Por Matías Mora Montero
Desde Morelia
Continúa la vigésima edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, y en este pasado lunes 24 de octubre se dio la oportunidad de nuevamente presenciar tres extraordinarias películas de cineastas de gran talla, como lo son Kelly Reichardt, Orson Welles y Claire Denis. Tocará ahora hablar de dichas obras que marcaron, en mi experiencia del mismo, el día más gozoso en esta gran celebración del cine, hasta el momento.
“Showing Up”
La nueva película de la cineasta independiente Kelly Reichardt, “Showing Up”, trae de regreso a la directora con una de sus actrices favoritas, Michelle Williams, quien esta vez interpreta a Lizzie, artista plástica que a la par trabaja en una escuela de arte, con escasez de agua caliente y conflictos familiares (y vecinales). Lizzie se encuentra preparando su siguiente exposición, donde podrá presentar sus obras más recientes, unas esculturas magníficas que muestran movimiento en figuras femeninas. Cada una de sus piezas constituye una explosión de color y expresión.
Reichardt nuevamente se mueve a través de una cotidianidad específica, esta vez, en aquella por la que navegan los artistas, aquella conexión con su alrededor, con la naturaleza y, por supuesto, con el arte. Bien, en un punto de la cinta, el hermano de la protagonista (interpretado por John Magaro, previo protagonista de Reichardt en su fenomenal “First Cow”), otro artista alocado, claro creyente en conspiraciones, emite la siguiente declaración: “El arte es la Tierra hablando, la poesía es la lengua de la tierra.” Repetidas tomas de belleza breve, personas en movimiento o como estatuas, trabajando en su nueva pieza, sea un textil, una prenda, un video, una escultura, una pintura, o bien, observando y apreciando las piezas de otros, se encuentran en galerías con tal de celebrar el trabajo de otros, contemplan en grandes jardines bailes que despiertan un deseo de unirse en movimiento, leen un libro, sentados, callados… Hay un respeto tan bello hacia cada acción, Reichardt se deja fluir por un ritmo muy particular de la vida humana y busca que el espectador logre someterse a tal tranquilidad y lo logra excelentemente.
“Showing Up” es una historia sin prisa alguna, un sonido muy cuidado, actuaciones sueltas donde cada actor, por más estelar que su figura pública sea, se rinde ante la belleza del poder platicar con el prójimo y participar en el proceso definitivo del ser humano, la creación artística. Como ejemplo, el maravilloso André 3000 aparece en la película, no es la primera vez que el increíble rapero de “Outkast” hace una aparición en una obra de una prestigiosa cineasta independiente. En 2018 participó en “High Life” de Claire Denis, cineasta de la cual hablaremos en un momento. En “Showing Up” André interpreta a Eric, un hombre bastante agradable y sociable que en la escuela aporta a hornear y otras actividades, pero es su habilidad con el horneo donde es partícipe en el proceso creativo de nuestra protagonista.
La película, cabe mencionar, mantiene un sentido de comunidad muy delicado, por el cual comprendes que Reichardt busca retratar una utópica visión del mundo del arte, aquella donde la colaboración y la celebración se encuentran en la primera fila de cada secuencia encontrada en la cinta. Una obra adorable sin perder su complejidad, cada personaje está finamente construido y lleva a un final no sólo satisfactorio, sino que enlaza de una bella manera todo aquello que la película persigue narrativamente. Otra obra imperdible y contemplativa de parte de Reichardt. Distribuye A24.
“El otro lado del viento”
Uno de los invitados especiales en esta edición del festival es Frank Marshall, legendario productor estadounidense que tuvo el privilegio de trabajar lado a lado con el maestro de las sombras, Orson Welles. Marshall incluso fue partícipe por cinco de los seis años que duró el rodaje de la última obra de Welles, “El otro lado del viento” (The Other Side of the Wind, 2018). Dicha película jamás logró ser completada por el propio Welles -en especial la finalización de la edición– debido a problemas de financiamiento y, tras su muerte en 1985, un grupo selecto de realizadores cercanos a Welles, como el propio Marshall, emprendieron una lucha con tal de sacar adelante lo que ahora sería no sólo la obra póstuma de Welles, sino también, podríamos argumentar, el testamento cinematográfico del cineasta de “Ciudadano Kane”. En 2014, Netflix se unió al proyecto para así lograr que, en 2018, se diera por fin el estreno de la película en la plataforma y en cines selectos.
Ahora, durante el marco del festival y con tal de honrar al ya mencionado invitado, se proyectó la obra de Welles este lunes 24 y vaya que es una bestialidad poder presenciarla en cines. Con tanta plática del viaje de la película, ¿de qué trata la misma? Bueno, aunque Welles lo haya negado en entrevistas, es en parte, aunque quizás en un sentido meramente simbólico, autobiográfica. De hecho, una autobiografía específica. El fin de un legendario cineasta, su legado como su único horizonte, acompañado de la muerte y de un último extravagante proyecto que no sería para el gusto de todos.
J.J. Jake Hannaford, el inserte de Welles, es un legendario cineasta estadounidense, interpretado por un magistral John Huston, para quien su último día de vida se alinea con su cumpleaños y, a la par, con el continuo desastre que ha sido la producción de su más reciente película, la cual carga el nombre de la propia película de Welles. El cine dentro del cine. Hannaford a la cámara le llama la caja mágica y su ojo es un misterio por el cual Welles se adentró por décadas, cargando un sentido de ignorancia hacia dicha caja mágica, pero uno tan bello, una ignorancia cuya raíz siempre fue la curiosidad y, ante ello, el resultado siempre fue la revolución.
Welles, como alguna vez lo hizo en cintas como “Ciudadano Kane”, “El Juicio” y “F de Falso”, retoma un imparable espíritu como cineasta, sus decisiones de movimiento de cámara o edición parecen asimilar a un león dominando la selva, tomando su merecido trono sin disculpas dadas. No le muestra piedad alguna a las “reglas de cómo hacer cine”, jamás lo hizo y, si hoy estuviera vivo, tampoco lo haría. Él buscaba más que lo ya impuesto, y no creo que esa jamás haya sido realmente su intuición, pero justamente era un instinto intuitivo, donde hacía lo que le nacía con tal de conseguir los resultados esperados, los cuales, vaya, siempre eran inesperados.
Hannaford, su personaje, es similar, ataca, dispara a matar, su relación con sus colaboradores es una tormenta donde él es el rayo que golpea; su elocuencia proviene de las grandes lenguas, las grandes entonaciones. Sin embargo, se mantiene de elaborar en monólogos de falsa aspiración, con tal de escapar de la pretensión. Si se le permite no hablará; si debe hablar reescribirá la definición de lo que aquello significa, pues todos escucharán. Welles y Hannaford, Hannaford y Welles. Bestias de la realidad y la ficción, entes cinematográficos que deambulan en todo aquello con la admiración suficiente para seguirlos, filmarlos, encarnarlos.
La temática de la película es justamente aquella, combinando el blanco y negro y el color, gracias a que la propia premisa dicta tal medida técnica. La cinta, al seguir la fiesta de Hannaford, se constituye de todo el material que documentalistas, reporteros, cineastas y cinéfilos tomaron durante dicho evento. Todo es contado por cámaras, secretas y vivas, ficticias y, sin embargo, reales. Welles elabora el juego meta definitivo en la historia del cine. Hablemos sin rodeos, esa es la realidad, no es sólo una autoficción de sí mismo, sino de todo aquello que constituye la concepción de una película, regresando a la propia literatura, a la palabra, el lenguaje vivo que agarrando movimiento visual evoluciona al concepto que hoy conocemos como “cine”. Contiene sus secuencias más radicales, una última revolución, póstuma, entregada cuarenta años tras el comienzo de su rodaje. “El otro lado del viento” se encuentra disponible en Netflix.
“Amor y Furia”
Otra invitada al festival es nada más y nada menos que una de las grandes cineastas vivas (y francesas), la propia Claire Denis tiene presencia en esta edición del FICM, no sólo presentando algunas de sus obras más icónicas como “Buen trabajo” y “Materia blanca”. También se llevó a cabo el estreno mexicano de su obra más reciente, protagonizada por dos grandes actores francos, Juliette Binoche y Vincent Lindon, titulada “Amor y Furia” (Avec amour et acharnement, 2022).
La película narra la historia de una pareja, Sara y Jean, quien tras reencontrarse con alguien del pasado de ambos encuentra que su relación se empieza a desmoronar frente a ellos. Triángulos amorosos, conflictos alrededor del control, la distancia y la ausencia son algunos de los conceptos que se presentan fuertemente en la cinta.
De hecho, al terminar la función, le pude preguntar a Claire Denis cuál fue la relación que la pandemia tuvo sobre la película, no sólo porque es evidente que toma lugar durante dicho tiempo de nuestras vidas, sino porque la presencia de algunos de estos conceptos resuenan fuertemente a la experiencia de encierro por la que como humanidad pasamos y los efectos que esta pudo haber llegado a tener sobre nuestras conexiones personales, nuestra propia manera de relacionarnos y de expresar ciertos sentimientos.
Claire, respondiendo, dijo que la presencia de la pandemia se le hizo inevitable, no le hacía sentido “evitar la realidad”. Ante esto, la pandemia evolucionó a ser un personaje propio dentro de la historia, pero agregó que esto nunca pretendía tener implicaciones sobre los conceptos lidiados dentro de la película, ya que la idea de la misma fue concebida previo a la pandemia, aunque su producción se hubiera visto afectada por la misma.
Una película llena de delicadeza, por ende, sus golpes emocionales son fuertes olas golpeando sobre las rocas de una bella playa. Es un viaje emocional que no tiene de otra más que sacudir al espectador, el drama mantenido por los personajes engancha junto a las predeciblemente gloriosas actuaciones de los protagonistas. Denis regresa con otra obra que se adentra a lo más profundo de la condición humana, nuestras causas y consecuencias tomando forma en nuestros miedos más profundos y complejos. Imperdible. En México distribuye Pimienta Films.