Por Gustavo Ambrosio

Por ahí un profesor me dijo una vez algo que es muy verdadero: el amor es un invento del ser humano para recrear belleza a partir del coito. Y es tan humano y real. Sin atracción sexual, no hay amor tal cual. Las dos llamas, pasión y emoción.

El séptimo largometraje del artista (no se le puede llamar de otra forma) Bill Plymton nos cuenta una anécdota sencilla de amor, chica conoce chico, se enamoran, se casan y viven una turbulencia sentimental.

¿Premisa aburrida, ah?, pues bien dicen que la animación logra lo que ningún otro estilo de cine puede, convertir lo imposible en posible, y la libertad que tiene Plymton para crear hace que una historia sencilla se convierta en una breve obra maestra.

El símbolo, el dibujo, la causa-consecuencia, todo tiene un por qué y un para qué en esta historia, vestida musicalmente para borrar los aparatosos y cursis diálogos que se usan en historias como ésta. Deja el dibujo correr.
Con imágenes sugerentes, muy sugerentes y elementos de comedia que provocan una carcajada sonora por la inteligencia y la maestría con la que están hechas. Y a mano.

La reflexión que logran los dibujos en movimiento son brutales. Desde la frialdad, el enamoramiento, la ruptura, el sufrimiento, la venganza, el amor, y finalmente la reconciliación.

Golpes humanos, golpes emocionales que no necesitan de una estructura compleja para atrapar a su público.
El amor es un artificio, y nada como el dibujo y el cine para volverlo un arte. Un arte que se mueve y late frente a nosotros en todas sus etapas, en el engaño y en la reconciliación. En el sexo y en la abstención. En el rechazo y el beso.

“Cheatin”, EU-2013, Dir. Bill Plympton. Guión: Bill Plympton. Música: Nicole Renaud. Edición: Kevin Palmer.