Por Domingo Rojo

Sería imperativo hacer un concurso para definir las grandes películas que jamás se hicieron. Ahí tendrían que aparecer El Corazón de las Tinieblas, de Orson Welles, El sitio de Leningrado, de Sergio Leone, El Quijote de Sergei Eisenstein o el Napoleón de Stanley Kubrick, entre muchas otras. 

A esta lista también debe añadirse Brando and Brando,  el proyecto del director franco-tunecino Ridha Behi que dejó en el tintero Marlon Brando luego de  su muerte hiciera un boquete irrellenable sobre el mundo cinematográfico, en julio de 2004.   

Y es que este actor-leyenda era capaz de sacar petróleo de cualquier superficie, ya en sus profundas interpretaciones como Terry Malloy de Nido de ratas (1954), Vito Corleone de El Padrino (1954) o Kurtz de Apocalipsis Now (1979), ya en sus roles más sencillos como el de Un novato en la mafia (1990) o de Don Juan de Marco (1995).   

Es cierto que, de haberse filmado, Brando and Brando no hubiera hecho ni más grande ni más chico el mito solar que Brando forjó con su vida intensa y fascinante, pero para los cinéfilos habría sido otra oportunidad maravillosa de admirar su presencia una vez más. Y sólo por eso hay que lamentar que esta película jamás existirá. 

Género maldito

Lost in La Mancha es una cinta de un género maldito pocas veces visto: el detrás de las cámaras de una película que no existirá jamás, con todo y que actualmente hay esfuerzos por revivir el proyecto. 

Dirigida por Keith Fulton y Louis Pepe, este extraño documental da cuenta de los preparativos y el desastroso rodaje de The Man Who Killed Don Quixiote, un proyecto largamente acariciado por el brillante director Terry Gilliam, antiguo miembro del legendario grupo Monty Python y responsable de cintas como Brazil (1985) y Doce Monos (Twelve Monkeys, 1995). 

La película en cuestión fue suspendida al sexto día del rodaje, luego de que el actor principal, Jean Rochefort, enfermara de una hernia, el equipo de filmación fuera dañado por una tormenta y los inversionistas —todos de origen europeo— retiraran su apoyo. Curiosamente, la famosa novela de Cervantes ha frustrado a otros grandes directores en su intento por llevarla al cine, como a Sergei Eisenstein en los años veintes, y a Orson Welles, en los cincuentas. Quizás se deba a la maldición de los molinos de viento.