Por Jessica Oliva
@Pennyoliva

Las imponentes campiñas islandesas son testigo del lazo especial —y necesario— que comparten humanos y corceles en “Historias de caballos y hombres”, un filme cuya jerarquía en el título deja claro desde el principio cuál es la criatura protagonista. Sí, los equinos primero, porque es a través de ellos que los diversos personajes de la cinta debut de Benedikt Erlingsson, habitantes de una zona rural en Islandia, encuentran un terreno emocional en común. Son los caballos los que hacen lucir a sus jinetes, los que los unen, los que los separan y los que se alzan como pieza clave de la convivencia. Y, sobre todo, son los testigos de esa humana manía de “civilizar” la naturaleza, que, irónicamente, suele caer una y otra vez en los instintos más animales.

Esta cinta, que ahora forma parte de la 56 Muestra Internacional de la Cineteca, fue elegida para representar a Islandia en los pasados Premios de la Academia, pero también le granjeó a Erlingsson, actor de teatro y ahora realizador, el premio a Mejor Nuevo Director en el Festival de Cine de San Sebastián. Se trata de una comedia con el encanto peculiar de aquello que nos transporta a lugares remotos: destinos que, de este lado del planeta, se antojan casi míticos. Después de todo, lo que sucede dentro de una comunidad ecuestre islandesa, enmarcada por valles verdes (o blancos, dependiendo de la estación) que se extienden más allá de lo que la cámara es capaz de retratar, nada tiene que ver con los hábitos y ajetreos de la ciudad más grande del mundo. Ni con nada que tengamos cerca.

Los caballos, que han caminado con el hombre en sus espaldas a través de la historia, son el hilo conductor de este argumento coral. Cada relato es introducido por medio de su mirada: una toma del ojo de un rocín, que refleja como espejo los humanos delante de él, presenta las diferentes, pequeñas y cotidianas aventuras de los pueblerinos, a veces de amor, otras de amistad, de supervivencia o de muerte. La relación en apariencia opuesta entre lo doméstico y lo salvaje se encuentra presente a lo largo de toda la película: los caballos corren libres hasta que son encontrados, cercados y ensillados, pero no ponen mayor resistencia. Aceptan cautelosamente el nuevo mando, como si en el fondo supieran que no hay tanta diferencia entre servir a los humanos y permanecer en la impredecible intemperie.

Se trata de una película que retrata una existencia campestre, pero no por ello es bucólica, pues no pretende enaltecer la vida en el campo o las labores que la conllevan. Más bien, su punto de vista es pícaro, de un humor seco y singular, que no teme tratar el tema de la muerte como algo connatural a equinos y personas. No importa si eres un corcel o un granjero en un tractor, un animal o un miembro de la “civilización”, morir equilibra todos los abismos entre uno y otro.

“Historias de caballos y hombres” es, sobre todo, un filme de espectaculares vistas, que no sólo se reducen a los fotogramas de los bellos paisajes nórdicos, sino a lo representado en las mismas escenas. La armonía entre actores, equipo de producción y caballos se ve reflejada en el logro de situaciones únicas, cuya comicidad también recae en lo sorprendente que es verlas suceder. Tal es el caso del percance de Kolbeinn (Ingvar E. Sigurdsson), un local orgulloso de la perfección de su yegua, pero que mientras cabalga es perseguido y alcanzado por un negro semental que pretende montarla. El caballo macho logra su cometido, aun con Kolbeinn ensillado. Cierto caballo también se sumerge en el mar para que su jinete alcance un barco y pueda comprar vodka…

Y, finalmente, dentro de las vistas espectaculares también se insertan aquellas que muestran a los caballos en todo su esplendor. Los acercamientos a su cabellera, a sus ojos y su piel aterciopelada, así como las tomas de ellos en plena cabalgata, denotan un lente sensible, intuitivo, capaz de capturar el ánimo, a veces inseguro, a veces rebosante, de estos animales. Y por ello, los amantes de los equinos quedarán ampliamente satisfechos.


Título original: “Hross í oss”. Dir.: Benedikt Erlingsson. País: Islandia-Alemania Año: 2013. Guión: Benedikt Erlingsson. Fotografía: Bergsteinn Björgúlfsson. Música: Davíð Þór Jónsson. Edición: David Alexander Corno. Con: Ingvar Eggert Sigurðsson, Charlotte Bøving, Steinn Ármann, Helgi Björnsson, Kjartan Ragnarsson, Atli Rafn Sigurðarson, Juan Camillo Román Estrada, Sigríður María Egilsdóttir. Productor: Friðrik Þór Friðriksson. Compañía distribuidora: Alfhaville Cinema.. Compañía productora: Hrossabrestur. Duración: 80 mins. Clasificación: B-15.