Por Pedro Paunero
“No puedo evitarlo, mamá… algo pasa dentro de mí.
Es como si el mundo me odiara y yo lo sintiera todo.”
Carrie White en “Carrie” (Stephen King, 1974)
El “elemento mitémico”
El “elegido” es siempre un personaje solitario y marginado, que crea su propio mundo, un patio de juegos para él solo, una parcela donde el dolor de afuera no lo alcance. Porque, un día, descubre que es diferente al resto de la humanidad. Posee dones, poderes especiales. Pero los dones son oscuros, no se han pedido, y pueden parecer una maldición. De repente, sin comprender del todo, este antihéroe, nacido de la post modernidad, y muy lejos de los mitos griegos y las leyendas medievales -no se trata ya del héroe que experimenta una apoteosis, como Hércules, o el matador de dragones, como Sigfrido, que adquiere la invulnerabilidad-, se ve perseguido por fuerzas extrañas, ya sea su propio gobierno, una sociedad secreta que codicia su don, un súper villano que intenta destruirlo o, en una forma más oscura y profunda (como buen nieto de Camus), su propia duda existencial. El “elegido”, tiene entonces que escapar. De sus perseguidores, o de sí mismo. Y muchas veces, de ambos a la vez.
A través de su ruta de escape se encuentra con otros como él -larga es la sombra de el “camino amarillo” que conduce al mago y a Oz-, y será hasta entonces que su devenir cumpla, en parte, con “el viaje del héroe”, revelándole una misión, impuesta de antemano. Su historia puede ampliarse, bifurcarse o retroceder, pero no será sino un conjunto de añadidos al elemento mitémico central en el devenir del elegido. Así, este antihéroe no aspira, como Dorothy, volver a casa, sino comprender la imposibilidad de la pertenencia a un lugar, un estado de cosas o al resto de la humanidad.
El elegido del don condenatorio comienza su andadura hacia los años setenta del siglo pasado, con una constante de personajes al margen -nacidos directamente de la Contracultura-, muchos de estos, ambiguos, y se reafirma en el cine de Superhéroes del Siglo XXI, que lo reitera hasta la saciedad. A diferencia del héroe clásico, que ascendía al Olimpo e, incluso, mediante un katasterismo, se inmortalizaba entre las constelaciones, el antihéroe de don condenatorio, por el contrario, se repliega. La gloria no se celebra, porque su existencia se sitúa en un mundo anodino, que desnuda su vulnerabilidad, y que no agradece sus servicios. Véanse, para ello, los mutantes calvos, nacidos después de la “Gran explosión”, cuyo poderío cerebral es motivo de temor, en la serie de relatos recopilados como novela bajo el título de “Mutante” (1945-´53), de Henry Kuttner y Catherine L. Moore, esos seres pioneros en un mundo de rechazados que luego conocerían los “X Men”.
Al repetitivo Stephen King se deben hitos del Siglo XX con carácter de arquetipo, la psicoquinética Carrie White, protagonista de la novela “Carrie”, llevada al cine por Brian De Palma en 1976, la piroquinética (término creado por el autor) Charlie McGee, personaje infantil de “Fire-Starter”, adaptada en una película titulada en español como “Ojos de fuego” (Mark L. Lester, 1984), o Danny Torrance, el niño mentalmente dotado de “The Shining”, adaptada por Kubrick en “El resplandor” (The Shining, 1980). En la novela “Fire-Starter” se nos cuenta, al principio, tanto ese descubrimiento de ser un elegido (los padres de la niña han sido inyectados con un alucinógeno experimental que los convierte en telépatas, capaces de inducir la hipnosis), como de la persecución a la que se ven sometidos, cuando Charlie y su padre, Andy, se ven en la necesidad de huir de “The Shop”, una agencia gubernamental de naturaleza persecutoria que, igualmente, bajo otra forma, hará su aparición en “Scanners” (1981), de David Cronenberg, película que hace pareja con una magnífica cinta anterior, “La furia” (The Fury, 1978), dirigida por Brian De Palma. Andy y su hija, sometidos a la más implacable de las persecuciones, se encuentran demasiado agotados. Pero deben continuar.
“-Estoy cansada, papá -dijo impacientemente la niña de los pantalones rojos y la blusa verde-. ¿No podemos detenernos?
-Aún no, cariño.
Era un hombre corpulento, de anchas espaldas, y vestía una chaqueta de pana, usada y raída, y unos sencillos pantalones deportivos de sarga marrón. Él y la niña caminaban cogidos de la mano, calle arriba, por la Tercera Avenida de la ciudad de Nueva York, deprisa, casi corriendo. Él miró por encima del hombro y el coche de color verde seguía allí, rodando lentamente por el carril contiguo al bordillo.
-Por favor, papá. Por favor.
La miró y vio que estaba muy pálida. Tenía ojeras. La alzó y la sentó sobre el hueco del brazo, pero no sabía cuánto tiempo podría continuar así. Él también estaba cansado, y Charlie ya no pertenecía a la categoría de los pesos pluma”.
La idea está presente en la fascinante primera mitad de “X Men” (Bryan Singer, 2000), antes de caer en una segunda mitad trivial, cuando Rogue (Anna Paquin) descubre que su beso puede ser mortal, y se ve obligada a huir a Canadá. Rogue pregunta a un compañero:
“¿Sabes? Cuando beso a alguien, puedo matarlo. Así que, dime… ¿cómo se supone que ame a alguien?”
La misma se localiza en “Titans” (creada por Akiva Goldsman, Geoff Johns y Greg Berlanti, 2018), con Kory (Anna Diop), misteriosa mujer que padece amnesia y siente la imperiosa necesidad de ir tras la pista de Rachel Roth (Teagan Croft), que ignora por qué Kory la persigue y que, de paso, averiguará su propia y mortal identidad. Es el mismo elemento que vertebra la trama de “Mentes poderosas” (The Darkest Minds, Jennifer Yuh Nelson, 2018), esa imperfecta y hasta decepcionante película que, empero, ha ganado un seguimiento de culto, con su nueva raza humana, conformada por jóvenes clasificados por colores, de acuerdo con sus capacidades súper humanas, a saber, los verdes (con el don de la inteligencia aumentada), los azules (que son psicoquinéticos), los amarillos (manipuladores de la electricidad), los rojos (piroquinéticos) y los naranjas (telépatas). En “Mentes poderosas”, se narra el odio temeroso que se experimenta hacia los rojos y naranjas, que son ejecutados sin miramientos, y la reclusión del resto de esta súper raza en campos de concentración, para su control y posible exterminio.
En la novela “Los cuclillos de Midwich” (1957), de John Wyndham, llevada dos veces al cine, primero por Wolf Rilla, en 1960, como “El pueblo de los malditos” (Village of the Damned), y en 1995, por John Carpenter, con el título original de “John Carpenter’s Village of the Damned”, los hijos resultantes de un embarazo anómalo, al parecer de origen extraterrestre, comienzan a asesinar. Ante esta amenaza, el párroco arenga a la población:
“Tienen el aspecto del genus homo, pero no su naturaleza. Dado que son de otra clase, y que asesinar es, por definición, matar a los de la propia clase, ¿puede calificarse como asesinato la muerte de alguno de ellos…? Si pertenecen a otra especie, ¿no estamos plenamente facultados a luchar contra ellos y proteger nuestra propia especie? O, incluso, ¿no ese ese nuestro deber?”.
Es el mismo “elemento mitémico” (no un mitema completo) que se presenta al principio de la primera película de la saga dedicada a “Harry Potter” (Harry Potter and the Philosopher’s Stone, Chris Columbus, 2001), con el pequeño huérfano que resulta ser mago, y al inicio de “Matrix” (Hermanas Wachowski, 1999), en la cual Neo (Keanu Reeves), a quien el personaje de Morfeo (Laurence Fishburne), proverbialmente llama “el elegido”, ignora su identidad mesiánica y se ve acorralado por los “agentes”, enviados por la Matrix para evitar su destrucción.
Los perseguidos de Stephen King
Algunos de los más célebres personajes de Stephen King se ven perseguidos, acorralados y, finalmente, enfrentados, en escenas que se resuelven en orgías de sangre y destrucción.
“A veces siento que el fuego me llama, papá… y que si lo escucho, ya no volveré a ser yo.”
Charlie McGee en “Firestarter” (Stephen King, 1980)
Carrie White (“Carrie”). Representa al elegido con poderes psicoquinéticos (es capaz de mover objetos con la mente). Es marginada y atormentada por su entorno y su propia madre; su poder surge del dolor y la humillación.
Charlie McGee (“Firestarter”). Tiene el don de la piroquinesis (crea fuego como proyección mental). Ella y su padre son perseguidos por una agencia gubernamental llamada “The Shop” (“La Tienda”), reflejando la caza del elegido por parte del poder estatal.
Danny Torrance (“The Shining”). Niño con habilidades mentales especiales (el “don” de resplandecer). Su poder lo conecta con fuerzas sobrenaturales, pero también lo pone en peligro.
Estos tres casos ilustran la dualidad del don y la maldición, además de la persecución por instituciones o entes que buscan controlar o destruir al elegido.
Súper dotados mentales… y asesinos
En el caso de “Scanners” (David Cronenberg) y “La furia” (Brian De Palma), ambas cintas presentan personajes con poderes mentales perseguidos por el gobierno o corporaciones, como si sus dones fueran armas potenciales que se deben canalizar y, finalmente, utilizar en beneficio del estado o la corporación. Aquí el “elegido” encarna la amenaza al sistema y el miedo al poder incontrolable.
Superhéroes o… Superantihéroes
X-Men. Los mutantes descubren sus habilidades en la adolescencia y son rechazados por la sociedad. El beso mortal de Rogue simboliza el don que a la vez destruye la posibilidad de contacto humano. Como personaje, Rogue encarna al don en su modalidad más dolorosa. Tocar a otros es matarlos. Su alienación es absolutamente modélica entre los personajes poseedores del “don condenatorio”.
Titans. Los personajes que se unen a Dick Grayson (el primer Robin, que se ha alejado de Bruce Wyne y, por ende, de Batman) y el resto de los “Titanes”, como Kory (que padece amnesia) y Rachel (en busca de su identidad), encarnan el tema del descubrimiento del yo, y la persecución por lo que se desconoce de sí mismo, que yace como hibernando dentro de sus cuerpos, pronto a despertar como una sombra maligna.
Entre magos… y mesías
Harry Potter. El descubrimiento de su naturaleza mágica ocurre al inicio; es el comienzo del viaje del elegido, así como de su educación (canalización, dosificación y domesticación del don) y, al final, de su uso en contra de los males que asuelan su mundo.
Neo. Ignora quién es realmente hasta que “despierta” a su verdadera condición. Representa el mito del elegido que debe aceptar su destino.
El don condenatorio: segunda década
La segunda década del Siglo XXI ha visto un resurgimiento de los personajes que poseen el don condenatorio, bajo un formato ideal para las plataformas en streaming, la serie.
Brightburn. Hijo de la oscuridad (Brightburn. David Yarovesky. 2019). Película.
Personaje: Un niño extraterrestre cae en la Tierra. Es criado por humanos. Pero, en lugar de convertirse en Superman, se transforma en un asesino. Película mediocre, cuya idea central pudo desarrollarse mejor, pero se queda en la pura intención.
Rasgo: Descubre que es diferente y reacciona con violencia al rechazo.
Tema: El reverso oscuro del mito del elegido.
I Am Not Okay With This (Netflix. 2020) Serie.
Personaje: Sydney Novak (interpretada por Sophia Lillis), descubre que tiene poderes telequinéticos ligados a sus emociones reprimidas, y a sus cambios corporales, típicos de la adolescencia. (Un avatar tardío de la Carrie de Stephen King).
Rasgo: Aislamiento emocional, dolor interno y poderes incontrolables.
Tema: Adolescencia, trauma y autodescubrimiento.
The Power (Prime Video. 2023) Serie.
Personaje: Chicas adolescentes (el don adquiere carácter colectivo) de todo el mundo desarrollan la habilidad de generar electricidad con sus cuerpos.
Rasgo: El poder despierta miedo, represión y violencia social. Cada joven enfrenta su aislamiento y la amenaza del control gubernamental.
Tema: Ficción feminista. Descubrimiento del don, persecución institucional, transformación del miedo en poder.
The Boys. Gen V (Prime Video. 2023) Serie.
Personaje: Jóvenes súper poderosos entrenan en una universidad controlada por una corporación.
Rasgo: Poder y manipulación; los “elegidos” están vigilados.
Tema: El sistema convierte el don en un arma y a los jóvenes en herramientas.
The Acolyte (Disney+. 2024) Serie.
Personaje: Verosha Aniseya (Amandla Stenberg), una ex-padawan en el universo de Star Wars, huye del control Jedi mientras investiga crímenes ligados a la Fuerza.
Rasgo: Posee un vínculo especial con la Fuerza que la hace peligrosa y buscada.
Tema: Identidad, poder prohibido y persecución por instituciones dominantes.
La siguiente tabla establece una comparación entre los poseedores del don condenatorio a principios del Siglo XXI, con aquellos que vinieron después, en un intento de esclarecer tanto sus semejanzas como sus diferencias esenciales.
Aspecto | Arquetipo clásico (1970–2010) | Arquetipo contemporáneo (2020–2025) |
Ejemplos representativos | Carrie (1976), Firestarter (1984), Matrix (1999), Harry Potter (2001), X-Men (2000) | The Power (2023), Gen V (2023), I Am Not Okay With This (2020), The Acolyte (2024), Brightburn (2019) |
Origen del poder | Generalmente sobrenatural o accidental (magia, mutación, destino). | A menudo científico o socialmente inducido (experimentos, biotecnología, trauma). |
Relación con el poder | El poder se ve como un don o destino, algo que debe aceptarse y dominarse. | El poder es una maldición o consecuencia, una fuente de sufrimiento más que de gloria. |
Tipo de personaje | Elegido individual, llamado a cumplir una misión o salvar el mundo. | Elegido colectivo o múltiple, varios personajes comparten el “don” (reflejo de una sociedad fragmentada). |
Actitud del entorno | El mundo teme o venera al elegido, pero lo reconoce como especial. | La sociedad lo controla, experimenta o cancela; el poder genera desconfianza institucional. |
Conflicto central | Lucha entre el bien y el mal, entre aceptar o rechazar el destino. | Lucha interna y psicológica, contra el trauma, la identidad o la manipulación. |
Tono narrativo | Mítico, heroico o trágico. | Crudo, realista, distópico o psicológico. |
Símbolo del poder | El poder como diferencia salvadora (esperanza). | El poder como diferencia peligrosa (amenaza). |
Destino del personaje | Tiende a la redención o sacrificio heroico. | Tiende al aislamiento, la destrucción o la ambigüedad moral. |
Resumiendo, los puntos esenciales del personaje elegido pueden listarse a la manera de una guía práctica, útil, incluso, para guionistas y escritores, de la siguiente manera.
El poseedor del “don condenatorio”:
1. Es un ser solitario y marginado. Vive aislado del mundo y crea su propio espacio, una especie de refugio donde el dolor, proveniente del exterior, no lo alcanza.
2. Descubre que es diferente. En algún momento toma conciencia de que no pertenece completamente al resto de la humanidad.
3. Posee poderes especiales. Tiene un don o habilidad extraordinaria que lo separa de los demás.
4. Obtiene el don como maldición. Su poder no es deseado; más que una bendición, puede sentirse como una carga o condena.
5. Su figura es la de un antihéroe. No encarna al heroísmo clásico; proviene de la posmodernidad, alejado de los mitos heroicos tradicionales.
6. Es objeto de persecución: Es buscado o cazado por diversas fuerzas, a saber:
El gobierno, que teme o desea aprovechar su don.
Sociedades secretas interesadas en su poder.
Villanos que intentan destruirlo.
O incluso su propia duda existencial. Su enemigo interno.
7. Es un arquetipo recurrente en la cultura popular. Aparece en personajes como Carrie o los protagonistas de Firestarter, el Resplandor, Matrix, X-Men, Titanes y Harry Potter.
8. Posee un elemento mitémico: Representa un motivo narrativo parcial (no un mitema completo) centrado en el descubrimiento del yo y la persecución derivada del poder.
En este tiempo de hastío, a camino entre dos eras, el “elegido” ha dejado de ser símbolo de redención para convertirse en un espejo tendido hacia nosotros sobre la condición humana actual, un ser consciente de su excepcionalidad, pero condenado a la incomprensión que esta conlleva. Una frase manida, pero no por ella menos cierta, marca el sino de todos estos personajes: Mantienen la conciencia de saberse distintos en un mundo que teme todo aquello que no comprende.