Por Hugo Lara Chávez

Amagos de censura, boicot silencioso, indiferencia oficial…. Mucho se ha especulado sobre la controversia que ha despertado “El Infierno”, el film más reciente de Luis Estrada, que se estrena este próximo viernes 3 de septiembre. De hecho, la controversia proviene de tiempo atrás, desde la gestación del proyecto, pues fue incluido de última hora en el presupuesto federal de Conaculta-IMCINE para financiar películas relacionadas con el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución.

Más tarde, El Infierno, producida por Bandidos Films, fue apoyado por Televisa a través de su filial Videocine, que también se haría cargo de la distribución. Pero, por razones “empresariales”, Televisa retiró su crédito, así como su compromiso de promocionar y distribuir el film. Ha trascendido que la decisión la tomaron los más altos ejecutivos de esa compañía una vez que se vio el corte final de la cinta, repleto de escenas provocadoras e irritantes, como las alusiones al contubernio entre los diferentes presidentes de México (de Miguel de la Madrid a Vicente Fox) con los capos del narcotráfico, o la imagen del escudo patrio salpicado de sangre o los curas bendiciendo las armas de los delincuentes.

“Yo no soy de los que creen en las fechas simbólicas, y espero también que no sea este año motivo de algo —explica Estrada, con quien tuvimos ocasión de conversar cuando concluyó el rodaje— aunque sé que se debate en muchos lados y aspectos si esta cosas cabalística de 1810, 1910 y 2010 ha de tener alguna connotación. Creo que el estado de las cosas es muy similar a esos momentos histórico, y espero que tengamos la inteligencia de que no deriven en unas situaciones como las que se vivieron”.

Hay que recordar que Estrada se consagró como un cineasta incómodo a raíz del éxito de “La ley de Herodes” (1999), una sátira política que ponía en evidencia los sucios enjuagues del viejo PRI y que, tras un torpe intento de censura por parte del entonces director del IMCINE, Eduardo Amerena, logró una enorme publicidad que se tradujo en miles de espectadores que asistieron a verla curiosos a las salas.

En 2006 Estrada volvió al ataque, en la coyuntura de las complejas elecciones presidenciales de ese año, con el film “Un mundo maravilloso”, otra fábula satírica sobre el fallido sistema político neoliberal, cuyo relevo fue tomado por el gobierno de Vicente Fox. Resultó una cinta menos lograda, tanto en taquilla como en su planteamiento, menos convincente que “La ley de Herodes”.

“El Infierno” viene a conformar, junto a las dos anteriores, una trilogía política sobre la realidad mexicana, esta vez sobre el México contemporáneo, rehén de la guerra contra el narcotráfico, en el marco de las celebraciones del Bi-Centenario. La película está ambientada en un pueblo del norte del país y cuenta el periplo de un bracero que regresa deportado de Estados Unidos y que, por necesidad económica, se involucra en el mundo de los sicarios que trabajan al servicio de los capos del narco. En el relato, abunda un humor de mala leche, mordaz, con apuntes en torno a los decapitados, los narcomensajes, las corruptelas de las autoridades, la complicidad de la Iglesia y los jefes de esas organizaciones criminales, que son patriarcas y benefactores de sus comunidades. En el reparto destacan los nombres de Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Ernesto Gómez Cruz, María Rojo, Elízabeth Cervantes, Daniel Giménez Cacho y Jorge Zárate.

“Sin haberlo nunca pensado, “El Infierno” forma un tríptico involuntario sobre la situación socio-política del país (junto a “La ley de Herodes” y “Un mundo maravilloso”), porque a final de cuentas están muy unidas en género, las tres son una especie de sátira con humor muy negro. Las tres películas se complementan porque una reflexiona sobre el pasado, “La Ley de Herodes””; otra sobre el futuro, “Un mundo maravilloso”, y ésta que va a tener mucha pertinencia porque reflexiona sobre lo que está viviendo el país. Esta va a ser la peor de todas, pues las otras jugaban a la metáfora y a la parábola, pero esta película está hablando justo de lo que está pasando en este momento en el país”, remata Estrada.

Con la experiencia de sus dos películas, Estrada comprendió que podía usar la censura y el escándalo como una estrategia de promoción. Y lo ha intentado repetir esta vez, acometiendo contra todos en su film: de los narcotraficantes a los símbolos patrios (aunque es curioso que el Ejército no es aludido en ningún momento). En este sentido, aprovecha también la imagen oficial de las celebraciones del Bicentenario dentro del cartel promocional de la película. Es un poster que va de lo macabro a lo grotesco, con el logotipo de México 2010 junto a una leyenda que dice “Nada qué celebrar”, mientras a espaldas del protagonista se muestra a un sicario sonriente que remueve un cadáver en un tambo. Una rótulo que dice “Censurado” aparece sobre el cuadro. En el trailer, se escuchan frases tan contundentes como “Me cae que esta vida es el cabrón infierno” o “En este pinche país no haces lo que quieres, sino lo que puedes”.

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.