La nueva Cineteca, llamada a marcar una nueva era del cine nacional
Por Hugo Lara Chávez
La próxima reinauguración de la Cineteca Nacional, que ha sido objeto de una profunda remodelación y ampliación, obliga también a reflexionar acerca de la relevancia de esta obra pública y de la labor que desempeña esta institución.
La Cineteca es el depósito legal de la producción cinematográfica mexicana, lo que no es poca cosa, porque el cine nacional es quizás el más importante del mundo hispanoparlante —junto al español y argentino— y entre los doce de mayor tradición en todo el planeta.
La labor de preservación de la Cineteca está asociado al rescate, restauración y divulgación del patrimonio fílmico nacional, así como a la difusión de la cultura cinematográfica en general. Velar por el patrimonio fílmico es una tarea que no debe desdeñarse, puesto que las películas tienen no sólo un valor comercial sino también histórico, social y artístico, lo que resulta de un valor incalculable para nuestro país, en muchos casos equivalente, por ejemplo, a las grandes obras de los muralistas, o de los más importantes literatos y músicos. Y el público tiene derecho a conocer la inigualable obra de grandes cineastas nacionales como Fernando de Fuentes, Emilio Fernández, Juan Bustillo Oro, Alejandro Galindo, Roberto Gavaldón, Luis Buñuel, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y muchos más.
Más aún, el cine guarda el arte y el legado de colectivos tan valiosos que han sido integrados por productores, directores, fotógrafos, guionistas, actores, músicos, técnicos y especialistas diversos.
La labor que ha desarrollado la Cineteca desde su inauguración en 1974 —que debió comenzar antes— ha permitido, por una parte, la formación y sensibilización de nuevos públicos, y por otra, el estímulo a diversas actividades y bienes culturales como libros, investigaciones, publicaciones, exposiciones, ciclos de películas, conferencias, simposios, festivales y varias cosas más.
Como bien se sabe, los servicios y bienes culturales son un indicador del nivel del desarrollo de un país. A diferencia de lo que algunos equivocadamente piensan, la inversión pública en bienes e infraestructura cultural no significan pérdidas ni gasto mal empleado, sino todo lo contrario: enormes posibilidades de crecimiento. En México, es fundamental que se inviertan recursos en este ámbito, como un método para abatir el atraso económico, la desigualdad, la violencia, y otros graves problemas sociales. Ciudadanos mejor formados hacen a un país más rico y fuerte. Una película, un libro, una obra de arte, puede despertar la sensibilidad de alguien e incluso cambiarle la vida para siempre, normalmente para bien.
Por otra parte, este nuevo proyecto de Conaculta y Cineteca que encabezan Consuelo Saizar y Paula Astorga, respectivamente, ha tenido el acierto de diseñar un proyecto nacional, que no sólo favorece a los habitantes de la Ciudad de México sino de otras ciudades del país, mediante la iniciativa llamada Cineteca Va y la apertura de sedes en Tijuana, Guadalajara, Oaxaca y otras capitales.
La nueva sede que está a punto de inaugurarse en el Distrtito Federal rinde honor a todo lo anterior. Será la primera vez que la Cineteca no se instale en un edificio improvisado , pues la primera sede —destruida por el trágico incendio de 1982— era un foro adaptado de los Estudios Churubusco— en tanto el anterior inmueble de Avenida México Coyoacán eran unas salas de cine de la Sociedad de Compositores de México.
La nueva Cineteca –según constatamos en una visita hace algunas semanas— será un espacio agradable y funcional, con áreas diseñadas ex profeso para una institución como ésta, de categoría internacional, con bóveda adecuadas, cuatro nuevas salas de exhibición que sumarán con las anteriores un total de 10; espacios diseñados para la restauración, investigación y demás. Jardines y áreas de disfrute para la gente, de socialización y ocio. Incluso una galería de cine, que permitirá exhibir el acervo de la Cineteca y de otras instancias.
No es una remodelación cosmética, superficial, que sólo sirve para apantallar a los visitantes. En mi trabajo como investigador, me consta que eran y siguen siendo necesarias mejores instalaciones para conservar archivos como el de iconografía; mejores herramientas para digitalizarlo y ponerlo disponible a consulta. Son necesarios muchos recursos y tecnología para rescatar y restaurar decenas de negativos de películas nacionales que se encuentran en mal estado.
En noviembre próximo se realizará la reinauguración oficial, en varias etapas, bajo la promesa de que se entregará la Cineteca funcionando al cien por ciento antes del cambio de gobierno federal. Lamentablemente los tiempos políticos apresuran la entrega de algo que debería tener su tiempo natural sin importar quien va a inaugurarlo, porque a final de cuentas es el logro de una institución, del país y su talento colectivo, no de una sola persona. Pero así son los modos y costumbres del oficialismo.
Puede ser que al gobierno de Felipe Calderón se le reproche con razón de muchos errores o estrategias equivocadas, pero difícilmente se le podrá regatear la buena labor que sostuvieron las instituciones públicas en materia de cine, desde Imcine o Cineteca. Este éxito no es exclusivo del gobierno, sino de la comunidad cinematográfica entera, que por años ha gestionado desde distintos frentes el impulso del cine nacional y su difusión, aun con mucho por hacer.
Gracias a la puesta en marcha de algunas iniciativas, como del estímulo fiscal 226, esta administración tuvo el mérito de haber estabilizado la producción en un promedio anual de 70 películas, después de un grave desplome a finales de los años noventa. Que sean buenos o malos esos filmes es otra cosa, pero es cierto también que al menos la presencia mexicana en festivales internacionales fue positiva, de acuerdo al número de premios obtenidos. Las inconformidades también deben tener lugar, investigarse, sancionarse, si fuera el caso, y corregirse.
Ahora, en los próximos años, los cineastas tienen el deber de ganarse al público, y las instituciones, junto a los empresarios, apoyar más a la investigación, a la cultura cinematográfica, y conjurar las injustas condiciones de exhibición del cine nacional. Si hasta los países más capitalistas del mundo protegen a sus industrias (como Estados Unidos), en México deberían aplicarse más medidas de protección y apoyo para nuestro cine.