Por Ali López

En el primer día de actividades de la edición número 16 de Macabro pudimos ver dos de las apuestas más certeras de la su Selección Oficial, además de dos óperas primas que dan un vistazo a los muchos caminos del horror, y las amplias maneras que hay de concebirlo.

Por un lado, llega desde la vieja Europa del este “Incarnation” (Inkarnacija | Filip Kovacevic | Serbia | 2016) una película que habla sobre uno de los grandes males, y terrores, actuales: el terrorismo. Covek (Stojan Djordjevic) se despierta, desorientado y con lagunas en su memoria, en una plaza pública, tratando de saber cómo acabo ahí. De pronto, en una aparente cotidianeidad, comienza a ser perseguido por cuatro enmascarados; persecución que termina con su brutal asesinato. Pero nada termina ahí, Covek, despierta, nuevamente, en el mismo sitio y de la misma manera, así, una y otra vez hasta que pueda resolver el misterio que lo tiene atrapado en ese vórtice de tiempo.

La cinta es un rompecabezas, en cada secuencia se van otorgando pistas y mensajes al protagonista, y al espectador, para deducir que es lo que sucede. La trama, en ese sentido, no va dictando grandes sorpresas, sino la incomodidad, y hasta desesperación, propia de un misterio surreal y, en apariencia, irresoluble. Por fortuna, con manufactura lejana a Hollywood, no se hace de la película una cinta de acción, llena de disparos y persecuciones, o con final y mensaje propositivo; sino que mantiene su tono de misterio, un ritmo semi-lento, y una porción de terror que va haciendo que las uñas se acerquen a los dientes.

Muchas de las persecuciones, asesinatos, y escenas de disparos en la cinta ocurren en lugares públicos, con mucha gente, que lo mismo muestran una coreografía perfecta, como la espontaneidad de quien pasaba por ahí. Un tono de fatal realismo, una mirada a lo que sucede en Europa, pues es imposible desasociar esto con el noticiero de la mañana (justo en el día que ocurrió un atentado en Barcelona); y no comprender, o intentar, que lo que estamos viendo es una analogía, pues a final de cuentas, en la trama encontramos un tono de disculpa, lo mismo que de llamado a la congruencia. Europa se siente ataca, aparentemente sin motivo alguno, pero sin darse cuenta que en su pasado, ese que parece olvidado, causó iguales o peores males.

“Incarnation” es un llamado a la reflexión de la violencia, al enfrentamiento al ego, y al quitarse las máscaras; mismas que portan los antagonistas, y que con su look de los carnavales venecianos, denotan la expresividad de un rostro humano que no puede ocultar su dolor y sorpresa. 

 

 

Del norte de América llega “Beyond the Gates” (Jackson Stewart | USA | 2016) película que juega también con las pistas y misiones a seguir, pero qué diferencia de la anterior, y bajo su contexto cultural, busca más la trascendencia personal que la colectiva; la búsqueda y emancipación de los males más cercanos, y familiares, que globales.

Gordon (Graham Skipper) regresa a su pueblo natal; su padre ha desaparecido, se presume muerto, y él y John (Chase Williamson), su hermano, tienen que hacerse cargo de la amplia colección de VHS raros y ocultos que poseía. Entre sus curiosidades encuentran Beyond the Gates, un juego de mesa que se juega con la ayuda de su cinta en VHS, y parece estar relacionado con la desaparición de su padre. Los hermanos, junto con Margot (Brea Grant) novia de Gordon, tendrán que vencer a los fantasmas del pasado, de otro mundo y personales para lograr la salvación.

Une película que se podría creer paródica, pero que poco tiene de eso. A pesar de que juega con la imagen kitsch del VHS, y el horror de finales de la década de los 80, y principios de los 90 (no es gratuita la participación de la notable Barbara Crampton), no concentra su esencia en el pastiche o la referencia pop; sino que intenta avanzar como una historia de la época traída a nuestros días.  Un capítulo de “Escalofríos” para adultos, pero sin perder la categoría B-15.

Escenas sangrientas por doquier, algunas gratuitas, pero que buscan dar al espectador, sobretodo uno amante del género, lo que busca. Por momentos la cinta va lento, y por otros, resulta apresurada; pero todo tiene un desemboque en una escena que lleve ese llamado de sangre. Personajes característicos del cine de bajo presupuesto, y un mensaje final que busca la aceptación comercial, en un canal de tv de la misma brecha económica. Una película que, a final de cuentas, hace amena la tarde para quién busca pasarla bien entre sangre, nostalgia y un poco de horror.

La maravillosa música de Wojciech Golczewski sobre sale en la película; y aunque peque poco en la manufactura, no hay mucho más que se puede hablar sobre ella. Un mensaje, como dije, mucho menos político que en la cinta anterior; pues no busca resarcir ningún mal; salvo el de la América profunda, donde la familia, una vez rota, da paso a que el infierno decida abrir sus puertas.