Por Déborah Farjí Núñez
  

Como parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, a realizarse del 25 de marzo al 1° de abril próximos, llega a la pantalla el film cubano Afinidades, dirigida y estelarizada por Vladimir Cruz y Jorge Perugorría, mejor conocidos por su participación en la multipremiada Fresa y chocolate (1994).
  

Lastimosamente, participar en un festival en contraste con la vía de distribución comercial, no es sinónimo de calidad. En este caso, la cinta que cuenta también con las actuaciones de la española Cuca Escribano (Poniente, 2002) y marca el debut de la joven Gabriela Griffith, no ofrece ningún atributo que la haga merecedora de alguna mención o ejemplo de aportación cinematográfica.
  

Inspirada en la novela Música de Cámara (2004) del escritor cubano Reinaldo Montero, la historia relata el fin de semana en que dos colegas y sus parejas realizan una especie de viaje emocional en el que con toda intención cruzan ciertos límites. En realidad, se trata de una trama poco clara que pretende hacer metáforas sobre la vida cotidiana, haciendo uso de frases “filosóficas” desgastadas, expresadas al azar, al vacío y, por ende, sin impacto alguno en el desarrollo narrativo.
  

Y es que ni la música del reconocido cantautor Silvio Rodríguez ni la presencia de Omara Portuondo logran levantar esta película que no tiene de donde sostenerse. Su único atributo radica en el realismo de las escenas sexuales con las que intenta, de acuerdo a sus autores, explicar la naturaleza del ser humano y sus vías de escape.
  

Llama la atención el desatino, dada la trayectoria de sus creadores, sobre todo ante lo evidente de un guión vacuo que se presenta como muy íntimo. Perugorría lo vanagloria como “una historia muy particular, muy diferente a lo que ha contado el cine cubano”. Declaración que tendría ser revalorada ante la infructuosa imagen que sus palabras otorgan a la creación artística de su país, sobre todo cuando no se necesita ser un experto para darse cuenta que esta anécdota simplona solo ocupa el espacio que otra, sin tanto nombre, podría estar utilizando
  

Por Redacción