Por Amhed Sandoval
@amhesan

En junio de 1994, Nicholas Barclay, un chico de 13 años, desaparece sin dejar rastros en Texas. Sorprendentemente tres años después sus familiares reciben una llamada que fue encontrado en España, afirmando haber sido torturado por sus secuestradores. La alegría es inmediata, sin embargo es difícil de explicar porque un niño que era rubio ahora es moreno, y no puede hablar sin acento francés.

El más reciente documental, y primero no dirigido para televisión, de Bart Layton cuenta la historia de este impostor, que ya había sido afrontada periodísticamente. En este caso la historia es abordada de una manera de thriller, de suspenso, de preguntarse constantemente como pudo pasar algo así.

El inicio es avasallador, no deja respirar al espectador, la intriga está desde los primeros minutos. Hay una pequeña explicación con la entrevista a la hermana de Nick que cuenta como desapareció y apareció su hermano. Hasta ese momento parece una historia de recuperación de un ser querido muy alentadora. Hasta que es presentado Frédéric Bourdin, que cuenta como fue esa noche que logró hacerse pasar por un niño de 13 años, siendo casi 10 años mayor.

Y es que no tiene mayor empacho en decir la verdad, en ser entrevistado y contar su historia. Historia que es dramatizada en secciones de ficción para ser vista por el espectador. Cabezas hablando son muy aburridas y aunque este sea un documental de entrevistas, el director sabe llevar la historia como ficción para lograr ciertos efectos dramáticos, principalmente hacia el suspenso.

Cabe hacer un comentario con respecto a  los documentales y su evolución, puesto que anteriormente se podían considerar como retratos con alguien que hablaba para explicar ciertas características de una forma que resultaba realmente aburrida. No obstante, la pericia de los documentalistas logran recrear una historia y presentar sus elementos de tal manera que resulte muy entretenida para el espectador.

Y así mantiene Layton durante más de hora y media una intriga. Algunos miembros de la familia de Nick cuentan como reaccionaron ante su “reaparición”. Como los medios de comunicación y las autoridades sospecharon rápidamente de algo que la familia parecía no.

Ahí da un giro semántico (plot point) dónde se hace dudar al espectador, no del impostor que lo ha confesado y ya estuvo en prisión por eso. Sino de la familia ¿por qué la familia acepta a alguien que a todas luces no es su hijo o hermano?

Ahí se esconde otro misterio más grande, uno que no ha podido ser esclarecido,  Bourdin que nota que claramente hay algo raro lo denuncia en cuanto es detenido, pero ¿cómo creerle a un impostor? Y más a uno experto, alguien que tiene un método.

Y justo sobre el método es dónde se guardan ciertos problemas que tiene el sistema de protección a menores. Bourdin arroja información confusa, muestra poco su rostro, es realmente persuasivo y va engañando a todos.

Ese engaño a todos es casi absurdo, parece una mala broma y esas son las ventajas del documental. Tal vez si la historia hubiera sido tomada para generar una ficción parecería inverosímil y nadie terminaría por creerse por completo la historia. Sin embargo, al ser “documentada” la realidad puede sobrepasar a la ficción sin reparar en justificar los hechos, que simplemente ahí están. Donde coloca sus esfuerzos es en el acomodo de los mismos, de dónde obtenerlos y como narrarlos. En este caso, como ya fue mencionado, entrevistas y dramatización.

Ficha Técnica

Título original: “The Imposter”. Guión y Dirección: Bart Layton. Producción: Dimitri Doganis, Poppy Dixon. Fotografía: Lynda Hall y Erik Wilson. Montaje: Andrew Hulme. Música: Anne Nikitin Protagonistas: Frédéric Bourdin, Carey Gibson, Beverly Dollarhide. País: Reino Unido. Año: 2012. Duración: 99 minutos.