Redacción Noticine.com, CorreCámara.com. El escritor y director argentino Eliseo Subiela falleció el pasado 25 de diciembre, en San Isidro, comunidad de Buenos Aires, Argentina. Autor de varios de los clásicos del cine latinoamericano como “Hombre mirando al Sudeste” (1986) o “El lado oscuro del corazón” (1992). Subiela murió en la víspera de cumplir 72 años. Especialmente dotado para elegir títulos dificilmente olvidables para sus películas, fue plagiado en Hollywood hasta en dos ocasiones (“Mr. Jones”y “K-Pax”), desarrolló su carrera entre Argentina y España y fundó su propia escuela de cine.
“No te mueras sin decirme adónde vas”, “Despabílate amor”, “Lifting de corazón”, “Ultimas imágenes del naufragio”, “Pequeños milagros”, “Las aventuras de dios”, “El resultado del amor” o “No mires para abajo” fueron algunas de sus cintas más conocidas. Tenía en proyecto dirigir a Miguel Angel Solá y Selva Alemán en un film que se llamaría “Corte final”.
Se han seleccionado algunas reflexiones en artículos o entrevistas que perfilan la personalidad de Subiela y su forma de ver el cine:
“Yo contraje el “bien incurable” del cine viendo cine. Primero, en los cines de mi barrio. He pasado tardes enteras entre el polvo del lejano oeste, peleando del lado de “los buenos”, o en un bombardero sobre Berlín, luchando por la libertad del mundo, con la foto de mi amada sobre el tablero del B-29, o enfrentándome a un gigantesco y despiadado monstruo salido del mar con las peores intenciones. Sólo había que pagar una módica entrada. Cuando se apagara la luz, la realidad cambiaría mágicamente, y eso no tenía precio…”
“Mis primeras “amantes” se llamaron “Vivir su vida” de Godard, “Jules et Jim” de Truffaut, “Cenizas y Diamantes” de Andrzej Wajda, entre muchas otras amantes, generalmente melancólicas, mayoritariamente europeas, que me enseñaron a “hacer el amor” con una cámara. Por ellas dejé encerrados en los cines de mi barrio a los valerosos cowboys, a los heroicos combatientes de tantas guerras libertarias, a los monstruos invencibles que sin embargo nada pudieron hacer contra el más cruel enemigo real: el paso del tiempo”.
“En principio, yo creo que el cine es un lenguaje, esencialmente, poético. Más allá de la poesía literaria. Pero, además, me gusta escribir, me gusta mucho la literatura. No te diría que soy un escritor frustrado, porque escribo. Soy un músico frustrado, eso sí. Le doy mucha importancia a la palabra. Me gusta mucho la palabra, la literatura y el escribir. Fue un desafío. Ahora me siento muy orgulloso de haber hecho que toda una generación descubriera, de pronto, a Benedetti, a Girondo. Por haber contrabandeado poesía literaria en el cine”.
“El cine y mi vida están asociados de manera indisoluble. Me tranquilizaría pensar que soy capaz de vivir sin el cine”.
“Más que la idea de la muerte, me inquieta la idea de una vida en la que el cine no existiera. La realidad sería insoportable. Como sobrevivir en un planeta en el que no hubiera oxígeno”.
“Lo que yo le pido a una película no creo que se diferencie mucho de lo que pide cualquier espectador “adulto”. Lo primero es que no me aburra. Todos los espectadores piden lo mismo. Después quiero que me emocione, en lo posible sin darme cuenta de cómo ocurrió el fenómeno. Y finalmente, si es posible, quiero que me modifique. No hablo de grandes cambios. Hablo de esas a veces imperceptibles, inconscientes modificaciones que el arte produce en nuestras almas. El cine es un arte. Y creo que una de las principales funciones del arte es hacer tolerable el breve e inexplicable paso por este sueño llamado vida. Todo eso le pido a una película”.
“Siento mucho agradecimiento y mucha emoción por el cariño que se le tiene a “El lado oscuro del corazón”. Sobre todo en España. En Barcelona, por ejemplo, estuvo ocho años proyectándose en las sesiones golfas de los Cines Verdi. Y en toda Latinoamérica es mi película más querida. Además, ahora hay una nueva generación que se está enganchando a la película, gente que era muy joven cuando la rodé. Es un orgullo ser el transmisor de la poesía literaria a través del cine”.
“Tengo la sospecha de que el cine es una de las artes que mejor pelea a la muerte. La falta de amor es peor que la muerte, porque no estoy seguro de que todo acabe con ella. Tengo la fuerte sospecha de que morir no es el fin. Pudiera ser, incluso, hasta un secreto comienzo”.
“Es una época en la que se filma más que nunca. Gracias a los avances tecnológicos y a las escuelas, y al apoyo del Instituto de Cine. Pero el drama está en la exhibición, porque los yanquis no dejan espacio. Es necesario instrumentar políticas de defensa del cine nacional frente a un enemigo que utiliza armas sucias. Hay que imitar a Francia”.