquen frente al dispositivo técnico como es sabido y estudiado en toda intervención documental. La fuerza de la obra reside en gran parte en el hecho de saber que la cámara es otro personaje del carnaval y su presencia es tan natural como el oso que se pasea por las calles embarradas o los diablos de colores que asustan a los inadvertidos presentes. La cámara está tan incluida en la fiesta como inclusiva es la celebración. Nadie queda afuera y mucho menos el espectador que, emocionado por la perpetuidad de la tradición, su actualidad y alegría, se ve apelado en su humanidad para seguir el festejo en la próxima obra.

Son… herencias musicales es un viaje dentro del país, de la música, de la tradición. A través de los distintos espacios que va recorriendo, la huasteca potosina, queretana, veracruzana, la tierra caliente y el sotavento mexicano, nos va mostrando sus personajes y rituales característicos. En esta obra, se destaca mayormente la festividad del día de muertos donde las danzas y las músicas también se van ofrendando a los ancestros. Sin embargo, las tradicionales agrupaciones musicales no desdeñan otras celebraciones como por ejemplo las fiestas de 15 años.

Para atenuar el peligro que reside en la pérdida de la herencia cultural de estos pueblos, los documentales asumen el registro para la posteridad. Vienen a dar testimonio como instrumento de la memoria de las generaciones futuras. Un rol que el cine en general siempre ha sabido cumplir. En Soy Carnavalero!, Don Laco nos hacía ver cómo las máscaras de plástico vienen reemplazando a las artesanales hechas de madera y pintadas a mano. En Son… herencias musicales, el arpa es el elemento que encarna esa pérdida. Ya nadie lo sabe tocar en ciertas comunidades, queda un espacio vacío en la agrupación musical y por ende en las piezas que suenan. Se juega entonces el doble juego del temor a perder la tradición y las necesarias innovaciones que el movimiento natural de los cambios sociales y vitales van marcando. Como destaca uno de los músicos entrevistados, la tradición al igual que la música necesita moverse contantemente para mantenerse viva. La paradoja entre lo antiguo y lo novedoso se resuelve, claro está, en el presente.

Este doble programa documental pareció hecho a medida, si bien ambos proyectos surgen de instancias diferentes. Uno independiente y pequeño, otro por encargo de entidades estatales. La inquietud, sin embargo, es la misma. Rescatar la fuerza cultural del pueblo mexicano frente a la violencia cotidiana que hoy en día se vive en el país para poder sentir que allí reside la esperanza del futuro. Una ventana para no olvidar aquello que nos alimenta y nos une. 

Son… herencias musicales 
Dir: Inti Cordera.  País: México  Año: 2010.  Fotografía en C.: Alejandro Albert.  Música: Los seguidores de la Huasteca, Sentimiento huasteco, Amanecer huasteco, Los Reyes del refugio, Los costeños de Coahuayutla, Los jilguerillos de Apatzingán, Los caporales de Santa Ana Amatlán, Los pájaros del alba, Los Baxin.  Prod: La Maroma, CONACULTA, Karl Lenin González, Néstor Alvarado.  Duración: 52 mins.  Dist: Conaculta.

Soy carnavalero 
Dir: Aydee Balderas Medina País: México 2010 Duración: 28 mins.

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